Los retos de Richard Bertossa con sus tres hijas en Camboya
- Carlos Subero
- 2 sept
- 10 Min. de lectura

Hay veces que el destino afecta a las personas y puede dirigirles hacia lugares sublimes, llenos de disfrutes, pero a veces les impone retos que se deben afrontar con entereza.
Este relato de Richard Frederic Bertossa -un emprendedor en cuatro continentes- se refiere a uno de esos retos de vida. Está relacionado con su salud y con el amor por los hijos, que es el punto que ha llenado su existir de los últimos años, con una experiencia compartida de padre y descendientes, que está llena de emocionantes travesías y nutritivos intercambios culturales. Y lo más importante el amor y una formación para la vida, que está dando a sus hijas.
El año y medio anterior ha sido de duras noticias y severos retos familiares, que Richard ha tenido que afrontar. Los retos están relacionados con la salud y la separación de miembros familiares.
En junio de 2025, Richard está en Camboya, a donde llegó con sus tres hijas Christin (3 años y medio), Susane (11) y Sofía (13), más un bebé de su actual pareja, procedente de San Francisco, California, Corea del Sur, con escala en Viet Nam.
“Yo conozco el mundo y ando buscando energía, calidad de vida y calor humano. Lo que llamo vida auténtica. Y aquí en Camboya es uno de los países donde se encuentra eso. La gente anda relajada, no hay delincuencia”.
Richard y sus tres hijas están en Angkor, una región arqueológica de Camboya donde existen
varios importantes templos, destacados entre la arquitectura religiosa del mundo.
Él lleva a su pequeña a un club de niños, institución para infantes donde permanece un rato mientras Richard resuelve diligencias o está con sus otras dos hijas. Se trata de un lugar donde no es necesario registrarse previamente para dejar a la niña, y la puede buscar cuando lo requiera. No hay horarios de entrada o salida. Así de informal y relajada es la vida en esa zona de Camboya.
Durante la entrevista, otra de sus hijas -Sophie- estaba en un gimnasio y la tercera -Susan- en el odontólogo. La familia pasa la temporada de esparcimiento y relax general, compartiendo entre ellos después de varios meses separados unos y otros en lejanas regiones del mundo.

Ya estuvimos aquí varios meses y regresamos para disfrutar el tiempo y también salir de la situación complicada”, comenta Richard, aludiendo a los inconvenientes que puso Marcela, la madre de Sophie y Susan, quien trató de impedir que el padre pudiera llevarlas otra vez consigo.
“Entonces ahora hemos estado aquí recuperando y cargando energía positiva”, asegura el padre.
Mientras Richard permaneció con la pequeña Christin, sus otras dos hijas estuvieron más de un año en casa de la madre, en San José, California, donde acudían a clases.
En el litigio por las niñas, el juez de California preguntó a Richard si, antes de llevarlas consigo, si quería que culminaran su año escolar allá. Richard respondió que sí.
Ahora ya tienen vacaciones.
Pero en cuanto a la educación de sus niñas, el padre tiene sus criterios muy particulares y los ha hecho valer a lo largo de toda la vida escolar de sus menores.
“Uno piensa que los niños siempre necesitan escuela y escuela, pero según mi experiencia eso es no es verdad. Ellos aprenden más de los viajes, de las situaciones reales en la vida, más que estar, así como en una rueda, en una máquina, en un sistema”, dice Richard.
Sin embargo, explica que cuando las niñas están en otra parte trata de ponerlas en la escuela y, así han estado, por ejemplo, en Taiwán, en Austria, en Colombia y en Brasil.
“Empiezan, aprenden y hacen amigos. Pero no es tan importante todo el tiempo y esfuerzo. Si uno hace planes diarios, seguro que el día está rico, que el día tiene aprendizajes, que ellos mismos planean y que participan en la vida real. Ahí está el aprendizaje”, señala.
“Así de difícil fue nuestro año más reciente”
Le pregunto a Richard cómo ha sido su año más reciente, y comienza a contar el drama que ha afectado a la familia:
“Ha sido uno de nuestros años más difíciles”, empieza explicando.
Hubo un incidente legal en Medellín, Colombia, con Melissa, la madre de Christin, a su cuidado y en ausencia de Richard. Las autoridades detectaron que la niña había consumido marihuana, y la explicación de la madre fue que habría sido con un caramelo.
La pequeña Christin estaría en poder de las autoridades hasta que Richard llegara a Colombia en su búsqueda. Cuando se disponía a recibir a la niña, Melissa inició una discusión, y le amenazó con hacer una falsa denuncia ante las autoridades, con el fin de impedir que estas le entregasen a Christin. Y -desafortunadamente- cumplió su amenaza.
