¿Cómo son los estereotipos que tienen sobre ti?
- María Mercedes y Vladimir Gessen
- hace 7 horas
- 19 Min. de lectura
Todo se mueve vertiginosamente, y en las redes sociales te etiquetan con rótulos sobre tu identidad muchas veces falsos ¿Qué debes hacer?

Un estereotipo es una creencia generalizada, fija y simplificada sobre los miembros de un grupo social, que reduce su individualidad y puede llevar a prejuicios y discriminación. Son construcciones mentales que simplifican la realidad al atribuir características generalizadas a distintos grupos sociales o a personas. Aunque pueden parecer inofensivos o incluso positivos, su influencia en la percepción y el trato hacia diferentes comunidades ha sido objeto de estudio y debate. Las investigaciones más recientes sobre los estereotipos y su papel en la discriminación te afectan en tu identidad como individuo o como parte de un país, de un pueblo, de una familia, de una ascendencia, de un género, de una generación, de una raza, o por tus habilidades o capacidades, o por tu categoría en cualquier ámbito, tanto para la visión de los demás, como por tu propia autoimagen.
Los estereotipos pueden ser positivos o negativos. Uno negativo sería creer que "los inmigrantes son delincuentes", uno positivo: "las mujeres son más amorosas que los hombres" y uno neutral: "los canadienses son educados". Todos forman parte de una función cognitiva normal que nos permite procesar la información social de manera más eficiente. Pero, al hacerlo, tendemos a ignorar la enorme diversidad que existe dentro de cada grupo. Debemos tomar conciencia de que un estereotipo no necesariamente implica odio o desprecio inmediato, pero sí prepara el terreno para el prejuicio, la discriminación y la injusticia social.
Veamos la siguiente escena
Apreciado lector, aquí tienes un diálogo entre un español, un francés, un estadounidense y un mexicano en el que salen a relucir estereotipos de forma clara, donde chocan las percepciones culturales y estereotipadas entre ellos.

En una terraza en un bar de un aeropuerto internacional. Un francés, un español, un estadounidense y un mexicano comparten una mesa mientras esperan sus vuelos…
Francés: (bebiéndose su café)— Ah, qué tragedia, otra vez saldremos tarde... Claro, en este continente la puntualidad es solo una sugerencia.
Español: (riendo)— Macho, tampoco exageres. Aquí sabemos vivir la vida, no como ustedes los franceses, que creen que todo el mundo debería hablar francés solo porque sí.
Estadounidense: (sarcástico)— Al menos ustedes hablan algo... No como en Estados Unidos, donde la mitad ni se molesta en aprender otro idioma porque, ya sabes, "¡América first!"
Mexicano: (sonriendo)— No te preocupes, gringo, igual aunque aprendan español nunca nos entenderían. Ustedes solo saben ir a Cancún a quemarse al sol y a preguntar dónde está el McDonald's…
Francés: (alzando una ceja)— Y tú, mexicano, seguro vas a decir que todos en Francia caminamos con una baguette bajo el brazo, ¿no?
Mexicano: (riendo)— No, no... Aunque no sé cómo sobreviven sin chile en la comida. Todo allá es tan soso como su humor.
Español: (burlón)— ¡Eso sí! Y tan orgullosos que son... Si no es francés, no es bueno. Vamos, no me vengas con tus aires de "cuisine" cuando un bocadillo de jamón ibérico le da mil vueltas a tu "croissant".
Estadounidense: (interrumpiendo)— Miren, todos ustedes se quejan, pero al final terminan consumiendo todo lo que hacemos en Hollywood, usando nuestro iPhone y viendo Netflix. ¿Dónde estaría el mundo sin nosotros?
Francés: (mordiéndose el labio)— Quizá en un lugar más elegante, menos ruidoso y menos obsesionado con las armas.
Mexicano: (alzando su copa)— ¡Salud! Al final, todos tenemos un cliché que nos define… y otro que nos condena.
Español: (levantando la suya también)— Y mientras tanto, seguimos aquí, discutiendo como buenos latinos: a gritos y con una cerveza en la mano.
