El poder de la tolerancia te fortalece
- María Mercedes y Vladimir Gessen
- 17 abr
- 7 Min. de lectura
Tolerar no es debilidad, es la fuerza de quien respeta al otro sin renunciar a sí mismo y la base de una sana convivencia de la humanidad

¿Qué es realmente la tolerancia?
En un planeta cada vez más interconectado, diverso y vertiginoso, la tolerancia no es simplemente una virtud deseable, sino una necesidad urgente. Es la base sobre la cual se construye la felicidad personal a través de una convivencia sana y respetuosa, tanto en las relaciones interpersonales como entre las sociedades. Sin embargo, hablar de tolerancia no es lo mismo que practicarla, y mucho menos entenderla en profundidad. Como psicólogos y periodistas, hemos observado cómo la intolerancia se disfraza de convicción, cómo el miedo al otro se enmascara como defensa de los propios valores, y cómo la falta de diálogo erosiona lentamente el tejido social.
Desde el punto de vista psicológico, la tolerancia es la capacidad de aceptar que existen ideas, creencias, costumbres o estilos de vida diferentes a los propios, sin que ello implique compartirlos ni adoptarlos. Conlleva madurez emocional, apertura mental y un sentido de seguridad interna lo suficientemente sólido como para no sentirnos amenazados por la diferencia.
No se trata de una aceptación pasiva ni de resignación. Es una elección consciente: la de convivir con lo distinto sin intentar eliminarlo, silenciarlo o despreciarlo.
El origen de la intolerancia
La intolerancia nace, muchas veces, del miedo. temor a lo desconocido, a perder el control, a la pérdida de identidad. También puede surgir de heridas emocionales no sanadas, prejuicios heredados, o de una educación que favorece el pensamiento único. Como periodistas, hemos cubierto conflictos sociales, políticos y religiosos donde la intolerancia ha sido semilla de violencia, exclusión y sufrimiento.
Y en el plano individual, la intolerancia se manifiesta en las relaciones cotidianas, en la pareja que no escucha al otro, en el jefe que impone sin dialogar, en el ciudadano que descalifica al vecino por su ideología, en las redes sociales donde se cancela en vez de debatir.
La tolerancia como construcción social y emocional
Educar en tolerancia comienza desde la infancia. Es en la familia donde el niño aprende a respetar límites, a manejar la frustración y a convivir con otros. Pero también es un aprendizaje que continúa a lo largo de la vida. Requiere reflexión, empatía y entrenamiento emocional. Como psicólogos, sabemos que la tolerancia también es una habilidad que se desarrolla. Cuando enseñamos a una persona a gestionar sus emociones, a ponerse en el lugar del otro, a ampliar su mirada, la estamos ayudando a ser más tolerante.
En el periodismo, la práctica de la tolerancia se traduce en la pluralidad de voces, en la búsqueda de contextos, en el respeto por las fuentes, y en la renuncia a los juicios simplistas o desinformados. Informar con respeto es también un acto de tolerancia.
El reto de la tolerancia en el siglo XXI
Hoy enfrentamos desafíos inéditos como las migraciones masivas, polarización ideológica, choques culturales, intolerancia digital, guerras de narrativa. Pero también contamos con herramientas nuevas: la psicología positiva, la neurociencia social, la inteligencia emocional, la tecnología para la educación global.
La tolerancia no es una posición débil. Al contrario, es un acto de fortaleza interior. Es saber quiénes somos sin necesidad de imponerlo. Es el arte de coexistir con lo diverso sin traicionar nuestros valores. Es el antídoto contra el odio, el fanatismo y el autoritarismo.
Nuestra propuesta
Como psicólogos y periodistas comprometidos con el desarrollo humano, proponemos una cruzada educativa por la tolerancia. Que se enseñe en las escuelas, se practique en los hogares, se fomente en los medios, se viva en las redes, se respire en la política y se sienta en las relaciones humanas. Porque sin tolerancia, no habra diálogo. Sin diálogo, no existirá el necesario entendimiento. Y sin entendimiento, no lograremos la paz total.
