Conspiraciones: Desde las hogueras medievales a las redes sociales
- Vladimir Gessen

- 28 jul
- 19 Min. de lectura
El caso de Jeffrey Epstein y Ghislaine Maxwell es un punto de intersección entre el crimen sexual organizado y las Teorías de Conspiración

Las Brujas
Las teorías de conspiración no son un fenómeno moderno. Mucho antes de Internet, de las redes sociales o de los algoritmos, ya se sembraban ideas colectivas de enemigos ocultos, pactos secretos y amenazas invisibles. Una de las expresiones más aterradoras de esta mentalidad fue la cacería de brujas entre los siglos XV y XVII. Desde una perspectiva psicológica, histórica y política, este fenómeno constituye uno de los antecedentes más fuertes de las teorías conspirativas actuales.
Una narrativa conspirativa: las brujas como amenaza secreta

Se creía que las brujas conspiraban en secreto con el demonio para arruinar cosechas, propagar enfermedades y atentar contra el orden cristiano. Estas ideas fueron codificadas en textos como el 'Malleus Maleficarum' (1487), un manual de inquisición que describía en detalle cómo detectar, juzgar y castigar a las supuestas brujas. La lógica circular de estas acusaciones se parece mucho a la de las teorías actuales donde cualquier defensa era vista como parte de la conspiración misma. La figura de la bruja encarnaba un enemigo que no podía verse, pero cuya influencia se atribuía a todo mal inexplicable. Esto generó un clima de pánico moral, donde los rumores se convertían en pruebas, y la denuncia en virtud. Se trató de una auténtica teoría de conspiración con una paranoia social, comunidades enteras se movilizaban por miedos inducidos, y sin posibilidad de contrastar la realidad.
Miles de mujeres —sobre todo viudas, parteras o sanadoras— fueron torturadas y ejecutadas. Se estima que entre 40.000 y 60.000 personas fueron asesinadas por acusaciones de brujería en Europa y en Estados Unidos en el caso de las brujas de Salem. La cacería de brujas con la “Santa Inquisición”, impartida por las autoridades religiosas locales y algunas iglesias utilizaron estas acusaciones para reforzar su poder, controlar socialmente a las mujeres y eliminar disidencias. Como explica Silvia Federici en Calibán y la bruja, la cacería sirvió para disciplinar cuerpos y comportamientos en el contexto del surgimiento del capitalismo y la Reforma. Generó miedo colectivo, histerias masivas y una profunda desconfianza entre vecinos, incluso dentro de familias. Reforzó el patriarcado religioso, y demonizó saberes femeninos como la medicina natural, la partería y la herbolaria. Definitivamente fue un instrumento de control y homogenización ideológica en una Europa dividida entre la Iglesia Católica y las Reformas Protestantes.
¿Por qué fue una teoría de conspiración?
Desde la psicología contemporánea, se puede definir como una teoría conspirativa porque construyó una explicación oculta y sin evidencias sobre el origen de los males sociales. Se basaba en la creencia de que había un complot invisible, y quienes lo revelaban eran considerados 'iluminados'. Su narrativa era inmune a la refutación racional, exactamente como ocurre con teorías modernas de grupos políticos organizados, seguidores de la postura antivacunas o creyentes de una Tierra plana.
Testimonio de John R., camionero, EE.UU. (2020). “Las elecciones fueron un fraude. ¿Cómo puedes ganar cuando casi nadie fue a los rallies de Biden? El sistema está manipulado por los que están detrás del ‘deep state’. QAnon nos advirtió y tenían razón.”
Del fuego inquisitorial a los algoritmos virales

Así como la hoguera fue el instrumento para 'purificar' a la sociedad del mal invisible, hoy algunos foros digitales, parte de las redes sociales, y específicos podcasts virales, actúan como nuevos canales de propagación del pensamiento conspirativo. Como psicólogos y periodistas, creemos que la mejor respuesta no es la censura, sino la educación crítica, la adecuada información y la recuperación del pensamiento racional. Lo que estuvo en juego ayer —la vida, la verdad, la libertad— sigue hoy igual amenazándonos.
