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Análisis de Vladimir Gessen: ¿El final del comandante?

Actualizado: 23 ago 2022

4 March 2012

Si el presidente Hugo Chávez, por alguna razón, no puede llegar a las elecciones presidenciales como candidato del oficialismo se abren escenarios que incluyen el diferimiento o la supresión de las elecciones del 7 de octubre. Si Chávez llega a las elecciones podría ganar haciendo uso de una estrategia “Milagrosa”. Si Henrique Capriles logra la unidad nacional derrotaría al comandante. ¿Estamos ante el final político del comandante cómo presidente de la República?

La campaña “Milagrosa”

Da la impresión que la estratagema del oficialismo se desarrolla en el escenario de presentar a Capriles como parte del pasado adecopeyano, vinculándolo a la oligarquía, a la “cuarta república” o a la “derecha”, en tanto que Chávez sería el presente y futuro del país. Así, si los venezolanos votaran contra ese supuesto pasado que representaría la opción de la unidad, ganaría Chávez. El problema para el oficialismo es que los hechos desmienten esta estratagema. Henrique Capriles no llega a los 40 años. De hecho, más del pasado que él, es el propio comandante, quien recibió el sable de oficial de las manos de Carlos Andrés Pérez cuando Henrique apenas era un bebé. Igualmente, Capriles no fue el candidato de AD ni de Copei en las primarias de la MUD, estos partidos apoyaron a Pablo Pérez y fueron derrotados por el joven candidato. Capriles se define y actúa como un líder de centroizquierda por lo que el término de “derecha”, por cierto siempre asociado a los militares golpistas de antaño, no tendrá mayor relevancia en la campaña. Por esto señalamos que es la estratagema del gobierno y no su verdadera estrategia. La estratagema en una campaña es una versión falsa de la verdadera estrategia para engañar al adversario. Es un artificio, una finta.

Estamos convencidos que la estrategia del comandante y de su sala situacional es muy distinta. Se fundamenta -en nuestra opinión- en convencer al pueblo venezolano, profundamente religioso y creyente en los milagros, que con Chávez ocurrió ese prodigio. Chávez ha pedido claramente el milagro a la Virgen de la Chiquinquirá, a la Divina Pastora, al Cristo redentor, al Nazareno, a José Gregorio Hernández, y a deidades como las ánimas o espíritus de los Llanos, o a María Lionza. También, ha rezado públicamente y ha “pagado” promesas ante la opinión pública.

De manera que esa mayoría contundente y creyente de venezolanos espera el milagro de la sanación de Hugo Chávez. Si esta ocurre, o al menos –para el 7 de octubre- el comandante logra convencer a esta mayoría que está curado, es muy difícil que no voten por él. La gente se preguntaría si Dios hizo el milagro de salvarlo por qué no votaría por él... ¿Votaría contra un aparente mandato de Dios?...

Esta estrategia se venía cumpliendo. Los venezolanos veían a un Chávez hablando hasta más de 9 horas. Trabajando, inaugurando, asistiendo a actos proselitistas o de gobierno… y las encuestas comenzaron a reflejar dos datos: Uno, que la mayoría pensaba que el presidente estaba o se estaba curando, y dos, los puntos en la popularidad de Chávez subieron considerablemente. El problema, claro está, es que el mismo Chávez anunció que la enfermedad seguía su curso. Colocando esta estrategia casi en bancarrota. No obstante, todo parece indicar que van a insistir en ella, porque la información del oficialismo de manera general es que el comandante “está bien” y el propio Chávez proclama que será el candidato y que derrotará a Capriles el 7 de octubre.

Por otra parte, el comando de campaña de Chávez piensa que obligarán a Capriles a confrontar con Chávez. De esta forma obligarían a la oposición a discutir con el gobierno en el escenario de la división, fortaleciendo a Chávez. La dificultad y riesgo de este escenario es que Capriles –en un momento dado- puede decirle a Chávez: Bueno, muy bien, Usted quiere confrontar, pues lo ¡Reto a debatir por televisión!... Y el presidente tendría que declinar, no solo porque como él dice “Águila no caza moscas”, sino más bien porque es imposible que en un debate cara a cara Chávez salga bien parado, o mejor dicho, Capriles no tiene nada que perder en un debate sino todo por ganar. Solamente al presentarse al debate, Capriles se iguala al comandante. Además, no es lo mismo hablar horas en un monólogo que explicar en uno o dos minutos las ideas. Chávez estaría en aprietos. También, Capriles ha demostrado en los debates de las primarias su serenidad y aplomo. Creemos sería fácil para el novel candidato sacar de sus casillas al Chávez iracundo que ya hemos conocido. Capriles únicamente con poner sobre la mesa los temas de inseguridad, escasez de viviendas, aporte de Venezuela a otros países, alto costo de vida, o corrupción, pondría en apremios al comandante.

La táctica del PSUV será la confrontación, la división del país, ellos o nosotros. Será inevitable para el oficialismo, -y ya lo estamos viendo- incrementar la lucha de clases y el odio social, porque si hablan de amor social, de unidad nacional, de todos juntos o de progreso en todas sus acepciones, fortalecerían la campaña de Capriles. El problema de esta táctica es que cada día que pasa gran número de venezolanos se están cansando de la peleadera y lo que quieren es soluciones a sus problemas. Por ello los Ni-nis aumentan y la Unidad también.

Mientras tanto a nivel personal Chávez requiere hablar de vida, amor, alegría y creencias religiosas porque de verdad –igual que todos- desea el milagro de su sanación, y para ello, es necesaria la mente en positivo. Esto genera una enorme contradicción en su credibilidad, al pasar del amor al odio en cada alocución. Como también entró en contradicción asegurando estar curado y acto seguido tener que reconocer que no decía toda la verdad.

