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Veo 3.1 vs Sora 2: la nueva guerra del cine

Es importante recordar que la IA puede generar imágenes, no emociones.
Es importante recordar que la IA puede generar imágenes, no emociones.

Hace un siglo, los grandes estudios se peleaban por tener a Chaplin, por dominar el color o por controlar la distribución. Hoy, la batalla se libra en otro frente: la inteligencia artificial que genera video.


No hablamos ya de cámaras, sino de algoritmos. Ni de actores, sino de prompts. La competencia entre Veo 3.1 (Google DeepMind) y Sora 2 (OpenAI) no es sólo tecnológica: es el espejo de una nueva era del cine.


Lo que cada modelo trae al set


Veo 3.1 permite controlar luces, sombras, planos y hasta eliminar objetos. Puede generar escenas a partir de imágenes, extender clips y añadir sonido ambiente con precisión quirúrgica.


Sora 2, por su parte, busca dominar el realismo físico y visual. Su fuerte es la “steerability” (capacidad del creador de dirigir y ajustar la escena en tiempo real según su intención).


Lo curioso es que ambos modelos empiezan a comportarse como verdaderos “estudios” de cine. Tienen sus propios lenguajes, limitaciones presupuestarias (tokens, segundos, GPU), y hasta sus “guionistas invisibles”: los ingenieros que ajustan las redes neuronales detrás de cámara.


De Hollywood al algoritmo


Durante décadas, los estudios norteamericanos construyeron un modelo basado en jerarquía: productor, director, guionista, técnico. Hoy, ese orden se está disolviendo.


El creador contemporáneo puede dirigir, editar y montar sin salir de su computadora.


La inteligencia artificial convierte la visión en secuencia. El poder se descentraliza. Esto no ocurre sólo en Hollywood.


En Latinoamérica, Asia o Europa, un estudiante de cine puede hoy competir con una productora mediana si entiende cómo hablarle a un modelo como Veo o Sora.


No hace falta alquilar una cámara ARRI ni un estudio de sonido: basta con una buena idea y un prompt inteligente.


Las nuevas batallas


Pero, como en toda revolución, aparecen nuevas guerras:


1. La del control: ¿Quién posee lo que la IA genera? ¿El usuario, la empresa, o el modelo entrenado con obras ajenas?


2. La del realismo: Veo apuesta a la estética cinematográfica; Sora busca la simulación física perfecta. ¿Qué preferirá el público? ¿La belleza o la verosimilitud?


3. La de la autoría: ¿Hasta dónde sigue siendo “tuya” una película creada con IA?


Lo que antes era el arte de filmar ahora se parece más al arte de pedirle a una inteligencia que filme por ti.


El cine que se viene


Yo no creo que la IA mate al cine. Creo que lo redefinirá.


Así como el sonido no destruyó al cine mudo, ni el color mató al blanco y negro, Veo 3.1 y Sora 2 solo abren un nuevo capítulo.


Quizá, dentro de algunos años, recordemos este 2025 como el año en el que el “cine generativo” se volvió un género en sí mismo.


Las productoras del futuro no competirán por directores, sino por datasets.


Los festivales premiarán la originalidad de un prompt.


Y el oficio de crear se parecerá más a dirigir una orquesta de algoritmos que a sostener una cámara.


Como creador, me entusiasma y me asusta al mismo tiempo.


Ver a Veo 3.1 generar planos con luz natural, o a Sora 2 recrear atmósferas imposibles, me hace pensar que la cámara dejó de ser un instrumento y se volvió un lenguaje.


Pero también me recuerda algo esencial: la IA puede generar imágenes, no emociones.


Por ahora, sigue siendo tarea humana darle sentido a la secuencia.


Y esa, quizás, sea la última batalla del cine que aún vale la pena pelear.


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