Teorías de conspiración en la política de Estados Unidos
El caso de Jeffrey Epstein y su asistente Ghislaine Maxwell es uno de los casos contemporáneos más citados por quienes creen en conspiraciones globales, pero también un patrón de cómo la opacidad institucional y el privilegio pueden facilitar delitos reales.
¿Qué se ha comprobado en el caso Epstein-Maxwell?
Jeffrey Epstein, financiero multimillonario, fue acusado de liderar una red de tráfico sexual de menores, que operó durante décadas en Estados Unidos y en el extranjero. Ghislaine Maxwell, su socia y asistente, fue condenada en 2022 por conspiración y abuso sexual de menores, a dos décadas de prisión. Se utilizaban propiedades en Nueva York, Florida, Nuevo México y una isla privada en el Caribe conocida como “la isla del pecado”. Epstein fue arrestado en 2019 y murió en su celda en agosto de ese año. La causa fue oficialmente declarada suicidio, aunque las circunstancias han sido cuestionadas. Se encontraron agendas, grabaciones y archivos con nombres de personalidades públicas, incluidos empresarios, políticos, científicos, miembros de la realeza y celebridades.
¿Por qué este caso se convirtió en caldo de cultivo para teorías de conspiración?
Lo primero, es porque hay elementos reales de encubrimiento. Epstein había sido condenado en 2008 por delitos similares, pero recibió un trato judicial extremadamente favorable mediante un “acuerdo secreto de culpabilidad”, lo que desató sospechas sobre su protección por parte de figuras poderosas. Un fiscal, quien luego se desempeñó como alto funcionario de Trump, justificó su actuación alegando “presiones superiores”.
En segundo lugar, porque involucra a élites de distintos espectros. En la prensa se han mencionado nombres en relación al caso de políticos y de empresarios de primera línea que han sido asociados, con o sin pruebas, al entorno de Epstein, lo que alimenta la “conspiradera” tanto en la izquierda como en la de los grupos que promueven estas teorías.
En tercer lugar, tenemos la falta de procesos penales contra muchos de los involucrados lo que refuerza la narrativa de que existe una “casta intocable”.
El cuarto factor ha sido la muerte de Epstein que ocurrió en condiciones altamente cuestionables. Las cámaras de vigilancia no funcionaban. Los guardias se “durmieron” y no hicieron las rondas. La celda no tenía compañero, no obstante de que se sabía que Epstein había intentado suicidarse previamente.
Pensamos que Hubo una red real de abuso, impunidad y protección institucional. Lo que no es conspiración teórica sino un crimen organizado y de encubrimiento. Si embargo, también se generaron versiones distorsionadas y fantasiosas, como que Epstein dirigía una red global satánica vinculada al Vaticano, a extraterrestres o a rituales de control mental (MK-Ultra), lo cual obviamente no ha sido demostrado. En el presente, otro alto funcionario del segundo gobierno de Trump —y quien fuera el abogado personal en los juicios que se le siguieron al actual presidente antes de 2025— se ha entrevistado con Ghislaine Maxwell, representado a la secretaría de Justicia, lo que ha aportado a esta teoría de conspiración la versión de una negociación con el gobierno de Trump para “moldear” la versión de ella y/o agregando o quitando de la “lista” de sus clientes a determinadas figuras que participaron de los “servicios especiales” que brindaba Maxwell junto a Epstein, y así lo manifieste cuando sea llamada por el Congreso de Estados Unidos a declarar en la investigación del este affaire. Adicional, Donald Trump, preguntado por un periodista si le otorgaría a Ghislaine Maxwell un indulto o conmutaría su sentencia, respondió que “tengo permitido hacerlo, pero es algo en lo que no he pensado”, lo que para algunos abre la puerta para esa posibilidad .
Lo que este caso nos enseña es que la frontera entre conspiración real y las teorías conspirativas es porosa. Cuando el sistema protege a los poderosos, la verdad se vuelve opaca y aparece la versión no probada.
