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Miss Venezuela: identidad, propósito y símbolo nacional

Un certamen-escuela que evoluciona con ética, y protege y empodera a miles de jóvenes venezolanas con formación psicológica y profesional


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¿Puede un concurso de belleza convertirse en un espejo de un país? ¿Cómo logró el Miss Venezuela sobrevivir a la crisis, reinventarse y seguir empoderando a miles de mujeres cuando todo parecía perdido? ¿Cómo logró transformarse en una escuela de liderazgo femenino, protección psicológica y ascenso social cuando tantas instituciones se derrumbaron? ¿Por qué generaciones enteras —madres, hijas, abuelas— han soñado con subir a esa pasarela? ¿Qué explica que un país herido sostenga, con tanta determinación, una tradición capaz de redefinir identidad, propósito y futuro? Esta es la historia de cómo un símbolo cultural se convirtió en refugio, en escuela, en ventana y en esperanza. Descubre por qué la noche más linda no es solo un espectáculo, es un símbolo que aún sostiene la esperanza de un pueblo, aquí te lo contamos...


Venezuela y la belleza: una identidad compartida

 

El Miss Venezuela no es solo un concurso, es un acontecimiento emocional, cultural y simbólico que ha marcado la identidad del país desde 1952. Desde entonces —y especialmente desde los años 70— la imagen internacional de Venezuela quedó asociada a sus triunfos en la industria global de la belleza. Pocas naciones pueden mostrar un récord semejante. Los títulos internacionales logrados por Venezuela son en el Miss Universo, 7 coronas (1979, 1981, 1986, 1996, 2008, 2009, 2013). En el Miss Mundo: 6 coronas (1955, 1981, 1984, 1991, 1995, 2011) y en el Miss Internacional, 10 coronas (1985, 1997, 2000, 2001, 2003, 2006, 2010, 2015, 2018 2023). En Miss Tierra: 2 coronas (2005, 2013), En total son 25 títulos en los 4 grandes certámenes del planeta, sin contar a las venezolanas que han quedado entre las primeras finalistas de estos certámenes como Amanda Dudamel y Stephany Abasali que quedó como Miss Universe Americas 2025. Una marca que solo India y Filipinas se acercan a igualar, pero que Venezuela domina con consistencia histórica. Por eso, cuando alguien en el mundo escucha “Venezuela”, responde: Beauty Queens.” Y ese reconocimiento internacional no es vanidad, se transforma en identidad, narrativa y orgullo nacional.

 

Miss Venezuela como fenómeno social y escalera de ascenso

 

Más de cientos de miles de mujeres venezolanas han participado en procesos regionales, estatales o nacionales en la nación. En cada hogar, en cada generación, alguna hija, hermana, nieta o amiga “soñó” con representar a su estado en la noche más linda. ¿Por qué? Pensamos que esto se debe a que el Miss Venezuela se convirtió en una plataforma de ascenso social, una ventana al reconocimiento nacional, un puente hacia carreras profesionales, y una narrativa colectiva de superación femenina. Numerosas misses han sido protagonistas en el periodismo como Maite Delgado, Mariángel Ruiz, Carolina Indriago, en la televisión y en cine como Catherine Fulop, Gaby Espino, y Alicia Machado, en las redes sociales como Migbelis Castellanos, e incluso en la política, Irene Sáez, Miss Universo 1981, alcaldesa en Caracas, gobernadora en el Estado Nueva Esparta y candidata presidencial. La corona no es el fin, es el comienzo de una carrera.

 

La crisis del país y el milagro de la permanencia

 

Era casi inevitable que, con la crisis venezolana, el Miss Venezuela desapareciera como tantas instituciones. Pero, la decisión estratégica y visionaria de Gustavo Cisneros —y de Adriana Cisneros— fue sostener operativo tanto al canal de TV, Venevisión, para mantener algunos grados de libertad, al igual que sustentar al certamen de belleza. En un país de sombras, cerrar estas ventanas habría significado apagar dos luces esenciales, un medio masivo de comunicación en señal abierta —y ahora en todos los ámbitos de comunicación— y un espacio femenino de oportunidades reales. El Miss Venezuela ha sobrevivido en medio del colapso económico, político y social, con menos recursos, pero con mayor propósito. Esa permanencia fue, y sigue siendo, un acto de defensa cultural del país.


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Desde la belleza física a la belleza con propósito

 

A partir de 2013–2016, una época de controversia, la Organización Cisneros tomó una decisión histórica, la de transformar el concepto de belleza y profesionalizar el certamen. Para lograrlo, colocó la dirección en manos de reinas respetadas como Nina Sicilia, Miss Internacional 1985, actualmente Gerente General, y en quien reposa la conducción exitosa del nuevo Miss Venezuela renovado desde el 2018 cuando surgieron algunos cuestionamientos en la prensa venezolana. También participaron en el proyecto Jacqueline Aguilera, Miss Mundo 1995, como directora de Imagen, y Gabriela Isler, Miss Universo 2013, como directora de formación y de comunicaciones. Es decir, la nueva ética del Miss Venezuela la condujeron mujeres que han ganado concursos en el escenario global.

La metamorfosis incluyó convertir el certamen en una escuela profesional de comunicación, oratoria, liderazgo, y responsabilidad social, en una escuela de vida, pues. Redefinir la belleza como propósito acompañado de disciplina e impacto social. Implementar protocolos éticos para la protección integral de las participantes y crear estructuras de formación personal y emocional. El resultado ha sido que el certamen no solo se modernizó, más bien se volvió un referente global de cómo transformar un concurso tradicional en una plataforma de empoderamiento femenino.