Francés: (riendo ligeramente)— Supongo que eso sí tiene su encanto.
Estadounidense: (riendo también)— Okay, okay… admito que al menos ustedes saben hacer que la espera no sea tan aburrida.
(Se miran, levantan las copas y brindan juntos.)
Los estadounidenses

La identidad nacional de los estadounidense y su autopercepción se ha construido en torno a valores como la libertad, el individualismo y el éxito personal. Estas estimaciones han dado lugar a estereotipos internos que los ciudadanos adoptan y refuerzan. El individualismo es un pilar fundamental en la autopercepción estadounidense. Se valora la autosuficiencia y la capacidad de "hacerse a uno mismo", lo que se refleja en la admiración por historias de éxito personal y superación. Los estadounidenses tienden a verse como optimistas y creen en el "sueño americano". Existe una autopercepción de ser una nación generosa, evidenciada por altos niveles de donaciones y voluntariado. Según un estudio, Estados Unidos fue uno de los países más generosos del mundo, con un 55% de la población dispuesta a donar tiempo y dinero. Sin embargo, a nivel internacional se percibe a los estadounidenses con diferentes estereotipos, que varían según la cultura y el contexto histórico. Uno común es la percepción de los estadounidenses como arrogantes y dominantes. Un estudio de Peter Glick en 11 países encontró que se percibe a Estados Unidos como una nación con intenciones de dominación, carente de calidez y soberbios, lo que puede alimentar sentimientos antiestadounidenses. Se les acusa de Ignorancia cultural, tener un conocimiento limitado de otras culturas y de mostrar poco interés en aprender sobre ellas. Esta percepción se refuerza por la tendencia al monolingüismo y la escasa cobertura internacional en los medios estadounidenses. El estilo de vida estadounidense es asociado con el consumismo excesivo y la obsesión por el éxito material.
Los franceses

Los franceses tienden a verse a sí mismos como portadores de una cultura única y superior, con un fuerte sentido de orgullo nacional. Este excepcionalismo cultural se manifiesta en la defensa de la "exception culturelle", una política que busca proteger la producción cultural francesa frente a la globalización, especialmente la influencia anglosajona. La figura de la "Parisienne" o verdaderamente parisino, ha sido idealizada como símbolo de elegancia y sofisticación. Sin embargo, esta imagen ha sido criticada por ser excluyente. La laicidad y el universalismo es un principio central en la identidad francesa, promoviendo la separación entre religión y Estado. Este enfoque universalista busca tratar a todos los ciudadanos por igual, pero ha sido mal visto por ignorar las diferencias culturales y étnicas, lo que puede llevar a la exclusión de minorías que no se ajustan al modelo dominante .
Desde el extranjero, los franceses a menudo son percibidos como arrogantes y excesivamente orgullosos de su cultura. Este estereotipo se basa en la percepción de que valoran en exceso su idioma y tradiciones. Otro estereotipo común es la asociación de los franceses con el romanticismo y la pasión. Esta percepción los ha retratado como amantes apasionados y sofisticados. La rudeza y falta de hospitalidad de los franceses es estereotipada a nivel general. Algunos visitantes extranjeros los perciben, especialmente en París, como poco amables o incluso groseros. El estilo de vida y su gastronomía asociado con el disfrute de la comida y el vino son aspectos frecuentemente estereotipados.
Los españoles

Los españoles se muestran orgullosos de su identidad nacional, que se refleja en la valoración de su historia, cultura y tradiciones. No obstante, también reconocen la diversidad interna del país, con identidades regionales marcadas, como la catalana, la vasca o la andaluza, que a veces generan tensiones en la construcción de una identidad nacional unificada. La autopercepción incluye la idea de un estilo de vida relajado y sociable, donde la importancia de la familia, la comida y las relaciones personales es central. Este estereotipo se refuerza con la imagen de una vida al aire libre, con terrazas llenas y una vida nocturna activa. En el ámbito laboral, los españoles se ven a sí mismos como trabajadores comprometidos, aunque reconocen ciertas deficiencias en planificación y puntualidad.