Otras teorías de Conspiración

Grupos que generan estas teorías impulsan creencias como la de que una élite —eventualmente satánica— gobierna en secreto. Su narrativa explica que creen que existe un “Estado profundo” conformado por élites políticas, empresarios, artistas y funcionarios que controlan al mundo, y “trafican niños y practican rituales satánicos”. La realidad es que no existe evidencia verificable de ninguna red de tráfico de élites, y múltiples declaraciones del FBI, y del Departamento de Justicia y la prensa independiente, lo han desmentido.
Testimonio de Linetta S., historiadora afroamericana, Estados Unidos. (2020): “He estudiado las verdaderas conspiraciones históricas, como el caso de Tuskegee. Pero eso no significa que todo sea conspiración. QAnon no tiene base, es puro delirio colectivo. No podemos confundir hechos con paranoia.”

Todavía una parte de los ciudadanos creen que “Las elecciones de 2020 fueron robadas” y sostienen hasta el día de hoy que el expresidente Joe Biden ganó la presidencia a través de un fraude electoral masivo, especialmente mediante votos por correo manipulados, a pesar de que más de 60 demandas judiciales fueron presentadas, y desestimadas por falta de pruebas.
Esta teoría generó leyes estatales restrictivas al voto en varios estados y alimentó el asalto al Capitolio así como la creación y radicalización de los grupos armados. El Departamento de Seguridad Nacional (CISA) e incluso el propio fiscal general nombrado por Trump afirmaron que fue “la elección más segura de la historia”. Auditores independientes, cortes federales y hasta la Corte Suprema de Justicia de mayoría conservadora, y postulados por gobiernos republicanos, confirmaron los resultados electorales: Trump perdió las elecciones. Cuatro años más tarde, Donald Trump ganó los sufragios con Biden en el poder, por lo que es legítimo preguntarse, si siendo opositor Biden y los demócratas hicieron un fraude a Trump desde la oposición, ¿por qué con el poder en sus manos Trump ganó?
La “Agenda 2030” y el “Gran Reseteo” como complots
Esta teoría del “reseteo” (The Great Reset) sostiene que organismos como la ONU, el Foro Económico Mundial y gobiernos liberales usan la crisis climática o la pandemia como excusa para imponer un régimen comunista global, sin propiedad privada, control digital y con fin de las soberanías nacionales. La realidad es que los programas como la Agenda 2030 son compromisos voluntarios multilaterales y no implican abolición de la propiedad ni leyes obligatorias impuestas desde el exterior.
Testimonio de Y. Ben Salah, estudiante, Túnez (2023): "¿Por qué los países ricos quieren vacunar a todos en África? Nunca les ha importado nuestra salud. Yo creo que hay algo oculto ahí, una forma de controlarnos o de probar cosas en nosotros antes que en ellos.”
Las vacunas como parte de control o modificación genética
Se ha afirmado en la mayoría de las redes sociales que las vacunas contra el COVID-19 contienen chips, alteran el ADN, causan infertilidad o son parte de un experimento global, causando un impacto en millones de personas que rechazaron la vacunación. Lo cierto es que en las regiones donde hubo menor vacunación han tenido tasas de mortalidad más altas y han reaparecido enfermedades como el sarampión. Las agencias de salud en el mundo y estudios científicos han demostrado seguridad y eficacia. Ninguna vacuna modifica el ADN ni contiene tecnología de control.
¿Qué alimentan estas y otras teorías?

Uno, la polarización extrema de las sociedades crea dos visiones enfrentadas de lo que significa ser “ciudadano de algún país” y la desconfianza en los medios de comunicación tradicionales y los contemporáneos. El eslogan de noticia falsa “fake news” debilitó el rol del periodismo riguroso y redes sociales sin autorregulación efectiva. Además, los algoritmos premian el contenido emocional, escandaloso o divisivo y castiga lo racional. Algunos líderes usan las teorías conspirativas y las promueven para movilizar a su base, recaudar fondos o atacar al adversario.
