Ucrania y Venezuela: ¿Dos guerras en un solo tablero?
- Vladimir Gessen
- hace 2 horas
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El ultimátum a Ucrania y la ofensiva de EEUU contra el Cartel de los Soles revelan una negociación silenciosa entre Washington y Moscú... Ambos países podrían ser piezas del mismo tablero entre EEUU y Rusia: Si Kiev rechaza el plan de paz, Venezuela podría sufrir un ataque. Si Ucrania cede y acepta el acuerdo, Rusia podría influir para una salida negociada en Venezuela. Si no, ambos frentes podrían escalar.

Conexión sigilosa
En geopolítica, aquello que parece aislado suele estar silenciosamente conectado. Hoy, mientras Ucrania recibe un ultimátum para aceptar un plan de paz que incluye ceder territorio, renunciar a la OTAN y reducir su ejército, Venezuela enfrenta un giro histórico como es la entrada en vigor, este 24 de noviembre, del decreto estadounidense que declara al Cartel de los Soles como organización terrorista, abriendo la puerta legal para ataques directos dentro del país.
A simple vista, Ucrania y Venezuela son escenarios separados. Pero si en Europa asistimos a una guerra “proxy” entre Estados Unidos y Rusia, ¿es posible que lo que ocurre en el Caribe sea otro capítulo de la misma disputa geoestratégica? ¿Estamos ante un tablero doble, donde lo que se negocia en Kiev repercute en Caracas y viceversa? Es una hipótesis no descartable, y traza cuatro escenarios posibles —desde una escalada simultánea hasta un acuerdo amplio que conecte a Europa y América Latina— para comprender el mundo que puede estar por venir.
El contexto real: Plan de 28 puntos para Ucrania
Los medios internacionales han revelado que Washington y Moscú manejan un plan que exige a Ucrania ceder territorios ocupados por Rusia (Crimea y zonas del Donbás). El objetivo del plan consiste en garantizar que Ucrania jamás ingresará en la OTAN. Reducir significativamente el tamaño y alcance de sus fuerzas armadas, y aceptar una “neutralidad permanente”. Estados Unidos está presionando a Kiev para que responda antes del Día de Acción de Gracias, el 27 de noviembre, con una señal muy clara: si rechaza el plan, el apoyo militar podría disminuir o desaparecer.
El giro en Venezuela: el Cartel de los Soles como terrorista
EEUU ha sancionado al “cartel venezolano”, y desde el 24 de noviembre entra en vigencia la designación del Cartel de los Soles como Organización Terrorista Extranjera (FTO), lo que habilita acciones extraterritoriales directas, ataques a infraestructura, y lo más grave la amenaza de la neutralización de los jefes del cartel. Asimismo, contempla la intervención de la flota estadounidense que ya se encuentra desplegada en el Caribe. El portaaviones nuclear USS Gerald R. Ford, junto a submarinos y destructores, aviones y misiles, que está en posición de operar en caso de órdenes superiores. No es retórica, en semanas recientes, EEUU ya ha destruido embarcaciones vinculadas al narcotráfico en operaciones reales con cerca de un centenar de bajas humanas.
¿Dos escenarios aislados? No exactamente
Ucrania es un campo de batalla donde EEUU y Rusia miden fuerza a través de un tercero. Venezuela, con apoyo logístico, militar e industrial ruso y chino, se convierte hoy en otro punto caliente. La sincronía de ambos procesos sugiere que podríamos estar ante un mismo tablero global, donde Moscú busca consolidar victorias estratégicas en Europa y América Latina. En tanto que Washington quiere cerrar la guerra en Ucrania y, al mismo tiempo, golpear el corazón de un cartel narcotraficante en Venezuela que —según el gobierno y las cortes estadounidenses— involucra a algunos altos jerarcas civiles y militares. En el ínterin, China observa y mide costos, defendiendo su influencia económica en Caracas y su alianza estratégica con Moscú.
¿Un solo tablero estratégico?

Desde la II Guerra Mundial EEUU y Rusia, otrora la Unión Soviética (URSS) se han repartido las riquezas del mundo. Desde la psicología del poder, las potencias no mueven fichas en un solo frente. se Observan el conjunto. Y en este momento, muestra algo inquietante: Por una parte en Europa, Rusia presiona por territorio, neutralidad ucraniana y reducción militar. Por la otra en América, Rusia no quiere perder a su mayor aliado político en el hemisferio occidental, el gobierno venezolano. Si una potencia busca ventaja en un tablero, la otra la buscará en el contrario. La hipótesis central es plausible: Ucrania y Venezuela podrían estar conectadas como piezas de negociación simultánea y muda.
¿Qué puede ocurrir?