A pesar de todo -enfermo o no- si llega al 7 de octubre como candidato, será un hueso duro de roer para Capriles.

La Campaña de la Unidad Nacional

La campaña de Henrique Capriles Radonsky centra su estrategia en un concepto cada vez más exitoso: Unidad Nacional. Henrique propone unir al país para enfrentar todos juntos los problemas y lograr el progreso, el bienestar y el desarrollo de Venezuela.

Su escenario fundamental es el futuro que él representa versus el pasado de Chávez… y los anteriores. Es la unidad nacional versus la división. El amor social, versus el odio de clases. La paz social versus la confrontación.

No hay estratagema, son tantos los factores que le apoyan que es imposible lograr la unidad sin una estrategia prístina, transparente, compartida por todos, sin secretos.

El se muestra tal cual es, joven, sano, con experiencia para gobernar, como parlamentario, alcalde y gobernador, apuesta por el futuro, tiene una vida por delante, lo apoyan todos, organizaciones de todas las posiciones políticas, grupos de todos los estratos sociales y ha logrado poner de acuerdo a todos los factores que desean un cambio en el país. Se parece mucho a aquel joven teniente coronel cuando era una esperanza para la mayoría por allá en 1997 y que ganara las elecciones en 1998.

Capriles ya logró que el oficialismo centre su campaña no en la obra de gobierno de Chávez sino en los ataques al gobernador de Miranda. Recordemos que Chávez fue el candidato más atacado en las elecciones de 1998… y ganó. El asunto es que generalmente las campañas electorales las ganan los candidatos que se convierten en el eje de la opinión de los adversarios. Chávez y sus adláteres hablan de Capriles, pero Henrique no le para al comandante.

Henrique Capriles está en campaña por todo el país, puede recorrer, caminar, realizar encuentros, mítines, ir casa por casa, reunirse, informar a diario. Todo indica que su lenguaje de tolerancia, gobierno para todos, unidad nacional y de progreso va calando y en aumento sus seguidores. Además cuenta con la sólida maquinaria de Primero Justicia que ha ido conformando Julio Borges, el apoyo de los precandidatos y de las organizaciones políticas que integran la Mesa de la Unidad, con todo lo que ello implica.

Si Chávez no puede igualarlo en campaña, se pondrá de manifiesto su enfermedad y los ciudadanos cambiarán su percepción del supuesto milagro. Henrique Capriles ganaría las elecciones, aunque Chávez conservara la querencia de una mayoría de venezolanos. La experiencia mundial demuestra que los pueblos no votan por gobernantes cuya enfermedad no le permita administrar con eficiencia y resolver los problemas comunes de la gente. Esta verdad la reconoció de hecho hasta Fidel Castro quien se separó del poder por su enfermedad. No perdió su prestigio entre sus seguidores y Raúl Castro ha podido mandar. Fidel se dio cuenta que ponía en riesgo su revolución si se mantenía a ultranza como cabeza del estado. Probablemente ni los líderes civiles del partido comunista ni los militares cubanos lo hubieran permitido. Chávez está enfermo, si se empeña en ser el candidato, el oficialismo corre el riesgo de perder las elecciones. Obviamente, sin Chávez, también será cuesta arriba. Decisión crucial que tendrán que tomar en el oficialismo.

Sí, Henrique Capriles puede ganar la presidencia de la República.

La excepción

Si se planteara, como pauta la Constitución Nacional, la ausencia absoluta del presidente Hugo Chávez, antes de las elecciones, asumiría el poder el vicepresidente en ejercicio para la fecha hasta el final del mandato en febrero de 2013. Los candidatos que se mencionan son Jesse Chacón, Francisco Ameliach u otro militar activo o retirado y José Vicente Rangel, aunque pensamos que Rangel puede ser el nuevo canciller. En Relaciones Interiores pensamos que será Pedro Carreño o Rodríguez Chacín. O sea, todos militares menos Rangel, quien tendría un papel de mediador del gobierno con la oposición. También, tenemos la subida al juego, con el mayor rango después de Chávez, a Diosdado Cabello. Otra posibilidad –si lo acepta el sector castrense chavista- es Adán Chávez como sucesor familiar del comandante.

Todo ello indica que el oficialismo se está preparando para un escenario delicado y eventualmente comprometido que requeriría en sus altos mandos de gobierno a líderes militares. Si faltara Hugo Chávez se necesita ecuanimidad y prudencia del oficialismo y de la oposición, porque la institucionalidad podría perderse. La reacción emotiva de una parte de la población puede derivar en una explosión social. Incluso, algunos colectivos podrían estar interesados en generar caos. De ello ocurrir, Venezuela podría estar al borde de un precipicio, de una conflagración que nadie desea.

Es conveniente señalar que lo adecuado sería que las elecciones presidenciales se realizaran en la fecha prevista, pero en caso de alguna contingencia como la descrita, el gobierno podría intentar, usando su mayoría en la Asamblea, en el Consejo Nacional Electoral, y con apoyo del Tribunal Supremo de Justicia, la suspensión de las elecciones presidenciales, lo cual generaría una crisis en Venezuela de tal magnitud que es imposible pronosticar su desenlace.

Si Chávez considerara hacer lo que transitó Fidel Castro, como fue el apartarse del poder, se retirara de la presidencia y de la candidatura, y se dedicara -como el líder cubano- a sanarse, aparte de ser una salida humana a su propia persona, permitiría otro candidato en el PSUV, las elecciones se realizarían el 7 de octubre sin mayores complicaciones, y Venezuela elegiría a su nuevo presidente. Se estabilizaría al país, independientemente de quien resultara el ganador.









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