Testimonio de Noelia F., periodista, España (2021): “Entiendo que muchos desconfíen de los gobiernos, pero como reportera he contrastado cada teoría que circula. Las más populares hoy en día no tienen sustento. Debatir es válido, pero sin evidencia, solo alimentamos el miedo.”
Psicología e historia de las teorías de conspiración
Durante siglos, la humanidad ha intentado entender el mundo no solo a través del conocimiento objetivo, sino también mediante narrativas paralelas, a veces ocultas, a menudo seductoras, que ofrecen una explicación alternativa a los acontecimientos. A eso se le ha llamado “teorías de conspiración”. Lejos de ser una curiosidad marginal, estas creencias han moldeado decisiones políticas, guerras, sistemas de creencias y hasta identidades colectivas. Y hoy, con la hiperconectividad digital, su influencia se ha amplificado a niveles nunca antes vistos.
Una teoría de conspiración es una construcción narrativa que atribuye eventos importantes —especialmente aquellos marcados por incertidumbre, sufrimiento o conflicto— a la acción secreta de un grupo poderoso y malintencionado. A nivel periodístico, podríamos decir que se trata de una interpretación alternativa de la realidad, que cuestiona la versión oficial, desconfía de las instituciones y presenta una historia encubierta que solo “algunos despiertos” logran ver.
Un repaso histórico: Del Imperio Romano al siglo XXI
Las teorías conspirativas no son nuevas. En la Roma antigua, la caída de emperadores muchas veces se atribuía a traiciones secretas o complots de senadores. En la Edad Media, la peste negra fue atribuida por algunos a los judíos, a las brujas o a pactos demoníacos. En la Edad Moderna, con el ascenso de los estados-nación y los primeros sistemas de prensa impresa, surgieron acusaciones de complots jesuitas, masones e illuminatis y luego se multiplicaron. Varias razones explican el atractivo de las teorías de conspiración, tales como la necesidad de control, porque es un pensamiento intencional, por sentido de pertenencia y superioridad, y por la desconfianza aprendida. La era digital ha sido el gran multiplicador. Las redes sociales y los algoritmos de recomendación han creado lo que Cass Sunstein y Adrian Vermeule llaman “cámaras de eco”, donde las personas sólo se exponen a información que confirma sus creencias.

Teorías de conspiraciones relevantes
Las teorías más populares por década, desde los años 60 hasta la actualidad, han sido sobre el asesinato del presidente John Fitzgerald Kennedy, el viaje y alunizaje en la Luna, la creencia en los OVNIS y el área 51 en los Estados Unidos, las organizaciones secretas como los illuminatis, masones, y otras logias y grupos religiosos o sectas, sobre quién o quiénes estuvieron por detrás de los atentados del 11 de septiembre de 2001, el Estado Profundo de Q y el Covid 19.

La escala refleja un índice relativo de impacto basado en su presencia mediática, cobertura académica, y difusión en redes sociales (fuente combinada de estudios y datos como Pew Research Center, y MIT Media Lab.
Conspiraciones recientes y la voz de la ciencia
Testimonio de Carlos M., comerciante independiente, México (2021): “No es casualidad que justo cuando empezó la pandemia, los gobiernos se unieran para imponer restricciones globales. Esto estuvo planeado. Yo lo vi venir cuando hablaron del 'Nuevo Orden Mundial'. La vacuna no es para salvarnos, es para vigilarnos.”
La pandemia del COVID-19 fue planificada
Para la conspiración fue una “plan-demia”. Miles de videos y publicaciones aseguraban que el virus fue creado deliberadamente en un laboratorio como parte de un plan para controlar a la población mundial, reducirla o implantar chips a través de las vacunas. Mientras estudios de filogenia viral han demostrado que el SARS-CoV-2 tiene un origen zoonótico natural. No existe ningún componente biotecnológico en las vacunas que permita implantar microchips ni controlar el comportamiento humano.
