Joaquín Sabina, hola y adiós
- Aquilino José Mata
- hace 1 día
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Con más de cinco décadas de carrera, Joaquín Sabina prosigue la extensa gira que marcará su despedida de los escenarios. El cantautor, nativo de Úbeda (Jaén, España) en 1949, fue un lector voraz desde su adolescencia, época en la que escribió sus primeros poemas y participó en un incipiente grupo de rock.
Durante su período universitario formó parte del movimiento estudiantil contrario al régimen franquista imperante entonces, que desencadenaría en su autoexilio en Londres, donde escribió sus primeras canciones, hasta su regreso a España en 1977, dos años después de la muerte del dictador.
En la capital británica sobrevivía cantando en el metro, punto de partida de una celebrada trayectoria que abarcó los impetuosos ochenta, cuando deslumbro con una obra teñida de un poderoso lirismo urbano, que lo situó cada vez más alto en el ámbito de la canción de autor. En la década siguiente, la de los noventa, ya era profeta en su tierra, pasaporte invalorable para entrar definitivamente, en el nuevo milenio, bajo la categoría de mito internacional.
Hola y adiós, que así se llama la gira de despedida de Sabina, comenzó en febrero pasado en Latinoamérica y Estados Unidos, un recorrido que lo llevó a México, varias ciudades estadounidenses, Costa Rica, Colombia, Perú, Chile, Uruguay y Argentina. Tras una breve pausa, ofreció el pasado lunes 19 de mayo el primero de los ocho conciertos que tiene previstos en Madrid, su ciudad de adopción y musa, donde la devota audiencia que plenó la Movistar Arena recibió extasiada todos y cada uno de sus históricos éxitos, himnos como Calle Melancolía, Por el Boulevard de los sueños rotos, Mentiras piadosas, 19 días y 500 noches, Y nos dieron las 10 y Princesa, entre muchos otros, algunos de ellos coreados por el público de principio a fin.
La gira se extenderá hasta noviembre y abarcará en este tramo numerosas ciudades españolas y otros países de Europa. De esta manera, cerrará un círculo de medio siglo marcado por una leyenda personal disoluta y un nutrido y sólido torrente de canciones alojadas en decenas de discos, cantadas y coreadas en míticos escenarios como el Royal Albert Hall de Londres, el Luna Park y la Bombonera de Buenos Aires, el Olympia de París, el Palau Sant Jordi de Barcelona, el Auditorio Nacional y el Zócalo de Ciudad de México, el Madison Square Garden y el Carnegie Hall de Nueva York, la Movistar Arena y Las Ventas de Madrid, a donde volverá, o ya se ha presentado, en el transcurso de este recorrido de despedida.
Joaquín Sabina no solo deja los escenarios, sino también una profunda y arraigada huella en la cultura musical hispana. Sus letras, cargadas de ironía, amor y desgarro, lo han convertido en un cronista de lo cotidiano, en un poeta urbano que cantó lo que muchos no sabían decir y al que, hoy y siempre, celebraremos y le rendiremos todo el tributo que se merece.