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Estos son los escenarios entre EEUU y Venezuela

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Queremos advertir a los altos mandos políticos y militares de Washington y Caracas que los caminos belicosos, lejos de otorgar victorias, conducirían a derrotas estratégicas para ambos países, y a una desestabilización regional de consecuencias imprevisibles.


La historia nos enseña que los conflictos más destructivos rara vez comenzaron con una invasión planificada. En incontables ocasiones bastó un error de cálculo, un gesto mal interpretado, o un choque menor para desencadenar una tragedia que nadie deseaba. Hoy, el Caribe se ha transformado en una falla tectónica geopolítica. Estados Unidos despliega destructores, submarinos y aeronaves frente a las costas venezolanas, bajo la bandera de la “guerra contra el narcotráfico”. Venezuela responde con maniobras militares, discursos de resistencia y la movilización de sus fuerzas armadas y de una milicia popular. Cada movimiento genera ondas que llegan hasta Guyana, Brasil y Colombia, y que de seguir más allá de las amenazas, repercutirán en los mercados, la diplomacia internacional y en la vida de millones de personas en el mundo entero.

Queremos exponer los seis escenarios más probables si se mantiene la actual estrategia de presión y contrapresión de Estados Unidos y de Venezuela. Se trata de situaciones posibles, ya exploradas en conflictos pasados en Medio Oriente, Europa y América Latina.

 

Escenario 1: Disuasión prolongada

 

El escenario más probable es una paz tensa: Estados Unidos mantiene su presencia naval y aérea en el Caribe, reforzando bases en Colombia, Guyana, Curazao y Aruba.

Venezuela responde con ejercicios militares y retórica nacionalista, apoyándose en la cooperación simbólica de China, Rusia o Irán. En este caso el riesgo no es la invasión, sino el error de cálculo, como un radar mal interpretado, un sobrevuelo no autorizado, un choque en las aguas del Esequibo, porque basta un accidente para que lo simbólico se convierta en detonador de crisis. Probabilidad: 50–55%

 

Escenario 2: Interdicción y coerción limitada

 

En esta escena, Washington decide intensificar la presión con operaciones navales y aéreas de interdicción, incautando cargamentos de narcotráfico y bloqueando rutas ilícitas dentro del territorio o del mar venezolano. Caracas denuncia la violación de su soberanía, moviliza fuerzas y lanza advertencias. El peligro es un incidente no controlado como una lancha interceptada, un avión derribado, una tripulación apresada. La narrativa interna de ambos países transformaría cualquier choque en “agresión deliberada”, elevando la espiral. Probabilidad: 20–25%

 

Detonador de crisis o elevación de la espiral

 

Si los escenarios 1 y 2 descritos se elevan por algún error o algún incidente, entraríamos automáticamente en una escalada no planeada, que tendría dos rutas inmediatas, y de la paz tensa pasaríamos al choque limitado. El incidente o error podría ser que un piloto venezolano disparara un misil de advertencia y derribe un dron o avión estadounidense o viceversa, o que una patrulla naval de EEUU intercepte y aborde una embarcación venezolana en aguas disputadas. Otra circunstancia es que una fragata venezolana dispare contra un buque estadounidense considerado “invasor”, o cualquier otra situación similar.

Inmediatamente la narrativa política de EEUU se convierte en “un acto hostil deliberado”, y/o para Venezuela, en “una violación de soberanía” que legitima una respuesta armada. El paso siguiente nos llevaría directo al siguiente escenario con un incidente en el Esequibo, o a un “punto de no retorno”. La clave es que lo accidental se convierte en detonante político, y una vez que esto avance, la opinión pública, los gobiernos y los altos mandos calificarán el hecho como agresión, y se abran dos caminos: Uno, la escalada controlada con represalias medidas, choques puntuales, pero con contención diplomática de Brasil, CARICOM y la ONU. Dos, una progresión descontrolada con un ciclo de represalias que se retroalimenta, donde EEUU responde con ataques de precisión, Venezuela activa guerrillas o amenaza el Esequibo, con riesgo de caer en los Escenarios 4 y 5.