Algunos medios de comunicación y algunas redes sociales, políticos populistas y movimientos conspirativos argumentaron que el virus del Covid-19 fue creado deliberadamente en un laboratorio para implementar controles como cuarentenas, vigilancia digital, vacunación obligatoria y pérdida de libertades.
El impacto político de estas teorías fue la resistencia organizada en contra de las políticas sanitarias. El boicot a vacunas, mascarillas y confinamientos, y el aumento de campañas antivacunas. Aunque algunos estudios exploran la posibilidad de fuga accidental de laboratorio, no hay pruebas de creación deliberada ni de conspiración global. La mayoría de las evidencias apuntan a un origen zoonótico.
Testimonio de Sara H., médica infectóloga, Emiratos Árabes Unidos (2021): “He trabajado en hospitales con pacientes de COVID-19. No hay ninguna conspiración. El virus es real y las vacunas han salvado miles de vidas. Lo que sí es peligroso es la desinformación que nos hace perder tiempo valioso.”
Las vacunas alteran el ADN humano
Circuló la idea conspirativa de que las vacunas de ARNm modifican el ADN y eran parte de una agenda transhumanista. La ciencia afirma que las vacunas de ARNm no ingresan al núcleo celular. Solo instruyen a la célula para producir una proteína del virus y luego se degradan. No tienen capacidad para modificar el genoma humano.
El cambio climático es un invento
Algunos sectores niegan la existencia del cambio climático, argumentando que es una manipulación para implementar controles globales. La evidencia es abrumadora: Más del 97% de los científicos climáticos coinciden en que la actividad humana es la principal causa del calentamiento global.
Testimonio de Pierre D., profesor de física, Francia (2023): “La idea de que la Tierra es plana es absurda. Cualquiera con un telescopio casero puede comprobar la curvatura. Como educador, me preocupa que estemos retrocediendo en pensamiento crítico.”
La Tierra es plana
Una teoría resurgida que afirma que la Tierra es un disco plano, y que los gobiernos conspiran para ocultarlo, cuando la esfericidad de la Tierra ha sido confirmada desde Eratóstenes, con pruebas observacionales, imágenes satelitales y física básica, desde fotografías tomadas a gran altura en globos hasta imágenes satelitales, como las famosas “Blue Marble” del programa Apollo. Estas fotos muestran claramente la forma esférica del planeta como lo muestra la NASA.
Testimonio de Matías P., exmilitar retirado, Argentina (2022): “No me sorprendería que la NASA nos haya mentido con lo del alunizaje. ¿Por qué no volvieron en 50 años? Todo fue una forma de ganar la Guerra Fría. Las imágenes siempre me parecieron falsas.”
Las élites beben sangre de niños
Basada en la idea de que líderes mundiales extraen “adrenocromo” de niños para rituales satánicos o longevidad. La verdad es que el adrenocromo es un subproducto sin efectos rejuvenecedores. No existe evidencia médica que respalde esa narrativa, y está basada absolutamente en literatura de ficción.
Testimonio de L. Petrov, terapeuta holística, Rusia (2022): “Trabajo con energías y sé que el 5G altera la vibración del cuerpo. Desde que lo instalaron en Moscú, varias de mis pacientes han tenido insomnio y ansiedad. No necesito un estudio para saber que eso afecta la salud.”
El 5G causa enfermedades
Se trata de la quinta generación de tecnología para redes móviles inalámbricas, y representa una evolución significativa respecto a sus predecesoras (1G, 2G, 3G y 4G). Su desarrollo tiene como objetivo aumentar la velocidad, reducir la latencia y mejorar la capacidad de conexión simultánea de dispositivos. Esta creencia conspirativa sostiene que las ondas del 5G debilitan el sistema inmune o transmiten virus. El 5G opera en frecuencias no ionizantes, incapaces de dañar el ADN o el tejido humano.