Surgen escenarios si se acepta la hipótesis del vínculo de una conexión entre ambas situaciones, la de Venezuela y la de Ucrania.
Escenario A: Ucrania rechaza el plan, lo cual provocaría una escalada en Europa y el comienzo de los ataques en Venezuela. Este es el escenario más tenso.
A1. Rusia redobla la guerra, incluso contra Kiev: Si Ucrania rechaza el plan, es probable que Rusia responda con ataques masivos sobre infraestructura energética, transporte y comunicaciones. Bombardeos sobre Kiev para elevar el costo político del rechazo, y movilización adicional en los frentes de Járkov y Zaporiyia. Moscú así daría un mensaje: “El tiempo juega a nuestro favor”.
A2. EEUU intensifica operaciones contra el Cartel de los Soles: Con el decreto de Organización Terrorista Extranjera ya en vigor, Estados Unidos podría empezar una escalada contenida con ataques marítimos, interdicción de rutas, drones sobre pistas clandestinas y de centros de acopio y de distribución de drogas. Al mismo tiempo, dar inicio de una escalada personalista (riesgo alto) de impacto en grupos guerrilleros en territorio venezolano, y parte del cartel de drogas, lo que abre la puerta para golpes contra jefes del Cartel. En este escenario, los dos conflictos se encienden simultáneamente: Rusia escalando presión en Europa, y EEUU escalando presión militar en el Caribe en particular en Venezuela.
A3. Respuesta de Rusia en Venezuela: Rusia podría reaccionar con mayor apoyo militar encubierto a Venezuela. Amenaza de ejercicios conjuntos. Retórica de “defender a un aliado agredido”. Iniciativas diplomáticas en la organización BRICS+ y en la ONU.
Aunque en el plano militar directo, Moscú evitará un choque con EEUU porque el Caribe es un teatro extremadamente desfavorable para el Kremlin. La probabilidad de este escenario es alta si Kiev rechaza el plan sin ofrecer una alternativa negociada.
Escenario B: Ucrania acepta o “no rechaza” el plan logrando una distensión en Europa, y en EEUU. Este escenario asume que Ucrania, presionada por Washington y Europa, cede parcialmente.
B1. Rusia obtiene “una victoria narrativa”: El Kremlin podría vender a su población que logró evitar la entrada de Ucrania a la OTAN. Asegurar la permanencia de Crimea y limitar al ejército ucraniano. Sería el cierre político que Putin necesita antes del próximo ciclo de poder.
B2. ¿Qué ocurre con Venezuela? La pieza negociada: Aquí surge la hipótesis más delicada porque si Rusia obtiene lo que quiere en Europa, podría haber estado de acuerdo con EEUU para “ordenar” una salida controlada en Venezuela. Esto podría significar aceptar un proceso de transición con garantías. Permitir un reacomodo del chavismo sin Maduro. O incluso facilitar el asilo de Maduro en Rusia y de otras autoridades, como sucedió con otros líderes autoritarios protegidos por Moscú. En este escenario, Venezuela pasa de ser un punto de confrontación a una pieza negociada en un acuerdo global.
B3. EEUU reclamaría una doble victoria: “Paz” en Europa, y señalaría que dio un golpe estratégico al cartel de los soles. Se inicia un proceso hacia la transición política.
La probabilidad cualitativa de este escenario es moderada en el mediano plazo, y baja de forma inmediata si se presenta resistencia ucraniana a ceder territorio.
Escenario C: De ambigüedad prolongada, ni paz ni guerra total. Es posible que Ucrania no acepte el plan, pero tampoco cierre la puerta. Lo cual crearía un “limbo militar y diplomático” donde Rusia incrementa presión sin grandes bombardeos sobre Kiev. EEUU ataca progresivamente al Cartel, aunque tal vez sin tocar el corazón del régimen. En este escenario, Ucrania queda atrapada en una guerra congelada, y Venezuela queda sometida a una presión militar creciente, pero sin colapso inmediato. Esta ha sido la fórmula más común en los conflictos dilatados: no hay guerra total, pero tampoco solución, como en Ucrania.
Escenario D: Aunque difícil de ocurrir puede preverse un choque limitado EEUU y Rusia. Un error de cálculo podría detonarlo, como drones que chocan, un misil que alcanza personal ruso. Un buque ruso interceptado de forma agresiva. Un ciberataque atribuido erróneamente. Cualquier incidente que podría llevar a una crisis tipo “Caribe 2.0”, con movimientos navales tensos, amenazas cruzadas, y la necesidad de una negociación urgente para evitar una escalada mayor. La probabilidad es muy baja, pero no imposible. Cuando dos potencias operan en tableros superpuestos, el riesgo de accidente aumenta.
