¿Bomba nuclear cambiará la historia en 15 días?
- Vladimir Gessen
- 21 jun
- 8 Min. de lectura
Lanzar una bomba nuclear táctica en Irán es probable y será el inicio de una era de guerras atómicas en otros países como Ucrania o Corea
En los próximos quince días, el mundo podría cruzar una línea peligrosa. Una que, de ser traspasada, transformaría el conflicto entre Irán e Israel en un nuevo capítulo de la historia humana, la del uso táctico de armamento nuclear en una guerra moderna y localizada. Aunque aún no ha ocurrido, los indicios se acumulan como piezas de dominó listas para caer una tras otra.
Israel ha declarado en múltiples ocasiones que no permitirá que Irán obtenga armas nucleares. Irán, por su parte, sostiene que su programa es pacífico, aunque la evidencia internacional y los reportes del OIEA han generado profundas dudas. El jefe de estado Ali Khamenei es un ayatolá que ostenta el título de Líder Supremo de la República Islámica de Irán, la más alta autoridad política y religiosa de ese país, ha mantenido una retórica hostil por décadas, utilizando expresiones como “tumor cancerígeno” para señalar a Israel, y un sinnúmero de declaraciones de que Israel “no existirá en 25 años”, que corresponden a una narrativa recurrente desde 2000.
En este momento, servicios de inteligencia occidentales han detectado con preocupación un posible avance en una instalación subterránea iraní, probablemente cerca de Natanz o Fordow, donde podría estarse manipulando uranio enriquecido a niveles preocupantes. Allí, se sospecha que podría estar en marcha el ensamblaje o desarrollo de un dispositivo nuclear rudimentario, o al menos los componentes que permitirían construir uno rápidamente.
Frente a esta amenaza, los escenarios de represalia o acción preventiva se vuelven inquietantemente realistas. Entre el 24 de junio y el 10 de julio de 2025, el mundo podría presenciar un peligroso evento que redefina las líneas rojas de la seguridad internacional, como lo es el posible uso de armamento nuclear táctico por parte de Israel, o un ataque preventivo de Estados Unidos contra una instalación nuclear iraní.
Los servicios de inteligencia de EEUU e Israel han incrementado su vigilancia sobre el complejo subterráneo de Fordow, situado a unos 32 km de la ciudad de Qom. Fordow ha sido durante años uno de los núcleos neurálgicos del programa nuclear iraní y, desde abril de 2024, se sospecha que allí se está enriqueciendo uranio a niveles cercanos al 90%, es decir, grado armamentístico, según informes del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) en mayo 2025.
El punto de inflexión
El 15 de junio de 2025, distintos medios informaron que el primer ministro Benjamín Netanyahu hizo declaraciones firmes sobre acciones militares contra Irán, sugiriendo un posible “cambio de régimen” como resultado de las operaciones israelíes. También ese día, la edición de Financial Times recogió frases de Netanyahu ratificando que “Israel haría lo que fuera necesario” para impedir que Irán cruce el umbral nuclear y que no permitirían otra amenaza existencial.
Donald Trump esta semana señaló que quiere evaluar la posibilidad de que se establezcan negociaciones sustanciales con Irán, antes de decidir “si ir o no” si entra en la conflagración Irán-Israel en las próximas dos semanas, aunque enfatizó que busca una solución diplomática, pero advirtiendo que no descarta el uso de la fuerza si no se logra un acuerdo sólido. Trump exige que cualquier acuerdo debe contemplar eliminar la capacidad de Irán para enriquecer uranio.
Aunque el presidente de EEUU mantiene un perfil ambiguo, lo alterna con amenazas —como sugerir incluso la eliminación del líder supremo Ayatolá Khamenei— junto a la invitación al diálogo.
Del otro lado, el ayatolá Ali Khamenei, respondió con firmeza al ultimátum de dos semanas planteado por Trump: Rechazó las condiciones impuestas y advirtió sobre graves consecuencias en caso de intervención militar de EEUU. Khamenei proclamó que “la batalla comienza, sin piedad”, el 18 de junio, pocas horas después de que Trump exigiera la “rendición incondicional” de Irán, y prometió que no habría piedad si EEUU o Israel atacaban a su país.