Lo cierto es que no hay mecanismo físico que lo relacione con enfermedades. El decir que el 5G crea la debilidad del sistema inmune o la transmisión de enfermedades carece de fundamentos físicos, biológicos y epidemiológicos. Las ondas utilizadas no poseen energía para causar daño genético, y múltiples estudios y agencias reguladoras garantizan que su uso dentro de límites seguros no representa peligro.
Testimonio de Hiroshi T., ingeniero en telecomunicaciones, Japón (2022): “Trabajo con redes móviles. El 5G no es más peligroso que un microondas. Lo preocupante es que la gente cree en rumores virales sin entender cómo funcionan las ondas de radio.”
Países con mayor nivel de creencia en teorías de conspiración
Diversos estudios internacionales han identificado que la creencia en teorías de conspiración varía significativamente entre países, influida por factores como nivel educativo, confianza en las instituciones, polarización política, acceso a información confiable y nivel de desarrollo económico.

El Gráfico comparativo muestra los niveles estimados de creencia en teorías de conspiración por país. En rojo se destacan los países con alta prevalencia por encima del 60%, mientras que en verde aparecen los países con menor adhesión. Los datos se basan en estudios recientes de Frontiers in Psychology, y observaciones académicas globales. La mayoría de los estadounidenses (71%) han oído hablar de una teoría de la conspiración. Una cuarta parte de los adultos estadounidenses ven al menos algo de verdad en ello, incluido el 5% que dice que es definitivamente cierto, y el 20% que dice que probablemente sea cierto.
Entre las naciones que más creen en estas teorías están: Turquía que según un estudio de 2018 en Frontiers in Psychology, más del 60% de los encuestados creían que el mundo era gobernado por una élite secreta.
Estados Unidos: Un estudio de Pew Research Center (2021) mostró que el 25% de los adultos estadounidenses creen que “un grupo de élites satánicas dirige el mundo”.
Rusia: Encuestas muestran que más del 50% de los ciudadanos cree que Estados Unidos está detrás de intentos de desestabilización interna.
México y América Latina: Sondeos muestran que más del 40% de los encuestados creen que “la pandemia fue planeada”.
Nigeria: Durante la pandemia de COVID-19, más del 40% creía que el virus fue creado para controlar poblaciones africanas.
Países con menor nivel de creencia en teorías de conspiración
Países nórdicos (Suecia, Noruega, Finlandia): Mantienen altos niveles de transparencia, confianza institucional y educación cívica.
Canadá y Alemania: Con culturas con fuerte tradición en pensamiento crítico y controles a la desinformación.
Japón: Aunque existen creencias marginales, la sociedad tiende a confiar en la autoridad científica y gubernamental.
Factores que explican la variabilidad entre países

La exposición constante a narrativas de control oculto genera un sentimiento persistente de amenaza, alimentando la ansiedad y desconfianza incluso hacia familiares, vecinos o profesionales de la salud.
Disociación de la realidad: En casos extremos, las personas adoptan visiones del mundo completamente desconectadas de la evidencia objetiva, lo que dificulta el pensamiento crítico y la toma de decisiones racionales.
Efecto de “superioridad epistémica”: Quienes creen en conspiraciones a menudo desarrollan un sentido de superioridad moral o intelectual con afirmaciones como “yo sé la verdad, los demás son ciegos”, lo que refuerza el narcisismo intelectual y el aislamiento social.
Riesgo de radicalización: En individuos vulnerables, las teorías conspirativas pueden ser la antesala del extremismo ideológico o religioso, y en algunos casos, conducir a violencia o terrorismo doméstico, o a la ansiedad crónica y paranoia colectiva.
Consecuencias sociales
Pérdida de confianza en las instituciones: La erosión de la credibilidad de gobiernos, sistemas de salud, medios de comunicación y ciencia crea una sociedad fragmentada e ingobernable.
Rupturas familiares y comunitarias: Las teorías de conspiración han provocado rupturas entre amigos, parejas y familias. En tiempos de pandemia, muchas relaciones colapsaron por diferencias sobre vacunas, mascarillas o cuarentenas.
