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¿Cómo resucitó el comunismo y se apoderó de América? (1)


Imagen: Pixabay

1.- En 1989-1990 el comunismo desapareció de Europa con el derrumbe del imperio comunista soviético y la desintegración de la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas).


En América todos los países, desde Canadá hasta Argentina, eran entonces demócracias, bajo la tutela de Estados Unidos que emergió como la única superpotencia del mundo. La excepción: la isla de Cuba. Allí imperaba una tiranía comunista ejercida por el mismo tirano que tenía 30 años en el poder.


32 años después la situación ha cambiado radicalmente. Esta misma tiranía comunista de Cuba, un país pobre y en ruinas, ha logrado el milagro de la resurrección del comunismo y ha tomado el control de América Latina dejando en ridículo a Estados Unidos.


2.- La toma de América Latina por el comunismo es la mayor derrota infringida a Estados Unidos, de la cual sus gobernantes no se han enterado todavía para mayor desgracia y de allí que estén contribuyendo, como peleles, a que se convierta en una catástrofe para la democracia en América. Ejemplo: le están entregando 3.000 millones de dólares a Maduro, quien lo usará para financiar el asalto al poder por los comunistas en Ecuador, Uruguay y Paraguay, últimos reductos de la democracia en el CONTINENTE ROJO que es América del Sur, y al mismo tiempo sobornar a la plaga de colaboracionistas que usurpa el rol de oposición en Venezuela y a los militares, su único sostén.


3.- Estudiar el proceso de resurrección y victoria del comunismo en América se hace necesario para poder revertirlo, a lo cual estamos obligados si queremos vivir en libertad y democracia y disfrutar de bienestar en el futuro inmediato. Comencemos.


En 1990 Fidel Castro era un ánima sola gobernando un país aislado que se derrumbaba porque perdió el auxilio de la URSS con su desaparición. Todo apostaba a su caída. Entonces demostró su calidad de líder, que para serlo debe reunir estas condiciones: valentía personal, carisma, ideal y genio estratégico. Reunidas estas condiciones en su persona se la jugó y ganó el desafío. Aún después de muerto y sin heredero político, sigue ganando batallas, aunque sólo porque no ha tenido contendor a su altura como lo tuvo Hitler.


4.- América Latina no ha tenido un Churchill civil. Ni tampoco un De Gaulle militar. Solo el comunismo ha tenido un líder continental en esta etapa histórica. La democracia ha estado huérfana de liderazgo continental en América frente a la maldad que nos arrolla en una repetición de la blitzkrieg nazi.


5.- Esta orfandad de liderazgo continental no ha sido atenuada o suplida por un proyecto político común, como el ESTADO DE BIENESTAR en la Europa de post/guerra. Un proyecto político común que ilusione y emocione a los pueblos desencantados de la democracia representativa al estilo tradicional, como fue la nuestra en la etapa anterior llamada Cuarta República. Proyecto que encarnen líderes nacionales que coincidan con los de otros países.


6.- Precisamente por no tener en América un Churchill ni un De Gaulle, no hubo quién convenciera a Estados Unidos en 1990 de que, puesto que Cuba ya no contaba con el paraguas atómico de la URSS, debía aprovecharse para liquidar sin mayor demora la amenaza comunista que representaba y proceder a derrocar la tiranía comunista que la oprimía desde hacía 30 años, a la cual debía cobrársele con castigo ejemplar dos agresiones imperdonables por insólitas que demostraron su extrema peligrosidad: amenazar a Estados Unidos con misiles puestos a 90 millas de su costa en 1962 y haber invadido a Venezuela por Machurucuto en 1967.


7.- Aprovechó Fidel Castro que no hubiera en América un Churchill civil ni un De Gaulle militar para sobrevivir simulando. La oportunidad se la brindó Carlos Andrés Pérez trayéndolo como invitado de honor a su toma de posesión de la Presidencia de la República. Invitado de honor el que invadió a Venezuela y nunca pidió disculpas. Invitado de honor el tirano comunista de Cuba que rechazó la apertura de Gorbachev. Un disparate de Pérez, que demuestra su miopía política. Era una buena persona pero no un estadista, ni un genio estratégico, como si lo fue Betancourt, quien hubiese promovido el derrocamiento de Castro por Estados Unidos, aprovechando la ocasión, para acabar con la amenaza comunista contra Venezuela, visto los antecedentes del sujeto.


La invitación de honor de Pérez a Castro tuvo los efectos de una amnistía a favor de un criminal concedida por su víctima. Fue su presentación en sociedad sin arrepentimiento. Castro le correspondió fundando el año siguiente la INTERNACIONAL COMUNISTA DE AMÉRICA (Foro Sao Paulo). Y 3 años después Hugo Chávez, agente cubano que Castro ya tenía infiltrado en la FANB, intentó derrocar a Pérez con un golpe militar.


A diferencia de los europeos que fueron implacables con los nazis, impidiendo así su resurrección, los gobernantes democráticos de América no vieron más allá de sus narices en el caso de Cuba y, para usar lenguaje del toreo, dejaron que el toro regresara vivo al corral en lugar de rematarlo. Las consecuencias están a la vista.


Primera lección aprendida: NO REPETIR EL ERROR QUE ESTAMOS PAGANDO CARO.



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