Carta abierta a las Fuerzas Armadas: Transición Patriótica
- Vladimir Gessen
- hace 9 horas
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SeƱores, Ministro de la Defensa, y generales miembros integrantes del Alto Mando Militar de Venezuela: Me dirijo a ustedes no desde la confrontación, sino desde la historia, la reflexión y el compromiso con el destino de nuestra nación. Como venezolano, psicólogo y servidor pĆŗblico durante gobiernos democrĆ”ticos, hoy les propongo considerar seriamente la posibilidad de liderar, desde una posición constitucional y patriótica, un proceso de transición nacional ordenada, pacĆfica y cĆvico-militar que abra paso a un nuevo pacto de convivencia y desarrollo para todos los venezolanos.
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El momento histórico exige grandeza
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Venezuela vive una crisis profunda que no es solo polĆtica, económica o institucional, es una crisis de esperanza colectiva, de tejido social destruido, de millones de conciudadanos forzados al exilio, de jóvenes sin futuro, de familias separadas, de una sociedad atrapada en el trauma. En este contexto, ustedes ācomo Ćŗltima institución aĆŗn organizada y operativa del Estadoā tienen la posibilidad y la responsabilidad histórica de ser los garantes de una salida venezolana, pacĆfica, constitucional, democrĆ”tica y ordenada.
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Lecciones del pasado: Emparan, Washington, Caldera y CAP
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En 1810, el entonces CapitĆ”n General de Venezuela, Mariscal de Campo Vicente Emparan, enfrentó la voluntad popular en la Plaza Mayor de Caracas. Preguntó al pueblo si querĆan que siguiera mandando. Al oĆr el rotundo āĀ”NO!ā, respondió con dignidad: āPues yo tampoco quiero mando.ā No reprimió. No apeló a la fuerza. Renunció al poder y pasó a la historia como el hombre clave del 19 de abril que con su gesto sabio y honorable evitó una masacre.
MĆ”s de un siglo despuĆ©s, George Washington, comandante supremo de la revolución norteamericana, se negó a perpetuarse en el poder. Consciente de que una repĆŗblica no podĆa confundirse con una monarquĆa, renunció voluntariamente tras dos mandatos, sentando el precedente de la alternancia pacĆfica que aĆŗn sostiene la democracia estadounidense.
Una carta muy similar a este escrito, junto a otra, le entreguĆ© a Carlos AndrĆ©s PĆ©rez siendo presidente, a final de 1992. HabĆa sido miembro de su gabinete presidencial como ministro de Estado, y me desempeƱaba como Ministro Plenipotenciario y Embajador de su gobierno en CanadĆ”. En la primera misiva, le planteĆ© que dimitiera para salvar las libertades en Venezuela, dando paso a las nuevas generaciones de dirigentes formados en democracia. La segunda carta era mi renuncia a mis cargos en su gobierno. CAP me explicó exactamente lo contrario: que Ć©l no renunciarĆa precisamente porque si lo hacĆa sĆ se perderĆa el rĆ©gimen democrĆ”tico. AsĆ, en 1993, Carlos AndrĆ©s PĆ©rez se negó a dimitir. Su permanencia terminó con un golpe institucional. La realidad fue que mantenerse en el poder significó su salida forzada del gobierno. Para mĆ, fue un golpe extrajudicial de los partidos tradicionales usando a la Corte Suprema de Justicia y al Congreso, controlado mayoritariamente por ellos. De allĆ nació la ola que hoy aĆŗn domina el poder actual. El costo ha sido altĆsimo.
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NicolÔs Maduro: La decisión que marcarÔ su legado
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Hoy, NicolĆ”s Maduro tiene la oportunidad de evitar el derramamiento de sangre, la represión o el exilio forzado. Puede optar por la historia ācomo lo hizo Emparanā y ceder el poder en paz, evitando una tragedia mayor para Ć©l, sus allegados, y sobre todo, para la nación. Ustedes, como Alto Mando Militar, pueden convertirse en los garantes de esa transición democrĆ”tica, protegiendo a la población, asegurando la paz ciudadana y resguardando el orden constitucional en una etapa de redefinición nacional.