Estigmatización de grupos étnicos o religiosos: Muchas conspiraciones han servido históricamente para justificar odio hacia judíos, musulmanes, inmigrantes, chinos, y diversas comunidades. Estas narrativas contribuyen al racismo, antisemitismo y xenofobia.
Rechazo de la ciencia y la medicina: Miles de personas han rechazado tratamientos médicos, provocando resurgimientos de enfermedades como el sarampión. Durante la pandemia, se promovieron curas falsas y se boicotearon campañas de salud pública.
Consecuencias económicas
Pérdida de productividad laboral: La creencia en teorías conspirativas correlaciona con menor compromiso cívico y laboral. Quienes creen que “todo está manipulado” tienden a ser menos productivos y más desmotivados.
Costos en salud pública: Las teorías antivacunas han provocado brotes epidémicos y sobrecarga hospitalaria, con millones en costos sanitarios adicionales.
Daño a sectores estratégicos: La desinformación sobre el 5G, por ejemplo, ha generado ataques a torres de telecomunicaciones en Reino Unido y retrasos en su implementación tecnológica.
Impacto en los mercados: Las teorías de manipulación financiera han provocado pánicos bursátiles, desconfianza en monedas digitales, y ataques injustificados a bancos y empresas tecnológicas.
Consecuencias políticas
Deslegitimación democrática: Cuando millones creen que las elecciones son fraudulentas o que el gobierno está manejado por una “élite secreta”, se debilita el fundamento mismo de la democracia.
Proliferación de movimientos extremistas: Muchos grupos “conspiranoicos” dan origen a sectas políticas o religiosas. Algunos han incitado al asalto del Capitolio en Estados Unidos o atentados en Europa o boicots violentos a campañas públicas.
Polarización y fragmentación ideológica: Las teorías conspirativas dividen a las sociedades en bandos enfrentados, donde el debate se vuelve imposible porque cada grupo vive en una “realidad paralela”.
Instrumentalización por autócratas: Algunos gobiernos autoritarios propagan conspiraciones para justificar la represión como la de “enemigos internos”, “agentes extranjeros”, “bioterrorismo”, fortaleciendo el poder vertical y silenciando a la disidencia.
¿Objetivos de las teorías de conspiración?
Para control social y manipulación política: Al promover narrativas conspirativas se utilizan con el objetivo de desviar la atención pública, dividir movimientos sociales, o culpar a enemigos externos o internos de crisis estructurales.
Desestabilización geopolítica: Que usan algunas potencias que han sembrado conspiraciones en países rivales para fragmentar la opinión pública, minar la confianza en las elecciones o dividir alianzas como las ciberoperaciones de algunos países contra otros.
Monetización del miedo: Se provoca al momento que algunos influencers, medios alternativos, autores de libros o productores de contenido obtienen millones a través de donaciones, ventas o publicidad viral vinculada a teorías de conspiración.
Justificación de violencia o represión: Cuando líderes o grupos extremistas propagan conspiraciones para justificar guerras, exclusión social, o persecuciones religiosas o raciales.
¿Quiénes las crean o difunden?
Actores estatales autoritarios: En países sin libertad de expresión se utiliza desinformación sistemática como herramienta de control.
Grupos extremistas: Sean religiosos, nacionalistas, o racistas, difunden teorías para reclutar seguidores, justificar el odio o preparar acciones violentas.
Empresarios e influencers oportunistas: Los cuales monetizan la “verdad” mediante libros, podcasts, cursos, criptomonedas, o productos “alternativos” que llaman la atención sin importar la credibilidad ni las consecuencias.
Individuos paranoides o narcisistas: Se trata de personas con rasgos psicopatológicos que se vuelven figuras mesiánicas dentro de sus comunidades digitales y expresan cuanto se les ocurre sin mayor investigación ni preocuparse en investigar lo cierto de lo que divulgan.
Plataformas sociales y algoritmos sin regulación: Lo que crea oportunidades para que algunas redes amplifiquen lo emocional y lo escandaloso. Las teorías conspirativas son altamente compartidas porque generan indignación, curiosidad o miedo.