Desde el extranjero, especialmente en Europa y América, persiste la imagen de la "españolada", un estereotipo que reduce la cultura española a elementos como el flamenco, los toros y la fiesta brava. Este estereotipo tiene raíces en el Romanticismo del siglo XIX y ha sido perpetuado por representaciones artísticas y turísticas. También los españoles son frecuentemente percibidos como apasionados, extrovertidos y ruidosos. Si bien estas características pueden ser vistas positivamente como expresiones de vitalidad y calidez, también pueden ser interpretadas negativamente como falta de disciplina o seriedad. En América Latina, los españoles son conocidos por apodos como "gallegos" o "gachupines", que reflejan tanto la historia compartida como ciertas tensiones culturales. Estos términos pueden ser utilizados de manera cariñosa o despectiva, dependiendo del contexto, y quizás por una rémora del pasado colonial son tildados como déspotas y autoritarios en algunos países latinoamericanos.
Latinoamericanos

Latinoamérica, una región vasta y diversa, ha sido objeto de numerosos estereotipos tanto desde la autopercepción de sus habitantes como desde la visión de otras culturas. Los latinoamericanos suelen mostrar un fuerte orgullo por su herencia cultural, que se refleja en la valoración de su música, gastronomía, tradiciones y expresiones artísticas. Esta autopercepción positiva destaca la riqueza y diversidad de la región.
La calidez humana y la resiliencia frente a adversidades económicas y políticas es otro rasgo común. Además, se valora la hospitalidad en las relaciones interpersonales, considerándose un pueblo acogedor y solidario y se reíte la frase: “Mi casa es tu casa”. A pesar de ello, también existe conciencia sobre desafíos estructurales, como la corrupción, la delincuencia, la desigualdad y la inestabilidad política, que a menudo son reconocidos como obstáculos para el desarrollo regional.
Desde el extranjero, especialmente en Europa y América del Norte, persiste una visión exotizada de Latinoamérica, vistas como raras, misteriosas o diferentes que reduce su cultura a elementos como el baile, la música y la festividad, ignorando la complejidad y diversidad de la región. Los medios de comunicación internacionales a menudo asocian a Latinoamérica con las pandillas, la violencia y el narcotráfico, perpetuando una imagen negativa que no refleja la realidad de la mayoría de sus países y comunidades. Existe una percepción de Latinoamérica como una región en constante búsqueda de desarrollo, dependiente de ayudas externas y con instituciones débiles, lo que puede influir en las relaciones internacionales y en la inversión extranjera. Los estereotipos, tanto internos como externos, intervienen en la forma en que los latinoamericanos se ven a sí mismos y en cómo interactúan con otras culturas. La autopercepción positiva puede fortalecer la cohesión interna y el orgullo nacional, mientras que las percepciones externas negativas afectan el turismo, las relaciones diplomáticas y la cooperación internacional.
El caso de Mariana
La paciente, Mariana, de unos 30 años, habla con el psicólogo, Dr. Herrera.

Mariana: (con voz entrecortada) — Doctor... siento que nunca me ven realmente como soy. Solo ven en mí un cliché. Y me duele… mucho.
Dr. Herrera: (escuchándola atentamente) — Entiendo, Mariana. ¿Te gustaría contarme qué etiqueta sientes que te imponen?
Mariana: (bajando la mirada) — Soy latina. Crecí aquí, estudié, trabajo duro... pero parece que solo ven a una "chica latina ruidosa" o "la que seguro no sabe mucho". Me encasillan. Y no importa cuánto me esfuerce. Nunca soy suficiente para romper esa imagen.
Dr. Herrera: (asintiendo con empatía) — Eso que describes es muy real y tiene nombre, se llama estereotipación. Es cuando las personas no te miran a ti, sino a la idea que se han hecho de tu grupo. No es justo. No tiene que ver contigo, sino con sus propios prejuicios.
Mariana: (frunciendo el ceño) — Pero me hace dudar de mí misma. A veces me pregunto si de verdad soy capaz… o si tienen razón. ¿Y si soy eso que dicen y no me doy cuenta?