 

Escenario 3: Incidente en el Esequibo

 

La disputa con Guyana por el Esequibo es un polvorín. Quizás la jugada más audaz sería abrir un frente inesperado en la frontera este. Venezuela invade en la zona en reclamación con Guyana —el Esequibo— lo que le daría a Caracas la oportunidad de internacionalizar el conflicto. No solo forzaría a Washington a enfrentar un dilema territorial con un país aliado, sino que dispersaría a las fuerzas invasoras en múltiples frentes. También un sobrevuelo, un disparo de advertencia o la captura de una embarcación podría encender una crisis regional. Guyana invocaría respaldo estadounidense y del CARICOM. Brasil se vería obligado a reforzar su frontera amazónica. La OEA y la ONU convocarían sesiones de emergencia. El Esequibo se convertiría en el epicentro de un conflicto hemisférico, con potencial de arrastrar a toda la región. EEUU podría activar y desplazar buques de guerra al mar territorial de Guyana y/o atacar vía aérea a las fuerzas venezolanas en el Esequibo. Lo que nos lleva al escenario 4… Probabilidad: 10–15%

 

Escenario 4: Ataques “quirúrgicos”

 

Estados Unidos podría optar por golpes de precisión contra radares, depósitos de armamento, nodos de comando y control o pistas aéreas estratégicas en Venezuela. Para Washington, sería un mensaje claro, demostrar capacidad de neutralizar al adversario sin necesidad de una invasión prolongada ni de poner en riesgo grandes contingentes de tropas.

Para Caracas, en cambio, no habría matices, sería un acto de guerra directo, un intento de decapitación militar y política que justificaría la respuesta inmediata en todos los frentes posibles. La primera reacción sería la dispersión de fuerzas y la movilización de reservas, combinada con una campaña de propaganda masiva para convertir el ataque en bandera nacionalista y denunciarlo como “terrorismo de Estado”.

En un segundo nivel, el régimen recurriría a la guerra asimétrica, abriendo la puerta a la actuación indirecta de sus aliados irregulares, como son el ELN y las disidencias de las FARC en la frontera, capaces de generar incidentes en Colombia, y la activación de redes clandestinas dentro del país. El resultado sería una guerra híbrida difícil de contener, que no se desarrollaría solo en el plano militar convencional, sino también en los medios de comunicación y redes sociales, con una migración forzada de millones de personas hacia Colombia y Brasil, y otros países involucrando y desbordando a las dos naciones en pugna. Incluyendo acciones irregulares transfronterizas que pondrían en tensión la seguridad de la región entera.

Generales y almirantes norteamericanos deben entenderlo, lo que empieza como un “ataque quirúrgico” podría terminar en un empantanamiento estratégico comparable a Irak o Afganistán, pero esta vez en el corazón del hemisferio occidental, con la diferencia de que aquí no hay océanos que los protejan del efecto rebote. Una operación de este tipo no resolvería el problema venezolano, lo multiplicaría. Convertiría a Venezuela en un conflicto de baja intensidad y larga duración, costoso, desgastante y sin victoria clara. Probabilidad: 5–7%

 

Escenario 5: La gran escalada o el “abismo compartido”

 

El escenario menos probable, pero el más devastador, es el de una gran escalada militar. Una campaña aérea sostenida durante semanas, un bloqueo marítimo funcional y operaciones especiales dentro del territorio venezolano. Para Washington, sería la apuesta máxima a los efectos de quebrar al régimen, neutralizar al Cartel de los Soles y demostrar que ninguna amenaza en el hemisferio será tolerada. Para Caracas, significaría la guerra total, activar todas sus fuerzas, regulares e irregulares, y convertir cada ciudad, cada selva y cada frontera en un campo de batalla.

La advertencia es clara para ambos bandos: nadie gana en este escenario. Para Estados Unidos, sí, podrían destruir infraestructura militar, neutralizar radares y anular la capacidad aérea venezolana en pocos días. Pero lo que vendría después sería un pantano estratégico, con ciudades controladas por grupos paramilitares y guerrillas urbanas en insurgencia, y guerrillas rurales actuando en la frontera, sabotajes constantes, ciberataques y millones de migrantes presionando a Colombia, Brasil, Perú, el Caribe y Centro américa.