¿Seguimos en la obscuridad de la edad media?
Vivimos tiempos donde las hogueras ya no necesitan leña… arden con los clics. Las llamas del pasado —que consumieron cuerpos en nombre de "la verdad"— hoy se han digitalizado en millones de pantallas que reproducen teorías sin prueba, rumores sin contraste, y odios disfrazados de revelación. Pero el mecanismo es el mismo. Se señala a un "enemigo invisible", despierta miedos ancestrales, ofrecen certezas absolutas a quien no tolera la incertidumbre, y canalizan el malestar social en linchamientos simbólicos.

La estatua de Giordano Bruno se encuentra en la Piazza Campo de' Fiori, en pleno centro de Roma, Italia. Fue erigida sobre el lugar exacto donde Bruno fue quemado vivo por la Inquisición.
La historia nos enseña —con sangre y cenizas— que cada época ha fabricado sus brujas, aunque eran mujeres sabias, judíos inocentes, líderes incómodos, y científicos honestos como Galileo Galilei y el sacerdote Giordano Bruno, un teólogo miembro de la Orden de los Dominicos que fue quemado vivo en 1600 por atreverse a pensar más allá de los dogmas. Sus teorías cosmológicas desafiaron a la Iglesia ya que propuso que el Sol era una estrella más entre infinitas, y que el universo albergaba incontables mundos habitados por seres inteligentes. Su visión era tan audaz que rozaba lo impensable para su época, que el cosmos era infinito y de una divinidad inmanente en toda la creación. El fuego no apagó sus ideas como filósofo, las lanzó al futuro como brasas encendidas que aún nos iluminan. Recordarlo es advertirnos que cada época tiene su Inquisición, pero también sus valientes disidentes. Y que la dignidad de un ser humano capaz de pensar libremente sigue siendo la mayor herejía frente al poder que teme la verdad. También persiguieron, a médicos vacunadores, periodistas críticos, migrantes desesperados, o simplemente porque pensaban diferente. Todos ellos convertidos en blanco por una maquinaria emocional que necesita culpables más que explicaciones, y chivos expiatorios más que políticas públicas.
Hoy, esa maquinaria no está en los púlpitos ni en los tribunales de la Inquisición, está en los algoritmos diseñados para maximizar emociones, en las redes que premian lo viral por encima de la realidad, y en las figuras políticas o mediáticas que se alimentan del caos. Y sin embargo, no todo está perdido. La lucidez no ha muerto. El pensamiento crítico no ha sido abolido. La razón, aunque golpeada, sigue viva. Por esto, es que no basta con ridiculizar a quienes creen en teorías de conspiración. Hay que entender su origen emocional, su función social y su poder simbólico. Hay que responder con autenticidad, pero también con empatía. Hay que reconstruir confianza en las instituciones, fortalecer la educación desde la infancia, y democratizar el acceso a la información verificada. Hay que defender la ciencia sin arrogancia, y al periodismo sin miedo, porque cuando la verdad retrocede, la conspiración avanza. Y en ese terreno, el fanatismo no busca diálogo, busca obediencia. La democracia, en cambio, necesita ciudadanos libres, no creyentes ciegos. La libertad exige coraje. Y la lucidez, como la dignidad, hay que ejercerla incluso cuando se vuelve impopular.
Hoy no basta con saber. Hay que atrevernos a pensar y a actuar en consecuencia. Recordemos que la historia no la escriben los cobardes ni los crédulos, sino los que se atreven a mirar de frente al fuego sin dejarse consumir. Que no nos arrastre el pánico ni la ignorancia, que nos eleve la razón, la compasión y el valor de buscar la veracidad incluso cuando duele. Porque si no levantamos la voz hoy, mañana el silencio será cómplice de las nuevas hogueras. Si deseas profundizar, comentar o consultar sobre este tema puede conectarme en psicologosgessen@hotmail.com... Que la Divina Providencia del Universo nos acompañe… Nos vemos en la próxima entrega...







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