Dr. Herrera: (con voz suave) — Eso que sientes se llama "amenaza del estereotipo". Es el miedo a confirmar las ideas negativas que otros tienen de tu grupo, en este caso los latinos. Y puede hacernos dudar, incluso sabotearnos, aunque tengamos todas las capacidades. Pero no define quién eres. Mariana, tu valor no depende de los prejuicios de los demás. Tu identidad es mucho más grande y compleja que cualquier estereotipo.
Mariana: (mordiéndose el labio) — ¿Y qué puedo hacer? Porque a veces quiero gritar: "¡No soy lo que creen!"
Dr. Herrera: (sonríe con comprensión) — Lo primero es reconocer que cómo te ven no define la verdad. Lo segundo es construir un espacio interno seguro, donde tú seas la voz que más importa. Podemos trabajar juntos en fortalecer tu autoestima, en afirmarte en tus logros, en crear estrategias para enfrentar esas situaciones sin que te derrumben. Y también en rodearte de personas que te vean como eres, y no de quienes solo siguen etiquetas.
Mariana: (respirando hondo) — Me gustaría. Estoy cansada de sentirme invisible o reducida a un estereotipo.
Dr. Herrera: — Lo entiendo. Y te felicito por hablarlo. Es un acto de valentía empezar a nombrar lo que duele. Aquí, vamos a trabajar para que tu voz, tu identidad auténtica, sea cada vez más fuerte que cualquier etiqueta ajena.
(Mariana sonríe por primera vez en la sesión, aliviada.)

Dos meses después...
En el mismo consultorio. Mariana llega más erguida, con una expresión de mayor confianza…
Dr. Herrera: (sonriendo al verla) — Qué gusto verte, Mariana. ¿Cómo te has sentido estas semanas?
Mariana: (con voz más firme) — Mejor, doctor. No ha sido mágico, claro… Pero he empezado a notar algo importante: no todo el mundo me mira como yo temía. Y, sobre todo, aunque alguien lo haga, ya no me define.
Dr. Herrera: (asintiendo satisfecho) — Eso es un gran avance. ¿Qué crees que ha cambiado en ti?
Mariana: (pensativa) — Creo que ahora tengo claro quién soy y lo que valgo. Antes sentía que tenía que demostrarlo todo el tiempo. Ahora… no discuto para convencer a nadie. Solo sigo adelante, siendo yo… Y he aprendido a hablar cuando hace falta. A veces, cuando percibo que me estereotipan, no me callo. Sin pelear, pero dejando claro que no soy un cliché.
Dr. Herrera: (con entusiasmo) — Eso se llama afirmación asertiva. No desde la rabia, sino desde el respeto por ti misma. Es un derecho defender tu identidad sin perder tu paz.
Mariana: (sonriendo) — Exacto. Me di cuenta de que ser latina es parte de mí y es algo que amo. Pero no me encasilla. Soy mucho más que cualquier etiqueta.
Dr. Herrera: (mirándola con respeto) — Mariana, eso que has logrado es muy profundo. Has transformado una experiencia dolorosa en una afirmación de tu valor. Has salido del círculo del estereotipo y has empezado a escribir tu propia narrativa.
Mariana: (con una luz nueva en la mirada) — Sí… siento que ahora tengo el control en mis manos.
Dr. Herrera: — Y lo mejor es que la historia que estás escribiendo es tuya. Auténtica. Libre. Sin moldes.
(Mariana asiente, serena. La sesión termina con una sensación de logro compartido.)
¿Cómo se forman los estereotipos?
Los estereotipos surgen de múltiples fuentes. Una es en la socialización temprana como ocurre en la familia, escuela, medios de comunicación y la cultura que enseña cómo son "los otros". También en las experiencias personales se agregan las etiquetas, y es una experiencia individual que suele ser generalizada de manera incorrecta a todo un grupo. Además, los medios de comunicación y la cultura popular refuerzan sus títulos, o sea sus rótulos e imágenes repetitivas que se incrustan como estereotipos en el imaginario colectivo. Por otro lado, la heurística de disponibilidad nos induce a recordar lo más llamativo y generalizarlo. Nuestro cerebro cognitivo tiende a buscar patrones para entender el mundo. Esta búsqueda puede llevar a la creación de estereotipos aun cuando los datos reales contradigan esas creencias.