 

La anécdota que marcó antes y después:

La Consultoría Psicológica


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Durante el proceso de renovación, el COO de Cisneros, Miguel Dvorak, nos transmitió una inquietud: ¿Cómo proteger el certamen, elevar sus estándares y garantizar los derechos de las concursantes? La sugerencia inicial fue crear un "Ombudsman" dentro de la organización para proteger los derechos de la mujer en el concurso. La solución la amplió y la propuso María Mercedes Gessen a Dvorak y a Jonathan Bloom, Presidente para ese entonces de Cisneros Media —hoy a cargo de Juan Carlos Sosa— al proponer la creación de la Consultoría Psicológica del Miss Venezuela. El objetivo era claro, ofrecer a cada concursante un espacio seguro, científico, confidencial y profesional para acompañarla emocionalmente antes, durante y después del concurso. El programa incluyó: Uno, la atención psicológica individual para el manejo de estrés, la ansiedad, la presión mediática, la exposición pública, las dinámicas competitivas y el desarrollo de la autoestima. Dos, que esta consultoría fuera un canal confidencial de protección a las concursante, donde cada participante puede informar cualquier situación que vulnerara sus derechos personales, psicológicos o emocionales. Tres, para proporcionar formación psicológica estructurada sobre autorregulación emocional, autoestima, resiliencia, coaching psicológico, manejo de redes y opinión pública, comunicación y seguridad personal y toma de decisiones. Cuatro, implementar protocolos éticos para asegurar igualdad de oportunidades, trato digno y ambientes seguros. Este sistema se convirtió en un modelo pionero en América Latina, único entre los grandes certámenes internacionales.

 

Por qué el Miss Venezuela forma líderes

 

En la psicología del desarrollo femenino, hay tres pilares que determinan el éxito de un proyecto vital: Uno, la autoeficacia como es creer en la propia capacidad de lograr las metas. Dos, el propósito de dar sentido a los esfuerzos. Y tres, la resiliencia emocional para saber manejar las adversidades. El Miss Venezuela, bien conducido, activa esos tres pilares ya que las concursantes aprenden disciplina, comunicación, presencia escénica, manejo de críticas, y exposición pública, competencias clave para toda carrera profesional. La noción de belleza con propósito les permite conectar su imagen con valores, causas y liderazgo. Y la preparación, las dudas, los ensayos, el juicio público, la competencia… todo ello, es terreno de crecimiento psicológico real. Por eso tantas misses triunfan en escenarios artísticos, redes sociales, empresas, liderazgo social, y hasta en la política. El Miss Venezuela es, en esencia, un laboratorio de identidad y liderazgo femenino, con impacto duradero.

 

Las controversias internacionales: un contraste necesario


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Mientras recientemente un certamen internacional generó escándalo el maltrato a una concursante —con indignación global— la experiencia venezolana demuestra que sí es posible dirigir un concurso con ética, profesionalismo y protección femenina. Venezuela, con todos sus problemas, ofrece una lección noble, incluso en el peor contexto, como es que se puede construir una plataforma de dignidad, educación y crecimiento para la mujer en un concurso de belleza con propósito.

 

El Miss Venezuela como patrimonio emocional

 

Es una tradición viva que no se rinde. En un país herido, este concurso se transformó en un espacio de autoestima colectiva, una escuela de formación femenina, un puente hacia el ascenso social, un símbolo positivo internacional, y una ventana que no se apagó cuando todo parecía hacerlo. Que el mundo observe este ejemplo, cuando hay ética, propósito y visión, hasta un concurso de belleza puede convertirse en un acto de país, en un mecanismo de empoderamiento y en un legado histórico. Porque la belleza —cuando se acompaña de propósito— deja de ser superficial. Se convierte en destino, identidad y esperanza.

 

Al final…

 

... Cuando se apagan las luces del estudio y el país vuelve a enfrentar sus días difíciles, el Miss Venezuela sigue allí, como un hilo de luz que atraviesa generaciones, como un susurro de esperanza que nos recuerda que Venezuela aún sabe soñar, crear y renacer. Hemos visto a miles de jóvenes entrar con timidez y salir con una fuerza que no sabían que tenían. Las hemos sentido descubrir su voz, su propósito, su dignidad. Y también, hemos visto cómo cada una, gane o no una corona, se convierte en embajadora de un país que siempre merece segundas oportunidades. Por eso defendemos este certamen, no por la vanidad, sino por lo que revela del alma de las venezolanas. Porque en cada mujer que se atreve a participar late la voluntad de un pueblo que, a pesar de todo, insiste en creer en sí mismo. Y porque, mientras exista una venezolana que sueñe con subir a ese escenario para mostrarse al mundo con valentía, este país seguirá teniendo futuro. Que el Miss Venezuela continúe siendo ese puente donde la belleza se encuentra con el carácter, donde el propósito vence a la adversidad, y donde cada joven descubre que la luz propia jamás se apaga. Con admiración para todas ellas… Que la Divina Providencia del Universo nos acompañe a todos. Si quieres profundizar sobre este tema, consultarnos o conversar con nosotros, puedes escribirnos a psicologosgessen@hotmail.com. Hasta la próxima entrega…

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La psicóloga M.M. Gessen ha sido miembro de la Junta directiva y la consultora psicológica del Miss Venezuela, y ambos coautores de “Maestría de la Felicidad”, “Que Cosas y Cambios Tiene la Vida” y de “¿Qué o Quién es el Universo?”)

 

Puede publicar este artículo o parte de él, siempre que cite la fuente de los autores y el link correspondiente. Gracias. © Fotos e imágenes Gessen&Gessen

 

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