Indicadores a observar en los próximos días
Discurso de Zelenski y de la Unión Europea si hablan de “decisiones dolorosas”, aumenta la probabilidad de acuerdo.
Comunicados del Pentágono y SOUTHCOM, en especial atención a “reglas de enfrentamiento” o a “infraestructura asociada a organizaciones terroristas” aumenta la posibilidad de ataques.
Movimientos de Rusia hacia Venezuela como visitas militares, ejercicios, y acuerdos energéticos urgentes anuncia escalada.
Narrativa interna de Washington en el caso de que la administración comience a vincular ambos frentes públicamente previene aumento de confrontación abierta.
El tablero unificado

Desde la psicología del poder, ninguna decisión de una superpotencia es aislada. Las potencias negocian, presionan y sancionan pensando en varios tableros al mismo tiempo. Hoy, Ucrania y Venezuela forman parte del mismo mosaico. Uno en Europa del Este. Y el otro en el Caribe. Ambos atravesados por la confrontación estratégica entre Estados Unidos y Rusia. Y este es el dilema central: ¿Cuánta soberanía, cuánta dignidad, y cuánta estabilidad están los pueblos dispuestos a sacrificarse en nombre de una paz negociada? ¿Y cuánto riesgo están dispuestas a asumir las potencias para no perder influencia? A veces, las guerras no terminan donde se pelean. Terminan donde se negocian. Y hoy, la negociación puede estar sucediendo en Washington y Moscú… pero no en Kiev, ni en Caracas. Mientras tanto en el Mar Caribe se bombardean lanchas con muertos ejecutados sin debido proceso, y la guerra de Ucrania ya se cuentan más de 80 mil soldados ucranianos muertos y 14.534 civiles fallecidos y 38.472 heridos al 31 de octubre de 2025 según la oficina de derechos humanos de la ONU.
En este instante, en tanto que las cancillerías calculan silencios y las potencias miden cada movimiento como si fueran cirujanos del destino, dos pueblos —el ucraniano y el venezolano— permanecen suspendidos en una misma incertidumbre. No lo saben, pero sus realidades palpitan en un tablero único, donde la decisión que se tome en un despacho de Kiev puede alterar la noche en Caracas, y un bombardeo en el Caribe puede reconfigurar las negociaciones en Europa del Este.
Porque —como me recuerda mi esposa María Mercedes— así es la lógica del poder cuando se concentra en pocas manos. El dolor de un pueblo se convierte en moneda de cambio, y la esperanza de otro se negocia en mesas donde nadie que sufre tiene asiento. Hoy, Ucrania sigue contando a sus muertos, mientras Venezuela ya dentro de una zona de sombra que lleva años, y ahora donde una designación de terrorismo y un portaaviones nuclear a pocas millas no son símbolos, son advertencias. Y en esa convergencia trágica, emerge la pregunta que las superpotencias jamás formulan en voz alta, pero que domina la respiración de sus estrategas: ¿Hasta dónde están dispuestos a tensar la cuerda sin romperla? ¿Y hasta dónde están dispuestos los pueblos a soportar decisiones que nunca tomaron? Lo cierto es que nada está escrito. Puede haber un acuerdo que suavice un frente y reordene el otro. Puede haber una escalada simultánea que incendie las dos regiones al mismo tiempo. O puede surgir el peor escenario, el error, el accidente, la chispa que nadie quiso pero que todos provocaron.
En este punto crítico de la historia, el mundo no se divide entre Este y Oeste, entre Europa y América, entre Kiev y Caracas. El mundo se divide entre la cordura que aún puede prevalecer y la fatal de arrogancia que tantas veces nos llevó al abismo.
Como psicólogo, no puedo dejar de señalarlo, las decisiones que vienen no serán solo geopolíticas. Serán profundamente humanas, o profundamente inhumanas. Porque las guerras —todas— comienzan idealmente, o por una frase mal calculada, un avión mal interpretado, un ultimátum que humilla… y terminan perennemente en el mismo lugar, en el cuerpo de los inocentes. Por eso, hoy más que nunca, el futuro del Mar Caribe y de Venezuela, así como en las estepas ucranianas no se define solo en mapas, discursos o amenazas. Se precisa en la conciencia de quienes tienen en sus manos el poder de detener la tragedia o de acelerarla. Y si algo enseña la historia es que la paz no la construyen los fuertes cuando ganan, sino cuando deciden no destruir. Este es el verdadero dilema que enfrentamos ahora. El reloj avanza. Los plazos se vencen. Los barcos no se han movido. Los misiles tampoco. Pero el tablero ya está dispuesto. Y el mundo —una vez más— contiene la respiración… Si desea darnos su opinión o contactarnos puede hacerlo en psicologosgessen@hotmail.com... Que la Eterna Providencia Universal nos acompañe a todos…

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