Tipos de estereotipos
Los más corrientes son los étnicos o raciales, como creencias generalizadas sobre personas de diferentes razas o etnias. Los de género que son las ideas preconcebidas y sintetizadas en pocas palabras sobre hombres y mujeres tales como "los hombres no lloran", o "las mujeres son más emocionales". Los de edad, que son generalizaciones sobre jóvenes como "son irresponsables" o que los mayores "son más lentos". Los estereotipos de clase social tienden a repetir creencias sobre pobres como que son "perezosos", a pesar de ser los que más trabajan o que los ricos son "arrogantes", generalizando. Los de nacionalidad, generan conceptos para definir en pocas palabras cómo serían todos. Así "los italianos son ruidosos", "los suizos son precisos". Los rótulos sobre los trabajos, como que "los abogados son mentirosos", o "los psicólogos solo escuchan y dan consejos". Habrá estereotipo para etiquetarlo todo.
Efectos de los estereotipos

Todo cambia vertiginosamente en el mundo, y las comunicaciones son universales y esto no escapa a que cada vez más estemos todos “estereotipados”. A nivel individual los auto-estereotipos pueden interiorizar las etiquetas negativas de su propio grupo de pertenencia, afectando su autoestima, sus expectativas y su rendimiento como un efecto de la profecía autocumplida, un fenómeno psicológico y sociológico donde una creencia o expectativa, aunque inicialmente sea falsa o infundada, influye en el comportamiento de las personas de manera que hace que esa creencia se vuelva realidad.
Amenaza del estereotipo
El sentir que uno está siendo juzgado al ser caracterizado puede generar ansiedad, disminuyendo el desempeño, lo que se denomina “amenaza del estereotipo”, que se refiere a la preocupación, estrés o miedo que sienten los individuos cuando corren el riesgo de confirmar, por su comportamiento, un estereotipo negativo sobre su grupo social.
Cuando una persona pertenece a varios grupos estereotipados puede sentir un conflicto interno de Identidad fragmentada.

Imaginemos a Laura, una mujer joven estadounidense inmigrante que trabaja como ingeniera en una empresa tecnológica dominada por hombres extremadamente autosuficientes. Por un lado, enfrenta el estereotipo de género: "la ingeniería es una profesión de hombres." Por otro lado, enfrenta el estereotipo racial de que "las personas inmigrantes no suelen ocupar roles de alto nivel." Cada vez que Laura entra a una reunión o presenta un proyecto, puede sentir que está representando no solo su trabajo, sino también su género y su raza al mismo tiempo. La presión de no confirmar esos estereotipos puede causar ansiedad de desempeño o “amenaza del estereotipo”. Sentimiento de aislamiento al suponer que "soy la única aquí que es mujer y de origen extranjero". En cuanto a la fragmentación de la identidad su pensamiento oscila en ¿Debo actuar de cierta manera para encajar en este entorno? ¿Tengo que ‘suprimir’ partes de mi identidad para ser aceptada?", lo que suele afectar su bienestar emocional y su rendimiento profesional. Cuando las personas pertenecen a múltiples grupos estigmatizados, pueden sentir que su identidad está dividida entre expectativas sociales contradictorias, lo que afecta su autoestima, su sentido de pertenencia y su desempeño. Pero ¿Qué debe pensar y hacer?...
