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¿Perón era adeco y Romulo peronista?

Perón y Betancourt  hablaron de justicia social y pueblo, pero lo hicieron desde proyectos distintos. Imagen: IA Sora. 
Perón y Betancourt hablaron de justicia social y pueblo, pero lo hicieron desde proyectos distintos. Imagen: IA Sora. 

La primera vez que me hice esta pregunta no fue en una biblioteca ni en un aula universitaria. Fue en el Café La Orquídea, en Buenos Aires, conversando con un amigo argentino que es politólogo. Entre un café con leche y dos medialunas, discutíamos sobre los

paralelismos latinoamericanos del siglo XX, y él lanzó una provocación que me quedó resonando: “¿No será que Perón era adeco y que Rómulo, en el fondo, fue peronista?”.


Aquella duda, que parecía un juego de sobremesa, pronto se volvió un desafío serio. Porque detrás de la broma había una hipótesis implícita: ¿hasta qué punto los dos grandes movimientos populares de la región —el peronismo en Argentina y Acción Democrática en

Venezuela— compartieron doctrinas, estrategias y sueños? ¿Y hasta dónde se diferenciaron al punto de hacer imposible esa equivalencia?


Contexto histórico: fábricas y petróleo


En Argentina, El Peronismo nació en medio de un proceso de industrialización acelerada, urbanización y expansión sindical. El 17 de octubre de 1945, jornada fundacional, marcó el ingreso del movimiento obrero como actor político: miles de trabajadores colmaron Plaza de Mayo exigiendo la liberación de Perón, preso en la isla Martín García. La UBA documenta que, a partir de allí, Perón articuló un bloque de poder donde los sindicatos fueron “columna

vertebral” (UBA, 2017).


En Venezuela, Acción Democrática nació en 1941 con un programa de democratización política y justicia social. Durante el Trienio Democrático (1945–1948), AD promovió la primera elección presidencial directa de la historia venezolana: Rómulo Gallegos, escritor de Doña Bárbara, fue electo con 74% de los votos. La UCV subraya que fue un hito fundacional de ciudadanía, aunque breve: en 1948, un golpe militar derrocó a Gallegos y clausuró el

ensayo democrático (UCV, 2018).


Ambos movimientos nacieron en un tiempo de cambios estructurales: industrialización en Argentina, petróleo en Venezuela. En ambos, la promesa era darle al pueblo un lugar central en la política.


Doctrina y discurso: pueblo contra oligarquía


El Peronismo levantó su doctrina en torno a tres banderas: justicia social, independencia económica y soberanía política. En 1949, Perón impulsó una nueva Constitución que incorporó derechos sociales —al trabajo, a la seguridad social, a la educación— y

consolidó el modelo de Estado interventor. La USAL (Campo, 2022) analiza cómo este marco jurídico reforzó la idea del “pueblo” como sujeto histórico y del peronismo como encarnación de esa voluntad.


Acción Democrática en Venezuela popularizó el lema “Pan, tierra y trabajo”. Betancourt lo tradujo en políticas concretas: una Ley de Reforma Agraria proyectada en 1945, el impulso a la sindicalización petrolera y el acceso masivo a la educación pública. La UCAB (2000) lo define como un intento de democratización integral: política, social y económica.


Ambos coincidieron en algo esencial: la confrontación con las élites tradicionales. En Buenos Aires, el enemigo era “la oligarquía y los imperialismos”; en Caracas, la “rosca” petrolera y la oligarquía agraria.


Institucionalización y democracia


El contraste aparece al mirar la relación con las instituciones. En Argentina, El Peronismo fue ambivalente: amplió derechos sociales, pero restringió libertades políticas. En 1951, Perón ganó con 62% de los votos, pero simultáneamente cerró medios opositores y persiguió disidentes. La UBA muestra cómo la universidad fue intervenida: autoridades depuestas, cátedras alineadas y persecución a estudiantes críticos (UBA, 2017).


