Nearshoring
- Pedro Elías Hernández
- 16 may 2023
- 3 Min. de lectura

El buen desempeño de la economía, de los sistemas políticos e institucionales en los lugares en donde tal cosa se produce, se asocia a una consideración de escala demográfica y funcionalidad espacial en base a criterios que se desprenden de nuevas realidades. Hasta la primera mitad del siglo XX, existían en el planeta alrededor de 60 naciones independientes. Este número en el presente ha aumentado a más de 200. En tal sentido la tendencia ha
sido que muchos países contengan en sus respectivos territorios relativamente menor cantidad de población.
Las nuevas corrientes de pensamiento que estudian los procesos de la ocupación del espacio, la nueva geografía urbana, junto a importantes escuelas económicas
abocadas a la teoría del crecimiento y que hacen vida en las principales universidades y círculos académicos del mundo, atribuyen al desarrollo de las ciudades y de las
regiones, más que al desempeño de los estados y naciones, el impacto positivo sobre la inmensa prosperidad material que ha traído el fenómeno de la globalización.
Por ejemplo, la ciudad de Yakarta crece dos veces más que lo que crece económicamente Indonesia. La famosa City de Londres crece tres veces más que El Reino Unido y cuatro veces más que toda Europa en su conjunto. La metrópoli de Nueva York genera el doble de riqueza que Suecia. Igualmente, Sao Paulo tiene mayor peso económico individual en sus relaciones con el mundo que lo que tiene en conjunto Brasil. Sólo la ciudad de Estambul mueve hacia Berlín y otras ciudades germanas cada año dos tercios del volumen de negocios que transa toda Turquía con Alemania. Y Texas y Florida, son las dos nuevas locomotoras económicas de EE.UU.
El fenómeno de la globalización ha marcado una tendencia: ha hecho más compactos los países en tanto su escala demográfica y a tener en determinados centros urbanos,
con atributos geográficos particulares, sus emplazamientos territoriales fundamentales. De hecho, los ejes de poder en el mundo se han venido conformando, no tanto en atención
a las relaciones que se establecen entre Estados y naciones, sino entre ciudades y regiones, lo cual ha dado paso a una nueva forma de gobernanza internacional.
Surge de esta manera la categoría conocida como ciudades globales. ¿En qué consisten? Son ejes espaciales de negocios trasfronterizos, que configuran una geografía urbana de diferente tipo. La experta en este apasionante tema, la socióloga neerlandesa Saskia Sassen, ha profundizado sus estudios sobre la materia y desde la Universidad de Chicago ha hecho un listado de las 50 ciudades globales más importantes y que constituyen las locomotoras del progreso material de las sociedades contemporáneas.
El concepto de ciudades globales se define en base a la evaluación de estos espacios urbanos de acuerdo a parámetros como desempeño económico, recurso humano,
intercambio de flujos de información (conectividad tecnológica con el resto del mundo), fortaleza institucional, compromiso político y diversidad cultural.
Entre las primeras 10 ciudades globales más importantes se encuentran Nueva York, Londres, París, Tokio, Hong Kong, Houston, Singapur, Chicago, Seúl y Toronto. Ya aquí vemos cómo se alinean los ejes de poder en el mundo actual, en donde Norteamérica y Asía, han superado
abiertamente a Europa.
Las regiones del mundo en donde se localizan las llamadas economías emergentes, que han logrado torcerle el brazo a la pobreza y sacar a centenares de millones de personas de sus penosas condiciones de vida, han visto surgir ciudades globales tan importantes como Shanghai, Dubái, Shenzhen, Beijing, Dublín, Sídney, Manila, Bombay, Yakarta, Ciudad Ho Chi Minh, Nueva Delhi, Johannesburgo entre otras. En América Latina figuran en el ranking de las
50 más importantes del orbe, Ciudad de México, Sao Paulo, Buenos Aires, Rio de Janeiro y Bogotá.
Lamentablemente, no hay ninguna ciudad venezolana en esa lista. Un dato por demás relevante y trágico.
Como resultado de la recién finalizada pandemia de coronavirus, se ha producido un reacomodo en el orden de la globalización. La grave crisis de las redes de suministro
de mercancías a nivel global ha sido una de esas consecuencias. Al igual que el encarecimiento de la mano de obra en China.
Por eso ha surgido una nueva tendencia, el llamado nearshoring, una trasferencia de procesos de negocios o tecnología desde países de alto nivel de desarrollo hacia
regiones ahora más cercanas geográficamente, con pocas diferencias en el huso horario. Igualmente, esta nueva práctica ha descubierto un mejor desempeño gerencial cuando es presencial y personalizado que a distancia por vías informáticas.
Venezuela debería aprovechar esta novedosa circunstancia, como lo están aprovechando México, Guatemala, Costa Rica, El Salvador y otros en América Latina.
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