¿Qué puede ocurrir?
Escenario 1: Ataque de EEUU con bombas de penetración profunda
Washington, como principal aliado estratégico de Israel, podría optar por intervenir directamente mediante un ataque aéreo selectivo. No se trataría de una operación convencional. Lo más probable es que se empleara un bombardero B-2 Spirit, avión invisible al radar, diseñado para penetrar defensas aéreas densas y golpear con precisión quirúrgica. El objetivo sería destruir la infraestructura nuclear subterránea iraní. No con bombas nucleares, sino con las llamadas bunker busters, bombas de penetración profunda capaces de detonar bajo tierra. Esta opción, aunque extrema, tendría respaldo legal bajo el argumento —controversial— de prevención de una amenaza inminente, pero no evitaría una respuesta regional con consecuencias imprevisibles.
El B-2 Spirit puede cargar bombas GBU-57A/B Massive Ordnance Penetrator (MOP), diseñadas específicamente para destruir instalaciones nucleares subterráneas como Fordow o Natanz. La operación, de realizarse, sería nocturna y posiblemente ejecutada entre el 25 de junio y el 1 de julio, aprovechando la luna nueva del 28 de junio para reducir visibilidad aérea.
Este ataque podría contar con cobertura de cazas F-22 o F35, y reabastecimiento aéreo posiblemente desde Ali Al Salem (Kuwait) e Incirlik (Turquía), aunque esto implicaría acuerdos delicados con Ankara, dada la sensibilidad del gobierno del presidente Recep Tayyip Erdoğan.
Escenario 2: Incursión terrestre de las IDF
Una segunda posibilidad es que Israel, que ha desarrollado experticia en operaciones de infiltración y sabotaje, opte por una incursión terrestre limitada o el despliegue de fuerzas especiales para desactivar o demoler la instalación. Esto requeriría un nivel de inteligencia operativa muy alto y colocaría a soldados israelíes en territorio enemigo, con riesgos significativos de captura, muerte o escalada.
Fuentes cercanas al Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) han señalado que la unidad de élite de reconocimiento especial del Estado Mayor del Ejército de Israel, junto con elementos del Mossad y del Aman (Inteligencia Militar), podrían ejecutar esta operación encubierta en territorio iraní. Esta incursión, con drones de inteligencia como los Hermes 900, y comandos de sabotaje, buscaría inutilizar partes críticas del complejo sin dejar evidencia directa.
La ventana de ejecución se estima entre el 20 de junio y el 4 de julio, dependiendo de las condiciones políticas y climáticas. Esta operación es menos letal, pero mucho más arriesgada, y podría desencadenar una guerra total si Irán considera que se ha violado su soberanía.
Pero, hay algo más inquietante en el horizonte…
Escenario 3: Uso de arma nuclear táctica por parte de Israel
Israel nunca ha confirmado poseer armas nucleares, pero es un secreto a voces que su arsenal estratégico existe. En el escenario más extremo —y en caso de que las instalaciones nucleares subterráneas iraníes sean consideradas indestructibles por medios convencionales—, no se puede descartar el uso de un arma táctica de baja potencia, dirigida a un blanco exclusivamente militar.
¿Sería esto un crimen de guerra? ¿Una legítima defensa? ¿Un acto de locura estratégica o una fría decisión pragmática? La comunidad internacional se vería obligada a responder, y quizás a redefinir los límites de lo permisible.
Israel —según el Nuclear Threat Initiative (NTI) y el Bulletin of the Atomic Scientists— que posee entre 80 y 90 cabezas nucleares, algunas en forma de bombas tácticas de baja potencia (entre 1 y 10 kilotones). Estas podrían ser montadas en misiles Jericho III o, menos probable, lanzadas desde alguno de los 6 submarinos de clase Dolphin II que posee Israel.
El uso de un arma de esta baja potencia sobre una instalación subterránea como Fordow —ubicada bajo 80 metros de roca caliza— no es técnicamente descartable. Según fuentes de defensa israelíes, se estudia esta posibilidad porque las bombas convencionales no pueden penetrar lo suficiente. La fecha probable sería entre el 1 y el 5 de julio de 2025, si los demás métodos han fallado o se considera que Irán ha cruzado el "punto sin retorno".