Lo primero es reconocer que el conflicto no es personal, sino social. Lo más importante es entender que el problema no está en su persona, sino en los estereotipos y prejuicios de la sociedad. Recordar que no es su identidad la que falla, es el entorno que no reconoce su complejidad y riqueza. Lo segundo, es reafirmar su identidad múltiple como una fortaleza. No tiene que elegir entre una parte de si y otra. Ser mujer y científica, ser inmigrante y profesional exitoso además de hablar dos idiomas, no son roles en conflicto, son dimensiones que enriquecen quién es. La diversidad interna es una fuente de resiliencia, creatividad y perspectiva única. En tercer lugar debe practicar la autoafirmación y el autocuidado, reafirmar sus valores, rememorar sus logros y lo que la llevó hasta donde está. Buscar comunidades de apoyo, mentores o colegas que valoren su identidad completa es otra vía. Cuidar su bienestar mental y emocional, y no es debilidad pedir apoyo psicológico o participar en redes de empoderamiento. Por último, convertir la experiencia en acción. Quienes han enfrentado múltiples estigmatizaciones a menudo desarrollan una empatía aguda y una visión crítica muy valiosa, que permitirá visualizar los prejuicios e inspirar a otros que enfrentan luchas similares. Se trata de abrir caminos para que el entorno se adapte a las personas, no las personas al entorno.
Estereotipos como herramientas de discriminación
Históricamente, los estereotipos han sido utilizados para justificar la exclusión y persecución de grupos enteros. Se han empleado esas etiquetas para desacreditar a adversarios. Se promovieron estereotipos antisemitas por el imperio romano para no reconocer su autoría por la crucifixión de Jesús de Nazaret. Luego en algunos países europeos, influenciados por la iglesia apostólica y romana, a los judíos se les presentaban como codiciosos y manipuladores, lo que facilitó su deshumanización, Mas tarde, se llegó a políticas genocidas como sería el caso del régimen nazi, cuya propaganda difundió estereotipos deshumanizantes sobre los judíos, presentándolos como una amenaza y para justificar el holocausto.
En Cuba el dictador Fidel Castro marcó como "gusanos" a sus opositores para denigrarlos y legitimar su persecución. En Venezuela Hugo Chávez tildó a quienes se oponían a su régimen autoritario como "escuálidos", caricaturizándolos como débiles e ilegítimos. En Ruanda, antes del genocidio, los “tutsis” fueron retratados como "cucarachas" por parte de la propaganda “hutu”, previo a la matanza. Estos casos muestran cómo los estereotipos no solo alimentan el odio, sino que también facilitan campañas de violencia sistemática. Estos términos no solo deshumanizan, sino que también polarizan a la sociedad y justifican la represión.
Auto-estereotipos
Los estereotipos no solo afectan a los demás, sino también cómo nos vemos a nosotros mismos, porque internalizamos los estereotipos negativos que disminuyen nuestra autoestima y limitan nuestro potencial. Así, si una sociedad cree que su pueblo es "flojo" o "incapaz", es probable que esta percepción se traduzca en una menor motivación y productividad. Investigaciones han demostrado que los estereotipos internalizados pueden influir en la salud mental y física. Becca Levy, profesora en la Universidad de Yale, ha encontrado que los estereotipos negativos sobre el envejecimiento pueden afectar la longevidad, y el bienestar de los adultos mayores. Por el contrario, promover estereotipos positivos puede tener efectos beneficiosos en la salud y la autoestima.
Estereotipos entre culturas: distorsiones de la realidad
Los estereotipos también afectan las relaciones entre culturas. Un caso sería asumir que todos los asiáticos son buenos en matemáticas o que todos los latinoamericanos son apasionados, lo que perpetúa visiones simplistas y puede ocultar la diversidad y complejidad de estas culturas. Además, los estereotipos pueden ser exportados a través de medios de comunicación y tecnología. Un estudio reciente de Margaret Mitchell, líder en ética de IA en Hugging Face, destaca cómo los modelos de inteligencia artificial pueden perpetuar y amplificar estereotipos existentes, incluso en culturas donde estos no eran prevalentes anteriormente.
¿Pueden ser beneficiosos los estereotipos?
Aunque generalmente se consideran perjudiciales, algunos estudios sugieren que ciertos estereotipos positivos pueden tener efectos beneficiosos. Si se asocia a un grupo con características positivas como la inteligencia o el esmero, esto puede mejorar la autoestima y el rendimiento de sus miembros. Es el caso de asumir que las mujeres son más empáticas que los hombres puede llevar a su concentración en roles de cuidado, limitando la participación de ellos. Un pueblo que cree que "no sirve para gobernarse" tiende a perpetuar sistemas de dependencia y subdesarrollo. Una comunidad que internaliza la creencia de que "es perezosa" tenderá a actuar de manera desmotivada, afectando su productividad. Esto se ve incluso en estudios académicos, donde minorías estereotipadas tienden a rendir menos en contextos donde su grupo es negativamente percibido (Steele & Aronson, 1995).
