La inteligencia Artificial se ha vuelto un monotema. Mientras muchos ciudadanos de a pie estamos tratando de volvernos expertos en tecnología, las principales empresas del mundo
tratan de ser los primeros en la incipiente industria de los sistemas de aprendizaje automático.
Incluso para muchos, ChatGPT es un nuevo compañero de trabajo, pero muy malo, porque
podría dejarte sin empleo en cualquier momento… pero ¿De verdad lo hará?
La pregunta más importante que me ocupa en este momento es: ¿Qué hago yo un domingo en la mañana escribiendo una columna del miedo que produce la Inteligencia Artificial? La verdad es por miedo. Y es que hace unos días llegó a mis manos un estudio de la revista Harvard Business Review, titulado Respuestas a 8 preguntas sobre el uso responsable de la IA donde la profesora Tsedal Neeley, decana asociada de Harvard Business School, explica cuáles son las interrogantes que los líderes empresariales deben responder antes de implementar la IA en las organizaciones.
De acuerdo a lo que leí, algunos intelectuales del mundo están preocupados porque la
tecnología ya está siendo usada, por ejemplo, en la toma de decisiones estratégicas dentro de las empresas, y tal vez no sea una buena idea. ¿Por qué?
Según la académica, los líderes de las organizaciones olvidan un detalle fundamental: Este tipo de tecnologías son programadas por seres humanos, y es sabido históricamente, que las personas se equivocan. Entonces ¿Por qué no se va a equivocar una maquina programada por un humano?
Pero hay algo que no podemos negar: Los avances logrados en estos casi dos años, que llevó al paso de la IA a la tecnología de aprendizaje automático son sin precedentes. Pues por primera vez, las computadoras pueden aprender de sus errores para no repetirlos, perfeccionando así los procesos y acortando los tiempos de respuestas en el procesamiento de datos. Ergo, la puerta a una Inteligencia Total (no artificial), es decir, a la posibilidad de que las computadoras puedan tomar sus propias decisiones, puede estar a la vuelta de la esquina… ¿Te dio miedo esa última oración? A mi sí, de hecho, me dio cagazo cuando la escribí.
Hablando con algunos amigos descubrí que varios de ellos, sienten terror de que las
máquinas noten que ya no necesitan a los humanos y nos eliminen. Igual como mi objetivo en
esta columna es no sembrar el terror, solo hablaré de la posibilidad de que un robot te deje
desempleado. (pero igual te podría dejar sin trabajo y después eliminarte).
¿Qué pasará con los humanos?
Lo del desempleo no es menor, ya que, según un artículo de mi amigo el filósofo, escritor y
periodista Tomas Balmaceda, los seres humanos estamos transitando un fenómeno llamado
Workismo. Acá les dejo el artículo de “Tomi”: “Workismo: cuando lo que somos depende del
trabajo que tenemos” De acuerdo al escrito de Tomas, donde cita al periodista Derek Thompson, quien llama Workismo a la búsqueda del significado de quiénes somos en el trabajo. Según Thompson, nuestro empleo ahora cumple la función que antes tenía la religión, es decir, no solo dan identidad sino una comunidad a la cual pertenecer.
Para Thompson “Nuestros puestos de trabajo cumplen la función que antes tenían las
identidades religiosas: dan estabilidad y sentido”. Lo que quiere decir que si nos llegáramos a
quedar sin trabajo, pero, además, no tuviéramos la posibilidad de recolocarnos porque una
máquina ya está ejerciendo nuestra actividad, realmente estaríamos en una crisis existencial
de la San Pu…, porque ya no seremos médicos, profesores, abogados, ingenieros, etc.
En mi caso todavía hay esperanza, pues, recién le pedí a ChatGPT que me tirara algunos
chistes, y la verdad son malísimos. Por lo que, si la Inteligencia Artificial se vuelve
indispensable en la redacción de noticias y el marketing, no me quedaré sin trabajo porque
podré seguir siendo comediante. Aunque hay un detalle no menor: En Latinoamérica es súper
complicado vivir de la comedia…
Ok, tengo miedo de nuevo, menos mal que el miedo es libre.
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