La narrativa internacional convertiría a EEUU en responsable directo de una catástrofe humanitaria comparable a Siria en Venezuela. Para Venezuela el aparato militar sería diezmado, su economía colapsaría aún más, y el Estado se fragmentaría como ocurre en estados fallidos en feudos regionales controlados por caudillos, gobernadores, generales y bandas armadas narcotraficantes. La población en problemas de supervivencia huiría en masa. La legitimidad del régimen se reduciría a un discurso vacío sostenido por el miedo y la violencia. El país quedaría convertido en una escena de ruina nacional, sin capacidad de producir divisas legales, ni de reconstrucción a corto plazo, y dirigido por organizaciones criminales.

Para la región, Brasil y Colombia serían arrastrados al conflicto, obligados a cerrar fronteras, y a desplegar tropas ante la amenaza de incursiones irregulares. El Caribe se transformaría en una zona militarizada. CARICOM, la OEA y la ONU no tendrían más opción que declararlo una crisis hemisférica. Probabilidad: 1–3%

 

El mensaje para los altos mandos

 

A los generales y almirantes de Estados Unidos: la victoria militar en este escenario sería solo táctica y pasajera, aunque la derrota estratégica sería inevitable. No se trataría de liberar a un país, sino de hundir a toda una región en un conflicto interminable.

A los mandos venezolanos: Aferrarse a la lógica de la “resistencia heroica” llevaría al colapso de su propio Estado, al sufrimiento de su pueblo y a la pérdida de cualquier legitimidad por poca que sea. El país quedaría arrasado y ustedes serían recordados no como los defensores de la patria, sino como los responsables de su destrucción.

Este escenario 5 no es un camino, es el abismo compartido. Si alguna vez se activa, ni Estados Unidos ni Venezuela saldrán ilesos. El Caribe se convertirá en el eco de una guerra inútil que pudo haberse evitado.

 

Escenario 6: Ataques selectivos dirigidos en contra de líderes del Cartel de los Soles

 

El nuevo factor en esta confrontación es la designación del “Cartel de los Soles” como organización terrorista. Esto abre la puerta a operaciones de eliminación selectiva contra sus líderes, con drones o misiles, como ya se ha hecho contra Al Qaeda, ISIS o hutíes en Yemen. O Israel en Irán. El gobierno de Venezuela respondería con escalada discursiva, militarización interna, detención y persecución de todos los líderes de la oposición, y activación de guerrillas irregulares. Si en el ataque caen algunas autoridades civiles, el chavismo procuraría otros gobernadores entre militares activos del alto mando militar.

En medio del caos, el Esequibo podría usarse como cortina de humo nacionalista, para cohesionar internamente. Pero en la práctica, un régimen fragmentado tendría capacidad limitada de sostener operaciones reales en Guyana. Sería más símbolo que estrategia, aunque con alto riesgo de incidentes que arrastren a Brasil y al Comando Sur. Las consecuencias es que millones saldrían hasta duplicar a los migrantes que ya se han ido hacia otros países de América y de Europa, principalmente a Brasil, Colombia, Centroamérica, Estados Unidos y España. El colapso económico sería total con la paralización de PDVSA, hiperinflación, y escasez extrema. Se generaría una crisis humanitaria por la falta de alimentos, medicamentos, enfermedades y apagones generalizados. La fragmentación del país con estados comandados por gobernadores, militares y pandillas que llenarían el vacío de poder. En este escenario, María Corina Machado estaría en riesgo extremo. Podría convertirse en el blanco del régimen —como “agente de Washington”—, enfrentando arresto, exilio o incluso atentados. Paradójicamente, podría emerger como figura de esperanza para sectores de la población, pero bajo una amenaza constante de eliminación. Probabilidad: 5–10%

 

Consecuencias negativas para ambas partes

 

Estados Unidos lograría victorias tácticas —interdicción, golpes quirúrgicos, neutralización de líderes—, pero se vería atrapado en una inestabilidad regional sin fin de migración masiva, desestabilización en Colombia y Brasil, y un “pantano” en su propio hemisferio.

Venezuela sufriría una devastación interna, con un Estado fragmentado, pérdida de legitimidad, colapso económico y persecución de la oposición. La narrativa antiimperialista daría cohesión temporal, pero el precio sería la ruina del país.

La región se vería arrastrada a una crisis migratoria y de seguridad comparable o peor que Siria.