Incluso los estereotipos positivos llegan eventualmente a ser peligrosos. Si los latinoamericanos son "fiesteros", y ser alegres y felices es positivo, pero en el plano laboral o institucional suele ser visto como negativo, y puede alimentar percepciones de irresponsabilidad y de poca seriedad.
El bullying

El acoso escolar y social, es una forma de violencia que se manifiesta en ataques verbales, físicos o psicológicos sistemáticos hacia una persona vulnerable. Uno de los factores menos visibilizados pero profundamente influyentes en el bullying son los estereotipos. El bullying implica la repetición de actos de intimidación, humillación o agresión hacia una víctima que tiene dificultad para defenderse (Olweus, 1993). No es un conflicto aislado, es una relación de poder desigual.
Los estereotipos actúan como un combustible psicológico para la discriminación por varias razones, una, la deshumanización de la víctima. Cuando alguien es reducido a una etiqueta de "gordo", "nerd", "inmigrante", o "raro", su individualidad se borra. El agresor deja de ver a la víctima como un ser humano completo y siente menos culpa por su maltrato. Dos, la justificación moral del agresor que puede convencerse de que su conducta es aceptable o incluso "merecida" porque la víctima "es diferente" o "no encaja". Tres, el refuerzo social, porque el grupo en la situación suele apoyar al compartir o aceptar el hecho, y más aún aplaudir, o considerar gracioso el evento. Así, la agresión se convierte en un medio para afianzar la pertenencia al grupo y marginar al "otro". Finalmente, el miedo de alguno a ser considerado igual a la víctima si no colabora en el bullying puede mantenerlo pasivo ante la agresión, para proteger su propia posición social.
Consecuencias psicológicas del estereotipo negativo
La víctima sufrirá de baja autoestima, ansiedad, depresión, sentimiento de aislamiento y alteraciones en el rendimiento escolar o laboral. En casos graves, ideación suicida o de venganza. Entre tanto, el agresor reforzará sus actitudes violentas. Tendrá dificultades en la empatía y su regulación emocional y correrá el riesgo de desarrollar conductas antisociales en la adultez que lo lleven a prisión. Para el entorno se crea un clima de miedo y desconfianza
Los estereotipos no son solo pensamientos inofensivos ya que pueden ser las semillas invisibles de la violencia social. Se deben evitar ideas preconcebidas, y enseñar a cuestionar las imágenes de rótulos que contribuyen a justificar y perpetuar el daño emocional y físico promoviendo una educación basada en la empatía, el respeto por la diversidad y el reconocimiento de la dignidad de cada persona. Como psicólogos y periodistas, creemos que la tarea urgente de nuestro tiempo es deconstruir los estereotipos —con ciencia, conciencia y compasión— para liberar a las personas de los moldes que reducen su humanidad.
Una advertencia necesaria
Los estereotipos políticos son armas poderosas y han servido históricamente para sostener regímenes autoritarios, justificar injusticias y frenar el desarrollo de democracias verdaderas. Nuestro deber, como psicólogos y ciudadanos, es desenmascarar estos mecanismos, proteger el derecho de cada ser humano a ser visto en su complejidad, y resistir la tentación fácil —pero peligrosa— de reducir el mundo a etiquetas. Varios gobiernos en la actualidad utilizan la estereotipación como herramienta política para consolidar poder, polarizar a la sociedad y justificar políticas controvertidas. En los Estados Unidos de América durante la campaña presidencial de 2024, se intensificó la retórica antiinmigrante, describiéndolos a todos como delincuentes y una amenaza para la seguridad nacional. Estas afirmaciones, a menudo sin fundamento, se utilizan para movilizar a la base política y justificar políticas migratorias restrictivas. El gobierno de Rusia ha empleado estereotipos para deslegitimar a sus opositores y justificar acciones militares, como es el caso de retratar al gobierno ucraniano como neonazi para justificar la invasión de Ucrania.