La tolerancia: Clave de la armonía en todos los ámbitos de la vida
Hablar de tolerancia no es una moda ni una simple actitud. Es un camino de crecimiento personal y colectivo hacia la felicidad. Y esa vía comienza en lo más íntimo de nuestra existencia, nuestras relaciones cotidianas. La tolerancia no se limita a aceptar que el otro piense desigual. Es comprender, respetar, tener paciencia, escuchar, esperar el momento, entender los ritmos de los demás… y los propios.
En nuestra experiencia, hemos constatado que la tolerancia —cuando se practica sinceramente— puede transformar vidas, familias, entornos laborales y sociedades enteras.
Tolerancia en la vida familiar
La familia es nuestro primer espacio de aprendizaje emocional. Es allí donde aprendemos (o no) a respetar, a ser escuchados y a convivir con la diferencia. La tolerancia familiar se presenta cuando aceptamos que nuestros padres no son perfectos, que nuestros hermanos tienen personalidades distintas, que los hijos no son como los soñamos, sino como son.
Una familia tolerante no es la que evita los conflictos, sino la que los afronta con amor y respeto. Donde se puede hablar sin miedo, donde las diferencias no separan sino enriquecen.
Tolerancia en el amor de pareja
En la relación de pareja, la tolerancia no significa ceder siempre ni permitirlo todo. Significa entender que el otro es un ser con historia propia, con heridas, hábitos y necesidades distintas. Es aceptar que no todo se resolverá a nuestra manera, que hay silencios que no son desamor, y que crecer juntos implica ajustar expectativas.
La pareja que practica la tolerancia cultiva la empatía, no busca tener la razón, sino construir la relación. La impaciencia, la crítica constante o el perfeccionismo son enemigos del amor duradero.
Tolerancia con los hijos
Los hijos no vienen a cumplir nuestros sueños. Vienen a vivir los suyos. Y eso requiere una gran dosis de tolerancia. Escucharlos, guiarlos sin imponer, aceptar sus errores como parte del aprendizaje, respetar su identidad, incluso aunque no coincida con lo que pensamos los padres. Por el otro lado Tolerar no es permitir todo. Es corregir sin humillar, es poner límites sin herir, es confiar en su capacidad de crecer y aprender.
Tolerancia con los mayores
En una sociedad que valora la inmediatez, la juventud y la innovación, la voz de las personas mayores muchas veces queda relegada al silencio. Se las considera lentas, anticuadas o incapaces de adaptarse. A pesar de que detrás de cada cana, de cada arruga, hay una historia vivida, una lección aprendida, una herencia emocional que no podemos ignorar.
Hablar de tolerancia con los mayores es hablar de respeto, de paciencia, de empatía... Pensamos que cada etapa de la vida tiene su riqueza. Los adultos mayores han transitado guerras, pérdidas, desafíos, alegrías y cambios radicales. Son bibliotecas vivas de sabiduría emocional. Promovamos una cultura de la tolerancia intergeneracional. Que niños, jóvenes, adultos y mayores aprendan a convivir, a escucharse, a valorarse. Que no haya brechas de desprecio entre edades, sino puentes de comprensión y afecto.
Tolerancia con los amigos
Los amigos no son perfectos. Nos decepcionan, se equivocan, tienen opiniones encontradas. La amistad verdadera se sostiene con tolerancia, saber perdonar, dar espacio, acompañar sin juzgar. Si exigimos de los amigos una perfección que nosotros mismos no tenemos, nos quedaremos solos.
Tolerancia con los vecinos
La convivencia en comunidad requiere tolerancia cotidiana al ruido, a las costumbres distintas, a las formas de ser. No todos comparten nuestros gustos ni nuestros horarios. Pero todos merecen respeto. La tolerancia vecinal crea barrios seguros, armónicos, donde se puede vivir en paz.