 

Escenario 7: Riesgo de guerra civil tras un golpe militar

 

Un golpe militar en Venezuela no necesariamente traería estabilidad. Al contrario, si no es rápido, contundente y respaldado por todo el alto mando, podría abrir la puerta a un escenario todavía más oscuro como sería una guerra civil. El chavismo no es un bloque compacto. Existen facciones leales a Maduro, otras a Diosdado Cabello y un sector pragmático de la Fuerza Armada que podría apostar por salvarse a sí mismo sacrificando al presidente. En el momento en que esas facciones entren en colisión, lo que se presentaba como una “salida” se convierte en el inicio de una confrontación interna. La Fuerza Armada Nacional Bolivariana no está exenta de divisiones. Si un grupo de generales decide desplazar al comandante en Jefe, pero otro sector le permanece fiel, el país vería el enfrentamiento entre unidades enteras del ejército, la guardia nacional y la aviación. En paralelo, la Milicia Bolivariana y los colectivos armados, y los movimientos guerrilleros y las pandillas, se sumarían como un escudo y en contra de la “traición interna”. Así se activarían en las ciudades y barrios populares, convirtiendo a Caracas, Maracaibo o Valencia en trincheras de violencia irregular, y tratarían de tomar el mando en diferentes estados.

El riesgo aumenta si se incorpora un elemento externo que ya está presente como son las guerrillas colombianas. El ELN y las disidencias de las FARC, asentadas desde hace años en estados fronterizos, podrían actuar como fuerza auxiliar de la facción leal al actual gobierno, prolongando la confrontación y desbordando el conflicto hacia Colombia. Así, un golpe militar que pretendía ser un “acto quirúrgico” para salvar la República de Venezuela y evitar una invasión extranjera, podría transformarse en una guerra entre venezolanos en la que se mezclan soldados, milicianos, colectivos y guerrilleros.

En este escenario, la población civil quedaría atrapada entre dos fuegos. Habría un nuevo éxodo masivo hacia Colombia, Brasil y el Caribe, mientras dentro del país la represión y los enfrentamientos entre compatriotas se multiplicarían. La oposición democrática, con líderes como María Corina Machado, podría encontrar un espacio de interlocución, pero también correría un riesgo extremo, como sería ser percibida por cualquiera de las facciones como amenaza y blanco a eliminar.

La probabilidad de una guerra civil tras un golpe militar no es la más alta, pero tampoco puede ignorarse. Si el golpe es parcial, mal ejecutado y el gobierno logra atrincherarse con parte de la Fuerza Armada y sus colectivos, el país podría caer en una confrontación interna breve pero devastadora. La historia, sin embargo, nos advierte que en naciones fracturadas y polarizadas, la transición armada casi nunca es pacífica. En Venezuela, un golpe podría ser la chispa que transforme una crisis en una guerra fratricida. Probabilidad: 10–15%

 

Llamado final: El acuerdo como única salida

 

Por todo lo anterior, este análisis no es una invitación a la guerra, sino una advertencia.

A los altos mandos políticos y militares de Estados Unidos, les planteo: Una intervención en Venezuela puede parecer victoria rápida, pero será derrota estratégica. Su propio hemisferio se convertirá en foco de inestabilidad.

A los altos mandos políticos y militares de Venezuela, les advierto: aferrarse a la narrativa de resistencia y jugar con el fuego de la confrontación llevará al país al colapso social, a la pérdida de toda legitimidad, y a una tragedia que nadie podrá controlar.

El único camino viable es un acuerdo político-militar que garantice seguridad a ambas partes. Un acuerdo que abra la vía a elecciones, que asegure garantías para los mandos venezolanos y que permita a Estados Unidos proteger sus intereses sin desatar una catástrofe regional.

La responsabilidad histórica recae en ustedes, generales, almirantes y líderes políticos de ambos países. Ustedes tienen en sus manos la posibilidad de detener la tragedia o de abrir la puerta a una guerra inútil. La historia no perdonará a quienes elijan el camino de la destrucción. Sí recordará, en cambio, a quienes supieron encontrar en el filo del abismo la valentía de pactar. La única salida racional es detenerse aquí, en el peldaño actual, y abrir la vía de un acuerdo que satisfaga a ambas partes. Hace semanas le envié una carta abierta a los altos mandos de las Fuerzas Armadas para una transición patriótica, pueden leerla aquí


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© Fotos e Imágenes Gessen&Gessen

 

 

 

 

 

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