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Un Gobierno de Unidad Nacional y Transición
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El juego polĆtico no da salida, porque el dilema estratĆ©gico es que sin respaldo militar, no hay transición viable. En Venezuela, la estructura de poder no es exclusivamente civil ni electoral, sino una simbiosis cĆvico-militar que ha sostenido al rĆ©gimen durante mĆ”s de dos dĆ©cadas. Todo intento de cambio polĆtico que ignore el rol de la Fuerza Armada Nacional estĆ” condenado al fracaso o al caos. Pero eso no significa perpetuar el autoritarismo militarista. Significa reconocer que una transición estable y realista exige el compromiso del Ćŗnico cuerpo con capacidad coactiva organizada.
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¿Qué tipo de poder militar se necesita?
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No una cĆŗpula subordinada a un proyecto ideológico, sino una instancia transitoria, institucional, garante de la paz y de los acuerdos nacionales. Un poder militar que acompaƱe una transición cĆvico-militar constitucional. Se despolitice progresivamente. Garantice la no intervención armada ni de factores internos ni externos durante el proceso. Proteja a todos los actores involucrados, incluidos los salientes y los entrantes, y se subordine con fecha y condiciones claras a un nuevo orden constitucional.
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Desde la psicologĆa polĆtica: Āæpor quĆ© serĆa aceptable esta vĆa?
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Porque un gobierno provisional cĆvico militar, evita el vacĆo de poder traumĆ”tico, que genera anarquĆa o nuevas tiranĆas y desactiva el miedo en quienes aĆŗn sostienen el poder, dado que evita el ātodo o nadaā. Porque permite a la ciudadanĆa reencontrarse con sus instituciones, sin trauma revolucionario ni venganzas.
El reconocimiento del rol de las FAN como garantes del proceso de transición permite la creación de un Consejo de Seguridad DemocrĆ”tica Transitorio, con civiles y militares. La firma de un pacto nacional con cronograma, metas y lĆmites definidos. Un compromiso internacional de no intervención y acompaƱamiento multilateral, y la condición explĆcita de que tras dos aƱos, el poder militar debe regresar a los cuarteles, subordinado a una nueva Constitución.
No se trata de que las fuerzas armadas asuman el poder. Se trata de comprometerse con el rescate de la RepĆŗblica. Porque si el uniforme vuelve a ser sinónimo de soberanĆa, de paz y de reconstrucción nacional āy no de represión ni privilegiosā entonces el futuro aĆŗn es posible. Y tal vez ācomo ocurrió con el modelo chileno de transición post-Pinochet, el rol de los militares en la transición espaƱola postfranquista, o incluso, los acuerdos de seguridad en Colombia tras el proceso con las FARCā serĆ” precisamente una parte del viejo poder quien abra paso al nuevo paĆs.
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Objetivos en dos aƱos
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Convocar una Asamblea Constituyente plural y democrÔtica. Redactar una nueva Constitución centrada en los derechos, el equilibrio de poderes y la reconstrucción institucional. Establecer un Plan Nacional de Emergencia social y económica. Preparar elecciones libres, con observación internacional.
Este gobierno provisional, civil y castrense, serĆa integrado por representantes de todos los sectores nacionales: civiles, acadĆ©micos, militares en retiro y activos, lĆderes religiosos, de los medios de comunicación, dirigentes comunales y polĆticos democrĆ”ticos.
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Justicia restaurativa, reconciliación y amnistĆa condicionada
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En lugar de promover la venganza, este proceso deberĆa contemplar una justicia restaurativa que escuche a las vĆctimas y procure reparación sin destrucción. Un proceso de amnistĆa condicionada, especialmente para funcionarios civiles y militares que cooperen con la transición y que prevea la posibilidad de asilo o exilio voluntario, en condiciones garantizadas, para figuras clave del actual rĆ©gimen que decidan retirarse sin obstruir la transición.
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El asilo o exilio
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Las transiciones de dictaduras a democracias exitosas ācomo la de EspaƱa post-Franco, Chile post-Pinochet o incluso SudĆ”frica post-apartheidā ofrecieron salidas negociadas a sectores del rĆ©gimen anterior, en vez de aplastarlos. Esto facilitó pactos polĆticos, garantĆas de no venganza inmediata, y estabilidad institucional. Separar a los irreconciliables del proceso nacional. Algunos lĆderes actuales no se integrarĆan nunca a una Venezuela democrĆ”tica. Su salida negociada puede destrabar el proceso y permitir oxigenar las instituciones.