Tolerancia en el trabajo
En el ámbito laboral, la diversidad de ideas, culturas, edades y estilos es cada vez mayor. Un equipo saludable no es el que piensa igual, sino el que se escucha, se adapta y se complementa. La tolerancia en el trabajo se expresa en el trato justo, en la paciencia ante el error, en el respeto por las diferencias.
Tolerancia con los adversarios
Tolerar no es estar de acuerdo. Es respetar al otro, incluso cuando nos contradice. En los debates, en las discusiones políticas, en las competencias, la tolerancia es lo que nos permite mantener el equilibrio. La intolerancia, en cambio, convierte al adversario en enemigo, y al diálogo en maltrato y ofensas.
Esta es una de las formas más difíciles —y más necesarias— de la tolerancia. Ser tolerante con uno mismo es dejar de castigarse por los errores, es aceptar las propias imperfecciones, es comprendernos. Es aprender a hablarse a sí mismo con amor, a darse segundas oportunidades, a no exigirse más de lo que humanamente podemos dar. Cuando somos intolerantes con nosotros, lo somos también con los demás. La autoaceptación es el primer paso hacia la aceptación del otro.
Tolerancia en la política
En una época marcada por la polarización, la intolerancia política divide, radicaliza, destruye puentes. La democracia se nutre del disenso, pero se debilita con el odio. Necesitamos líderes y ciudadanos que entiendan que pensar de otra forma no convierte al otro en traidor o enemigo.
Ser tolerantes, es sembrar más humanidad, donde a veces solo hay turbulencia. Y si comenzamos por ahí… el mundo puede, objetivamente, pasar de un extremo a otro, de 12 mil años de civilización en conflicto y guerras a una era de unión, concordia, conciliación y de humanismo. Renovemos nuestra convivencia, donde coloquemos al ser humano —con su dignidad, libertad, capacidad de razonar, sentir y crear— en el centro de todo. Es una visión del mundo que cree profundamente en el valor de la persona y en su potencial para desarrollarse, convivir en paz y construir una vida con sentido de felicidad. Que toda persona tenga un valor intrínseco, sin importar su origen, creencia, género o condición social. Que cada persona sea capaz de mejorarse a sí mismo y a su entorno a través de la educación, el diálogo, la ética, el conocimiento, y en una sociedad que promueva la libertad de pensamiento, el respeto mutuo y la solidaridad.
La tolerancia es una decisión que tomamos todos los días. En casa, en la calle, en la oficina, en nuestras relaciones más íntimas y en la esfera pública. No es fácil. Es inteligencia emocional. Es madurez. Es paz.
Aprender a tolerar es, en el fondo, aprender a amar. Es abrir el corazón al otro sin miedo, sin juicio, sin querer cambiarlo. Ser tolerantes es, al fin y al cabo, elegir el amor por encima del ego. Es construir la paz, todos los días, en cada mirada, en cada palabra, en cada gesto. Es abrirse al otro sin temor, sin juicio, sin querer cambiarlo. Abrazar lo distinto, lo humano y elegir el amor como prioridad. Y en ese abrazo, descubrirnos a nosotros mismos…
Si deseas profundizar sobre este tema o consultarnos, puedes escribirnos a psicologosgessen@hotmail.com. Que la Divina Providencia del Universo nos acompañe a todos. Nos vemos en la próxima entrega…
María Mercedes y Vladimir Gessen, psicólogos
(Autores de “Maestría de la Felicidad”, “Que Cosas y Cambios Tiene la Vida” y de “¿Quién es el Universo?”)
Tolerance, a strength for healthy living. Just like mastering the Pokerogue Dex in Pokerogue requires accepting diverse Pokemon strategies, understanding others' viewpoints builds stronger relationships. It means respecting different beliefs without sacrificing your own. Tolerance isn't weakness; it's the conscious choice to coexist, enriching our interconnected world.