La niña fue adjudicada temporalmente entonces a una familia sustituta, y se produjo así la separación familiar.
Richard comenzó luego un difícil episodio judicial para recuperar la custodia de Christin, y hubo de enfrentarse a las autoridades del gobierno colombiano, que arbitrariamente desconocieron opiniones de la Fiscalía que, después de analizar el caso, dijo que no existía nada en contra del padre.
Fueron meses de tristeza en casa por la ausencia de Christin, y de tristeza de la propia Christin por querer y no poder estar con sus hermanas y su padre.
Richard logró que le entregaran a la niña en febrero de 2024. La pequeña estaba un poco traumatizada por la situación de ausencias vivida.
Pero el dramático episodio había concluido finalmente, y todos estaban juntos otra vez en una finca en Medellín, y Christin comenzaba a mostrarse alegre.
Así transcurrieron varios meses hasta que otro drama tocó a las puertas.
Los resultados de un examen de sangre de Richard revelaron uno de los valores muy alto y desconocía por qué. Se preocupó y se sometió a resonancia magnética y tomografías, además de otros exámenes.
Los médicos le dieron un diagnóstico de cáncer de próstata en estado muy avanzado.
La noticia lo dejó temporalmente destruido en lo emocional. Los médicos hablaban de dos años, y eso hizo que Richard se pusiera a reflexionar acerca de la vida que había dado a sus hijas y cómo las ha preparado para asumir sus retos de vida, y sobre qué debía hacer entonces.
Richard decidió que las dos niñas mayores fueran a visitar a su mamá en California.
Arregló las cosas con un amigo para entregar a las niñas en Florida, y se quedaran con la madre.
Así, además, cumplía con el acuerdo ante el juez de Austria de permitir a las niñas visitar a la madre un mes al año, acuerdo que Richard siempre trató de cumplir.
“Este mes, mayo (de 2024), digo, bueno, si yo tengo ahí tratamiento, yo estoy triste y muy mal, destruido. Por eso yo no quiero que me vean así. Entonces ahora es el momento que vayan a donde está su mamá. Se quedan ahí, puede ser unos meses más mientras yo me ocupo de la salud,” asumió Richard, quien entonces se quedó con la pequeña Christin en Colombia, en espera de sus documentos para poder viajar.
Cuando el gobierno colombiano dio el permiso, se fue de viaje con Christin. Primero a Turquía, después a Filipinas. Y finalmente a Dubai.
Allí encontraron un buen lugar donde hablaban inglés y la niña estuvo feliz aprendiendo el idioma. Permanecieron allí por varios meses. Eso le permitió a Richard concentrarse un poco más y dedicarse al trabajo, porque antes no tenía cabeza para ello.
De allí Richard y Christin partieron para Chipre, y luego en la navidad se plantaron en Austria, el país donde nació Richard, y la niña pudo conocer a su abuela y vio la nieve de ese país de Europa Central, donde pudieron esquiar durante los meses de diciembre, enero y febrero.
Además, pudo tramitar el pasaporte austríaco para la niña.
Otro problema judicial en California
Las relaciones con la madre de Sofia y Susane parecían no andar muy bien, en vista de que durante las conversaciones telefónicas, Marcela sugería excusas para no devolver a las niñas, y Richard comenzó a pensar que, en realidad, ella tenía un plan para cambiar las cosas.
Pasaban los meses del año 2024, y Marcela seguía dando largas al asunto de la entrega de Sophie y Susane, lo que en la práctica era desconocer el acuerdo firmado por ella ante el juez de Austria.
Ella argumentaba en las conversaciones telefónicas que las niñas requerían ir a un psicólogo, y trataba de colocar a Richard en una situación negativa. Eso fue en septiembre de 2024.
En octubre Richard comenzó a estudiar la situación legal del asunto.
Él tenía un acuerdo judicial firmado por la madre en Austria. Se trata de un acuerdo que tiene validez internacional. Richard tuvo que contratar a un bufete de abogados en Los Ángeles para que le gestionara el reconocimiento en Estados Unidos del acuerdo de Austria. Existe un tratado entre ambos países para reconocer ese tipo de documento. Ese trámite de reconocimiento lo completo Richard en diciembre de 2024.
Para esa fecha, ya la madre de las niñas hacía mucho más obvio que no estaba dispuesta a entregarle a Sophie y Susan. Le decía a Richard que ella debía estar vigilante, y Richard le preguntaba si aspiraba entonces a tener supervisión de ella sobre la custodia.