Entre los riesgos que significa este asilo es que puede ser percibido como impunidad si no se acompaƱa de reconocimiento del daƱo y compromiso de no retorno polĆtico. Puede convertirse en refugio de conspiración o impunidad internacional, como ocurrió con algunos dictadores que escaparon y siguieron influyendo desde el extranjero. Puede herir la memoria de las vĆctimas si no se comunica con claridad ni se gestiona con respeto.
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¿Qué es justicia restaurativa y resarcimiento social?
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Es una forma de justicia que busca reparar el daƱo causado a las vĆctimas y a la sociedad. MĆ”s que castigar, busca reconocer, sanar, reconstruir relaciones. En lugar de cĆ”rceles masivas o tribunales sumarios, se impulsa el diĆ”logo, la verdad, el reconocimiento de responsabilidades y la reparación moral, simbólica o material.
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Gobierno de integración nacional de transición en Venezuela
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Con una duración de dos aƱos, debe partir de criterios Ć©ticos, representativos y estratĆ©gicos. No se trata de personas individuales con protagonismo mesiĆ”nico, sino de un equipo plural, tĆ©cnico y legitimado que pueda sostener un proceso de reconstrucción democrĆ”tica, con foco en la estabilización institucional y la reconciliación nacional. Su objetivo primordial es el diseƱo de una nueva Constitución y la organización de elecciones generales limpias, y desde el primer momento decretar una amnistĆa general y la liberación inmediata de todos los presos polĆticos.
1. Consejo Presidencial de Transición (CPT)
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Debe ser plural de 5 a 7 personas, sin aspiración electoral inmediata. RepresentarĆ” la jefatura de Estado y Gobierno durante 24 meses. Toma decisiones por consenso o mayorĆa calificada. Deben ser figuras con reconocimiento Ć©tico, tĆ©cnico o moral nacional e internacional. Representantes de sectores democrĆ”ticos de la sociedad civil, academia, gremios, iglesias, medios de comunicación, sectores militares institucionales, empresarios, oposición plural y del gobierno que no estĆ©n comprometidos con violaciones de DDHH y no haber sido responsables directos de crĆmenes de lesa humanidad, corrupción sistemĆ”tica o violaciones de DDHH.
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2. Consejo Consultivo Constitucional
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Constituido por 30 a 40 miembros que redactarĆ”n la nueva Constitución provisoria con participación social. Incluye juristas, constitucionalistas, lĆderes sociales, dirigentes de comunidades, universidades, que comprenda mujeres, jóvenes, sindicatos, empresarios, fuerzas armadas institucionales, entre otros sectores sociales. Puede estar acompaƱada por una misión de acompaƱamiento constitucional internacional.
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3. Comisión Nacional de la Verdad, Justicia y Reconciliación
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Se crea esta Comisión inspirada en modelos como SudĆ”frica, Chile o Colombia. Con funciones para reconocer a las vĆctimas. Proponer medidas de amnistĆa diferenciada, segĆŗn el grado de responsabilidad y de su cooperación con la verdad y la justicia. Proponer los resarcimientos sociales. Debe tener legitimidad Ć©tica. Pueden integrarla representantes de las iglesias, defensores de DDHH, vĆctimas, lĆderes interculturales y observadores internacionales con carĆ”cter de asesores.
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4. Gabinete TƩcnico Ejecutivo Transitorio
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Ministros tĆ©cnicos, no partidistas en Ć”reas clave como la economĆa, explotación petrolera y minera, turismo, educación, salud, justicia, relaciones exteriores, energĆa, alimentación, ambiente, Justicia, entre otros despachos. DeberĆ”n implementar medidas urgentes comenzando por la estabilización macroeconómica, la reactivación productiva, la restauración de servicios bĆ”sicos, la educación y salud. PodrĆan seleccionarse por convocatoria pĆŗblica avalada por universidades, academias y gremios.
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5. Consejo Asesor de Emergencia Humanitaria y Económica
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Se invitarĆ” a organismos multilaterales y ONGs internacionales para que aporten planes, recursos, y hagan seguimiento al uso de fondos.