En Venezuela, AD construyó un sistema de partidos tras 1958. El Pacto de Puntofijo garantizó alternancia y estabilidad. Durante la presidencia de Betancourt (1959–1964), se enfrentó a dos intentos de golpe militar y a la insurgencia guerrillera, pero el sistema democrático resistió. La UCAB (2010) señala que el pacto fue criticado como excluyente, pero logró lo que ningún otro país latinoamericano de la época: 30 años de continuidad democrática.


Universidad y cultura política


La universidad fue un espejo de las tensiones políticas. En Argentina, tras la reforma universitaria de 1918, la UBA había sido bastión de autonomía y cogobierno. Pero bajo Perón, esas banderas fueron desplazadas: en 1947 se derogó la autonomía y se buscó alinear la universidad con el Estado (UBA, 2017).


En Venezuela, la UCV fue protagonista del proceso democrático. Tras 1958, se consagró la inviolabilidad del recinto universitario, prohibiendo el ingreso de fuerzas armadas sin autorización. Esto convirtió a la UCV en bastión de oposición y crítica, incluso contra

gobiernos adecos (UCV, 2018).


El contraste es evidente: Perón disciplinó la universidad; AD la blindó como contrapeso.


Y ahora pasamos a las respuestas:


¿Perón era adeco?


La respuesta es no. Aunque compartía banderas similares. El Peronismo se organizó como movimiento carismático, dependiente de la figura del líder y con prácticas autoritarias (En este caso se parece más al Chavismo). AD, en cambio, se estructuró como partido institucional, con congresos internos y vocación pluralista.


Ejemplo: mientras Perón convocaba a su base en la Plaza de Mayo y respondía directamente desde el balcón presidencial, Betancourt confiaba en la estructura partidaria para negociar alianzas y sostener la gobernabilidad.


¿Rómulo Betancourt era peronista?


Tampoco. Betancourt valoraba la movilización popular de Perón, pero desconfiaba de su autoritarismo. Mientras Perón buscaba hegemonizar todas las instituciones, Betancourt apostaba por el sistema de partidos.


Ejemplo: en 1960, Betancourt enfrentó el atentado conocido como “el bazucazo” —un ataque con cohetes contra el Palacio de Miraflores. Su respuesta no fue clausurar partidos ni universidades, sino reforzar el sistema democrático y mantener elecciones. Esa diferencia lo

distancia radicalmente del modelo peronista.


Mis conclusiones


La sobremesa en el Café La Orquídea me llevó a esta conclusión: ni Perón fue adeco, ni Rómulo peronista. Pero la provocación valió la pena, porque me obligó a mirar los espejos rotos de América Latina.


Perón construyó un movimiento personalista que aún hoy marca la política argentina. Betancourt edificó un partido institucional que fue columna vertebral de la democracia venezolana durante tres décadas. Ambos hablaron de justicia social y pueblo, pero lo hicieron

desde proyectos distintos: el mito en Buenos Aires; la institución en Caracas.


Referencias


Campo, F. (2022). Los modos del peronismo. Otra mirada sobre la formación de la identidad peronista. Miríada, 14 (18), 45–63. Universidad del Salvador.


Comastri, H. (2019). Peronismo, ciencia y técnica en la Argentina (1946 - 1955). CONICET.

Facultad de Derecho, UBA. (2017). La Facultad de Derecho y Ciencias Sociales en los tiempos del primer peronismo (1946-1955). Buenos Aires: Depto. de Publicaciones.

Lavallén Ranea, F. (2019). Utopía social justicialista: representaciones en el primer peronismo (1946-1955). Signos, Universidad del Salvador.


Universidad Central de Venezuela. (2018). Breve reseña histórica de la UCV: autonomía e inviolabilidad del recinto universitario. Caracas: UCV.


Universidad Católica Andrés Bello. (2000). Temas de Coyuntura #30: Pensamiento democrático en Acción Democrática. Caracas: UCAB.


Universidad Católica Andrés Bello. (2010). La política y los valores: ElPacto de Puntofijo. Caracas: ABediciones UCAB.


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