Volver a creer que la Democracia es posible
- Máximo Rondón Aguirre
- hace 3 días
- 2 Min. de lectura

Durante un paseo por mis espacios cotidianos, me encontré con una pintada que decía: "Volver a creer que la revolución es posible”. La frase me interpeló a lo largo de todo el recorrido.
¿A qué revolución se refiere? ¿A una que nunca llegó a consumarse? ¿Es eso lo que hace falta? ¿Quiero yo un cambio radical en las estructuras? Con el paso de los días, dejé que la idea madurara. No sé cuál era la intención de quien escribió esa pintada. Tal vez buscaba conectar con un pasado que hoy puede parecer romántico, un tiempo en el que los ideales
movían a las personas a luchar y sacrificarse. Tanto izquierdas como derechas han defendido sus idearios, en ocasiones cometiendo barbaridades. En otros casos, esos ideales fueron traicionados, y hoy solo llenan panfletos vacíos usados para justificar dictaduras.
Me pregunto si alguien en el primer mundo realmente desearía una revolución. En países como España, donde resido y estamos rodeados de comodidades —y si tenemos trabajo—, nuestras decisiones más trascendentes suelen ser qué comprar en Amazon, qué plataforma de streaming contratar o dónde pasar las vacaciones.
He escuchado a personas decir que, durante la pandemia del coronavirus, llegaron a desear que todo se fuese al garete e iniciar así un nuevo tiempo.
Y me pregunto: ¿qué incomoda tanto a algunas personas como para querer derribar un sistema que, aunque imperfecto, contradictorio e hipócrita, nos brinda libertad, condiciones de vida dignas, y acceso al conocimiento y la tecnología? Un sistema en el que puedo decidir, dentro de mis posibilidades, cómo pensar y sentir, incluso a riesgo de equivocarme.
Aun así, claro que quiero un cambio. Pero no una revolución. Lo que quiero es volver a creer en la democracia.
Creer que el dinero no lo es todo.
Que importan la dignidad y la ética.
Que quienes nos representan están al servicio de las mayorías; que son personas capaces de generar esperanza, de gestionar situaciones adversas, y de rodearse de los mejores.
Quiero que el debate político vuelva a ser un espacio de respeto, negociación y consenso.
Que la alternancia en el poder permita a izquierdas y derechas aportar lo mejor de sí, en lugar de desconectarse de la ciudadanía sin comprender sus verdaderas necesidades.
Que no abandonen a esos que aún con trabajo siguen siendo pobres, se sienten solos y desatendidos, y terminan eligiendo a populistas que saben apelar a las emociones, pero luego conducen a los pueblos al desastre.
Así que, si en mi próximo paseo me da por hacer una pintada, será: “Volver a creer que la Democracia es posible”.
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