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De la Roma de Cuarón a la Nápoles de Sorrentino



Alfonso Cuarón Camino a Roma

Paolo Sorrentino Fue la mano de Dios a través de los ojos de Paolo Sorrentino


Mientras muchos se tomaron los días santos para irse a la playa o visitar los siete templos yo decidí parar un poco la pelota y buscar tranquilidad en aquello que más disfruto: Las películas.


Y ya sea por suerte o por la gracia divina, me topé con un par de documentales honestos y maravillosos: Camino a Roma y La mano de Dios a través de los ojos de Paolo Sorrentino.


La Roma de Cuarón


En Camino a Roma el espectador tiene la oportunidad de asomarse al cerebro creativo de Alfonso Cuarón. Es como si el director mexicano nos invitara a su casa, nos sirviera un café y nos contara: "Miren, así hice Roma"


El documental nos revela algunos detalles de la película Roma, como por ejemplo que el film de Cuarón se filmó casi cronológicamente, es decir, en el mismo orden en que vemos la

historia en pantalla. Pero lo que realmente vale la pena es escuchar a Cuarón hablar de Liboria Rodríguez, la empleada doméstica que lo cuidó cuando era niño y que inspiró el personaje de Cleo.


Pero más allá de la historia, lo poderoso del documental es que puede tomarse como una clase magistral de dirección sólo que con un profesor que tiene varios Oscar en su haber.

Durante la hora y 20 minutos que dura la cinta, Cuarón nos muestra cómo lidiar con la producción, dirigir actores, la manera en la que recuperó tantos recuerdos de su infancia y cómo los plasmó en la pantalla.


Hay un momento particularmente emotivo cuando describe cómo dirigió la escena en que su

padre abandona la casa familiar.


Al final del documental, Cuarón recorre la icónica escena de la playa y confiesa algo que dejó

perplejos a sus admiradores: "Puedo decir que Roma es mi primera película, es realmente el

cine al que aspiro".



La mano de Dios que vio Paolo Sorrentino


Y ahora pasamos de la Roma de Cuarón a la Nápoles de Paolo Sorrentino, ese mago del cine

italiano que muchos consideran el legítimo heredero de la genialidad felliniana.


Fue la mano de Dios no es solo una película más en la filmografía de Sorrentino; es una ventana directa a su alma donde fusiona magistralmente sus tres grandes pasiones: Nápoles con su caos seductor, el cine que le salvó la vida y el fútbol encarnado en Maradona. Aunque

he devorado la película unas tres veces ya, descubrir el documental La mano de Dios a través de los ojos de Sorrentino fue como encontrar la pieza que faltaba en este rompecabezas emocional.


En apenas 8 minutos —que saben a poco, la verdad— el director nos regala un viaje inmersivo no solo a los bastidores de la película sino al laberinto de su memoria. La primera imagen es potente: Sorrentino sentado en la plaza frente al edificio donde nació y vivió hasta los 37 años, como un fantasma visitando su propia vida pasada.


"Volver no fue fácil" confiesa con esa mezcla de elegancia y vulnerabilidad que lo caracteriza.

"Es difícil evocar los recuerdos y aún más transmitir esos sentimientos". Y sin embargo, tras 37

años de ausencia, bastó pisar nuevamente las calles de su barrio para que el tiempo se doblara sobre sí mismo, "como si nunca me hubiera marchado", admite con una sonrisa melancólica.


Lo fascinante es escuchar cómo para esta película la realidad fue solo el trampolín. "En

Nápoles tenemos una manera divertida de reinventar los recuerdos", explica con ese tono entre cómplice y pícaro. Y uno entiende entonces que ésta no es una autobiografía literal sino

una verdad emocional.


Sorrentino describe su regreso a Nápoles como un choque de emociones contradictorias:

"Siento una inmensa alegría, pero al mismo tiempo mucho dolor". Es exactamente lo que transmite su película: esa capacidad napolitana de reír mientras se llora.


El momento cumbre del documental llega cuando revela los secretos detrás de la escena entre Fabietto y el director Capuano, donde este último le dice al joven aspirante a cineasta: "Olvida el dolor y piensa en divertirte. Así harás cine". Esas palabras, que resuenan como un mantra, no son solo un consejo para su alter ego en la ficción; son la fórmula mágica que el propio Sorrentino ha seguido durante toda su carrera.


Tanto las películas como sus respectivos documentales están disponibles en Netflix. Así que ya saben, si quieren sumergirse en el universo creativo de estos dos maestros del cine, el control remoto es su mejor amigo.




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