En Hungría se ha promovido la teoría de la "Gran Sustitución", sugiriendo que los inmigrantes musulmanes están reemplazando a la población europea cristiana. Este discurso ha sido utilizado para justificar políticas antimigratorias y mantener el poder.
En Italia se utilizan estereotipos sobre los inmigrantes para promover políticas restrictivas. En México, durante el proceso electoral de 2024, las candidatas presidenciales enfrentaron ataques basados en estereotipos de género y origen étnico. para socavar su credibilidad y liderazgo. En Francia, se ha empleado estereotipos sobre inmigrantes y musulmanes para promover una agenda nacionalista. Su retórica ha contribuido a la polarización política y al aumento del apoyo al extremismo. En Alemania, determinados sectores también.
La identidad y los estereotipos
Es la forma en que una persona —o un grupo— se percibe a sí mismo y se define ante el mundo. Es un proceso dinámico, complejo, construido a lo largo del tiempo a partir de vivencias, escogencias, pertenencias culturales y narrativas internas. Sin embargo, en la sociedad contemporánea, este proceso íntimo de autodefinición enfrenta un obstáculo persistente, los estereotipos. Cuando los demás nos imponen visiones simplificadas, fijas y a menudo despectivas sobre quiénes somos, la construcción de la identidad se ve alterada, condicionada o incluso bloqueada. La identidad es un entramado de elementos que responden a preguntas esenciales: ¿Quién soy?, ¿de dónde vengo?, ¿qué valores defiendo?, ¿qué significado tienen mis experiencias?... La identidad personal se forma en la interacción con la identidad social, el reconocimiento de que pertenecemos a ciertos grupos como la familia, el género, la cultura, la nacionalidad, las creencias y que al mismo tiempo somos únicos en nuestra vivencia de esas pertenencias. La formación de la identidad como la tarea fundamental de la adolescencia, pero hoy sabemos que es un proceso continuo a lo largo de toda la vida.
Frente a la fuerza de los estereotipos, la afirmación de la identidad propia se convierte en un acto de resistencia y de sanación. Nuestra tarea, como individuos y como sociedad, es liberar la identidad de las cadenas de los estereotipos, permitiendo que cada persona sea observada —y se mire a sí misma— en toda su amplitud, complejidad y dignidad. Solo así construiremos un mundo más justo, donde cada ser humano tenga el derecho irrenunciable a ser quien realmente es.

Querido lector, hoy queremos recordarte algo. No viniste al mundo para encajar en moldes ajenos. No naciste para ser la idea de nadie sino para ser tú. Entero. Infinito. Verdadero. No eres tu color de piel. No eres tu acento. No eres el juicio de otros ni los límites que te dibujaron. No eres el estereotipo que alguien quiso pegarte como una etiqueta. Eres tus sueños. Eres tus heridas sanadas. Eres tu risa, tus preguntas, tus batallas, tu ternura. Cuando dudes de ti, cuando sientas que te empujan a un espacio demasiado pequeño para tu alma, respira y sal de allí… Es más, tu valor no depende de ser aprobado, clasificado ni explicado. Libérate. Rompe los grilletes invisibles de las expectativas ajenas. Abraza tu propia voz, tu manera única de transitar el camino de la felicidad personal… Escribe tu historia. Con tus palabras. Con tu impulso. Con tu luz imperfecta pero maravillosa. La verdadera identidad no se busca afuera. Se descubre dentro. Y una vez que la encuentres… nunca más volverás a aceptar ser menos de lo que eres…
Con toda nuestra confianza en ti… nos despedimos hasta la próxima semana. Si deseas profundizar sobre este tema o consultarnos, puedes escribirnos a psicologosgessen@hotmail.com. Que la Divina Providencia del Universo nos acompañe a todos. Nos vemos en la próxima entrega…

María Mercedes y Vladimir Gessen, psicólogos
(Autores de “Maestría de la Felicidad”, “Que Cosas y Cambios Tiene la Vida” y de “¿Quién es el Universo?”)