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6. Mesa de Seguridad Institucional
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Con participación de los mandos militares institucionales y lĆderes civiles con observadores internacionales. Se encargarĆ” de asegurar la no retaliación militar durante el proceso, de garantizar la seguridad de la transición y de acompaƱar el retorno a la subordinación constitucional de la FAN.
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Principios que deben regir la selección del nuevo gobierno
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Inclusión amplia, sin hegemonĆa partidista. Equilibrio de gĆ©nero y diversidad cultural. Sin inhabilitaciones arbitrarias. Con un claro compromiso explĆcito con la democracia, los DDHH, la justicia y la renuncia a aspiraciones electorales inmediatas.
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¿Quiénes no deben integrar este gobierno?
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Figuras vinculadas a violaciones de derechos humanos o crĆmenes de lesa humanidad. Responsables de actos de corrupción. Militares activos con un compromiso absoluto con la Constitución, y con el proceso de transición.
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¿Por qué las fuerzas armadas son necesarias?
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Venezuela es un paĆs donde las instituciones civiles estĆ”n profundamente debilitadas o subordinadas. Las Fuerzas Armadas controlan buena parte del territorio, la economĆa y el orden pĆŗblico. Existen estructuras armadas paralelas como las milicias, colectivos, grupos irregulares y guerrillas internacionales. Una transición sin estabilidad podrĆa abrir la puerta al caos, el conflicto o la fragmentación territorial, incluso, a la guerra civil con intervención extranjera. En ese sentido, ignorar el poder real de las fuerzas castrenses serĆa ingenuo.
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Condiciones
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Sin embargo, un gobierno cĆvico-militar puede ser Ćŗtil solo si cumple con estas condiciones: Una transición pactada y limitada en el tiempo (mĆ”ximo 24 meses). Presidido por una autoridad civil con respaldo nacional e internacional. Participación militar en el Consejo Presidencial de Transición y en las Ć”reas de orden pĆŗblico, seguridad fronteriza, infraestructura y apoyo logĆstico. Compromiso pĆŗblico y verificable de retorno al orden constitucional y elecciones libres con mecanismos ciudadanos de contralorĆa Ć©tica.
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¿Qué riesgos conlleva?
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Muchos, si no se maneja con extrema claridad y firmeza, puede surgir una militarización prolongada del poder civil, o la resistencia a entregar cuotas de control económico. TambiĆ©n la pĆ©rdida de confianza de la ciudadanĆa si se percibe impunidad. Asimismo, existe la posibilidad de división interna en las propias fuerzas armadas. Por eso, mĆ”s que āun gobierno militar con civilesā, lo que proponemos es, un gobierno de transición cĆvico con acompaƱamiento militar subordinado, como parte de este pacto de reconciliación, reinstitucionalización y reconstrucción nacional.
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PsicologĆa del poder
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La transición venezolana no puede ignorar que los militares han sido actores de identidad y control por mĆ”s de dos dĆ©cadas. Negarlos genera reacción. Incluirlos con lĆmites y condiciones claras puede permitir un proceso de descompresión y reintegración al orden constitucional.
Un liderazgo civil inteligente sabrĆa darles garantĆas institucionales, pero no privilegios permanentes. Abrirles espacios en la reconstrucción nacional, no en la perpetuación del mando y pedirle respeto a la ciudadanĆa, y ofrecerles dignidad y formación para su rol.
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Ni odio, ni ingenuidad
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La transición venezolana no se resolverĆ” con venganza ni con ingenuidad. Requiere lucidez, firmeza moral y sentido de realidad. Crear este gobierno de reconstrucción con presencia cĆvico-militar limitada, Ć©tica y transitoria, puede ser una vĆa inteligente para evitar un vacĆo de poder, contener el caos, y abrir el camino a una democracia duradera. Pero solo si se entiende que la misión y el deber ser de los militares es servir a la nación. No gobernarla.
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ĀæQuĆ© ganarĆa el paĆs con esta vĆa?
