top of page

Una Navidad accidentada

El corte quedó raro, sí… pero qué buena Navidad pasé! Imagen: IA Nano Banana
El corte quedó raro, sí… pero qué buena Navidad pasé! Imagen: IA Nano Banana

Mi primera Navidad en Argentina fue rara. Yo había llegado hacía poco, sin un peso, con el pelo largo y desordenado, pero sin plata ni para emparejarme las puntas. Y ahí apareció mi primo Vicenzo, con una confianza peligrosa:


—Juan, yo te corto. A mi suegro lo dejo perfecto. Después entendí el detalle clave: el suegro era calvo.


A un calvo lo dejas “perfecto” sin hacer nada.


Pero yo recién llegado, confiado y sin referencias, acepté.


Me senté y arrancó la máquina: bzzzz.


A los pocos minutos cambió a un tac–tac–tac que no sonaba a peluquero profesional.


—¿Eso está bien? —pregunté.


—Sí, sí, es tu remolino —me respondió, vendiendo seguridad como si cobrara por palabra.


Veinte minutos después tenía menos pelo y menos esperanza. Me miré de costado y vi un lado corto, el otro largo, atrás un hueco, arriba una pista. Todo obra 100% de Vicenzo. Yo no metí mano jamás.


Llegué a la cena con un gorrito, como quien tapa pruebas.


A los diez minutos escucho:


—Juan, sácate eso, hace calor.


Y quedé expuesto. Silencio cortito.


Después, carcajada general.


Mi corte se convirtió en entretenimiento:


—¿Qué te pasó, un huracán selectivo?


Servite más ensalada, así la gente mira el plato.


—Si así quedaste acá, imagínate en Venezuela.


Hasta un bebé me miró preocupado, como diciendo: “este muchacho no arrancó bien el año”.


Pero entonces pasó lo bueno: me aflojé.


Nadie se estaba riendo para lastimar. Era humor de mesa.


Había vino, sidra, y alguien llevó ananá fizz —yo no sabía si se tomaba o se usaba para aflojar tuercas— y terminamos cantando, riéndonos y festejando mi cabeza accidentada.


Y ahí pensé, tranquilo, sin espejo cerca ni drama innecesario:


“El corte quedó raro, sí… pero qué buena Navidad igual.


Porque no fue perfecta ni de tarjeta.


Fue desordenada, con chistes a mi costa, pero también fue la primera vez que sentí que no estaba pasando por Argentina como turista.


Me sentí acompañado y con lugar en la mesa. Me sentí en casa. Brindé, comí, me reí de mí mismo y me fui a dormir con una idea sincera:


“Si esta fue la Navidad accidentada… las que vienen pueden ser increíbles.”


Y no me equivoqué.


21

¡Gracias por suscribirte!

Suscríbete a nuestro boletín gratuito de noticias

Únete a nuestras redes y comparte la información

  • X
  • White Facebook Icon
  • LinkedIn

© 2022 Informe21

bottom of page