¿Es concebible una guerra nuclear “limitada”?
El concepto de guerra nuclear táctica se basa en la idea de que es posible utilizar bombas nucleares de baja potencia de manera controlada, en campos de batalla limitados, sin escalar a una guerra total. Es una noción peligrosa. Porque si una bomba nuclear se detona —aunque sea de pocos kilotones y en una zona despoblada— el precedente histórico y psicológico sería devastador. Ya no estaríamos en la era del disuasivo simbólico, sino en el del uso real. El umbral moral habría sido cruzado.
Las consecuencias
La detonación de un artefacto nuclear, aún táctico, provocaría la desestabilización total en Medio Oriente. Un colapso en las negociaciones nucleares globales donde Corea del Norte podría sentirse justificada. Provocaría una cadena de represalias y quizás un bloqueo del estrecho de Ormuz por parte de Irán, y sus consecuencias tales como el desplome de mercados, el aumento extremo del precio de petróleo, desencadenando una crisis energética global.
Peor aún, abriría una caja de Pandora. Si un país usa un arma nuclear "tácticamente", ¿induciría a que Vladimir Putin, presidente de Rusia haga lo mismo en Ucrania? ¿qué impide que otro lo haga en el futuro, bajo una lógica similar?
China y Rusia —que han incrementado su cooperación con Irán desde el Pacto de Shanghái y el acuerdo trilateral de febrero de 2025— podrían intervenir diplomáticamente, o incluso enviar buques al Golfo Pérsico.
La guerra de Irán e Israel se encausaría hasta las últimas consecuencias. En Estados Unidos y Europa recrudecería el terrorismo islámico
¿El fin del tabú nuclear?
Si Israel recurre al arma nuclear táctica, aunque sea en una zona no poblada y con objetivos militares claros, se rompería el tabú establecido en Japón desde 1945. El Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) perdería legitimidad moral, y países como Arabia Saudita, Turquía o Egipto acelerarían sus propios programas nucleares con apoyo de Pakistán o Corea del Norte. El mundo no sería el mismo. Una vez que se cruza la línea del uso nuclear —aunque sea “táctico”— el precedente cambiaría las reglas del juego.
En los próximos quince días, una combinación de diplomacia fallida, inteligencia agresiva y decisiones desesperadas podría llevarnos a una nueva época. Una donde las bombas nucleares ya no sean símbolo de disuasión, sino herramientas de intervención militar. Pero ninguna bomba nuclear, por más "táctica" que sea, deja de ser estratégica. Porque toda detonación atómica es una herida mortal en la memoria colectiva de la humanidad.
Si en los próximos días se libera una explosión nuclear —aunque sea pequeña, precisa, o “quirúrgica”— el mundo habrá cruzado una frontera invisible, pero definitiva. El reloj simbólico del Juicio Final, que durante décadas ha oscilado entre minutos y segundos antes de la medianoche, quizás ya no tenga manecillas que mover.
Porque una bomba nuclear táctica no es solo un arma, es una declaración de uso. Una sentencia. Un gesto con ecos históricos que resuenan desde Japón hasta el último suspiro del siglo XXI. Y esa detonación, en un rincón desértico de Irán o bajo las montañas de Fordow, arrastraría consigo no solo roca y uranio, sino los cimientos de la diplomacia, del derecho internacional y de la frágil idea de una humanidad compartida.
El día después de esa explosión, muchos gobiernos negarán su responsabilidad. Habrá comunicados cuidadosamente redactados, mapas estratégicos y silencios calculados. Pero entre los escombros radiactivos quedará una certeza que nadie podrá encubrir, el mundo volvió a usar lo innombrable. Y ya no habrá marcha atrás…
Esperamos que nada suceda. Quizá la diplomacia prevalezca. Pero si no es así —si un arma nuclear se enciende— será como prender una antorcha en un polvorín.
No será el fin del mundo. Pero sí el principio de su mutación más peligrosa. Y entonces nos quedará solo una pregunta: ¿Tuvimos el coraje de evitarlo… o simplemente dejamos que ocurriera?
Comments