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Evitar una guerra civil, un golpe preventivo o un baƱo de sangre. Desactivar el miedo de quienes hoy tienen poder y podrĆan boicotear la transición. Dar un ejemplo al mundo de que se puede hacer justicia sin venganza. Iniciar la sanación emocional de una nación fracturada. ĀæY si no hay amnistĆa? En el mejor de los casos el conflicto se prolongarĆ”. Se generarĆ” una narrativa de āmĆ”rtiresā y ātraidoresā que polarizarĆ” aĆŗn mĆ”s al paĆs y la reconstrucción institucional quedarĆ” atrapada en el pasado.
Por ello seƱalamos que amnistĆa sĆ, pero con la verdad, la reparación y las garantĆas. La amnistĆa no es un acto de debilidad. Es una herramienta polĆtica para liberar el futuro del secuestro del pasado. Si se hace con Ć©tica, transparencia, supervisión internacional y participación de las vĆctimas, puede ser el puente entre la dictadura que termina y la democracia que comienza.
Como dirĆa Nelson Mandela: āEl perdón libera el alma. El resentimiento encadena.ā En SudĆ”frica (1995ā2002), la Comisión de la Verdad y Reconciliación permitió que responsables del apartheid confesaran sus crĆmenes a cambio de no ser enjuiciados, si las vĆctimas aceptaban la reparación. En Ruanda despuĆ©s del genocidio de 1994 se usaron los āGacacaā, juicios comunitarios para quienes participaron en el genocidio, promoviendo confesión, perdón y reintegración. En Colombia en el Proceso de paz con las FARC, a travĆ©s de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), se propuso una justicia transicional basada en la verdad, reparación y no repetición.
En Venezuela durante el primer gobierno del presidente Rafael Caldera (1969ā1974), se llevó a cabo un importante proceso de pacificación nacional. Este proceso fue una de las polĆticas mĆ”s significativas de su gestión y consistió en la reincorporación a la vida polĆtica y civil de los grupos guerrilleros de la izquierda radical, que habĆan surgido y actuado con las armas durante los gobiernos anteriores de Rómulo Betancourt y RaĆŗl Leoni, lo cual abrió canales de diĆ”logo y facilitó la reintegración de los insurgentes a la vida democrĆ”tica y legal, bajo el compromiso de abandonar la lucha armada.
La justicia restaurativa y el resarcimiento social no sustituyen al sistema penal, pero sĆ lo complementan cuando la justicia retributiva tradicional ya no basta, o es polĆticamente inviable. En un contexto como el venezolano, donde hay miles de vĆctimas, cientos de victimarios, y una sociedad fracturada, estos modelos permiten sanar heridas emocionales profundas. Evitar revanchas que generen nuevos traumas y sentar las bases para una paz duradera con memoria, dignidad y transformación.
Justicia no es venganza, es reconstrucción ya que no hay desarrollo posible si el alma estĆ” rota. La amnistĆa es una forma de ācoserā esa alma colectiva, de permitir que una nación camine con la frente en alto, sin negar lo ocurrido, pero sin quedarse prisionera del odio o de la venganza. Permitir el asilo no es abdicar de la justicia, es apostar por una transición realista, Ć©tica y viable. Hablamos de la estabilización institucional y de una reconciliación nacional. El pueblo venezolano no necesita venganza, históricamente la revancha ha llevado a Venezuela a la situación actual. Necesita cerrar el ciclo con dignidad, memoria y un maƱana en paz.
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Una oportunidad para escribir una nueva historia
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Ustedes, señores generales, almirantes, oficiales, clases y tropa, tienen la posibilidad de ser recordados como los Emparan de esta época, los que evitaron una guerra civil, una invasión extranjera o un colapso total. SerÔn reconocidos como los garantes de la paz, la Constitución y la reconstrucción nacional.
Solo se les pide que actúen como militares al servicio de la Nación, no de una facción. Que honren su juramento. Que escuchen a su pueblo. Que permitan que Venezuela vuelva a soñar...
Con profundo respeto, fe en la patria y la esperanza en el porvenir,

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Nota: Me retirĆ© de la polĆtica desde 1993. Desde 1998 resido y soy tambiĆ©n ciudadano de los Estados Unidos. Me dedique por entero a mi profesión y a las ciencias del comportamiento y de la neurociencia, por lo que no ejerzo ni desempeƱarĆ© funciones de gobierno.Ā