Richard le explicó que entendía que ella quisiera estar con las niñas, pero que estas tenían hermanos y hermanas, además de su abuela de 80 años que quería ver a sus nietas. Marcela respondió que no le importaba si no veían a la abuela y actuaba como si sintiera que tenía todo el derecho de decisión sobre el asunto.
Una vez que los abogados habían registrado el documento austríaco en California, Richard espero a comienzos de febrero para presentarse en la ciudad de San José. Con Christin hizo un largo viaje: Austria, Londres, Las Vegas y luego California.
A todas estas, ya los abogados de Los Ángeles habían notificado a Marcela que el acuerdo sobre las niñas, que daba la custodia a Richard, que ella había firmado en Austria, ya había sido legalizado en Estados Unidos.
Ambas partes se reunieron en un café en San José. Ella llevó a su nueva pareja y entre los tres hablaron. Richard explicó que no podía dejarle otro medio año a las niñas, porque implicaría dejar de ejercer la custodia.
La madre de las niñas no tiene papeles en regla para vivir en los Estados Unidos. Las niñas estaban también en situación ilegal, ya que tenían una visa turística por 90 días, y se había cumplido de más ese lapso.
Considerando la política con los inmigrantes que tiene el presidente Donald Trump, esa no era una buena situación para las niñas.
Richard recordó que existe el acuerdo de Austria y durante esa reunión se le entregó la notificación oficial de que tal acuerdo era ya legal en EEUU.
La conversación se tornó difícil cuando el nuevo esposo intervino para señalar que si Richard insistía en que el acuerdo es legal desde Austria, ellos iban a pelear. Y amenazó que si había pelea por las niñas, seguro Richard no las vería más.
Era una clara amenaza.
Luego de eso ella comenzó a hablar de supuestas emergencias, que estaban desatendidas, y que hubo violencia y abusos con las niñas. Y el caso tomó un curso inesperado, también ahora en California.
Richard consideraba increíble que tenía que ir ante el juez, que había escuchado todas esas denuncias absurdas e inventadas por Marcela.
Pero la situación creada obligada a realizar una investigación en el departamento jurídico de abuso y usaron entrevistas de las niñas con un psicólogo.
Tuvo otra consecuencia seria. A Richard no le permitieron entonces ver ni llamar a Sophie y Susane. Esto mientras se realizase la investigación. Estaba destruido pensando en cómo era posible que la madre pudiera actuar así, inventando esa patraña.
Sin embargo, hubo un punto que decidió las cosas a favor de Richard. Él había grabado toda la conversación con Marcela y su nuevo esposo en el café y se la hizo escuchar al juez. Este la admitió como prueba porque había sido en un lugar público. Por esa grabación el juez se dio cuenta que intentaron extorsionarlo para que no ejerciera sus derechos de custodia sobre las niñas adquiridos desde el acuerdo de Austria.
Pero el punto más importante que tuvo Richard a su favor lo constituyó las entrevistas con las niñas, quienes mostraron que había manipulación y presión de la madre y no avalaron las denuncias contra el padre, ni ratificaron la violencia ni los supuestos abusos.
Hasta abril de 2025, Richard no pudo estar seguro de que las cosas iban a resolverse favorablemente para él y las niñas.
Por lo demás, en Estados Unidos, los abogados cuestan mucho. Llegó un momento en que Richard no pudo sufragar el costo de los gastos jurídicos que empezaron con $30 mil, luego $60 mil y después $90 mil.
Y él debía guardar fondos para financiar la vida de las niñas.
Aquí ocurrió la intervención de la mano de Dios.
Richard confesó a los abogados que ya no tenía dinero para sufragar los gastos. El abogado le dijo: “Entiendo y estoy de tu lado. Te vamos a ayudar gratis”.
Richard respondió. “En Estados Unidos, donde todo se trata de plata también existe gente noble”.
Esos abogados le ayudaron mucho y hasta el final, con consejos sobre cómo preparar los documentos y materiales, aunque ya no representándole.
Richard concurrió ante el juez, quien en abril sentenció que le entregaran las niñas de inmediato. Sin embargo, preguntó a Richard si se las llevaba ya o esperaba a que terminaran el año escolar.
“Yo no quiero causarle traumas de un día al otro. Yo las tendré cuando terminen el año escolar. Pongo mi fe en el interés de los niños”.
Tomó ese riesgo confiando en la rectitud de la Justicia, y el 8 de junio de 2025, el tribunal le entregó a Susane y Sophie con sus respectivos pasaportes.
Llevaban meses sin compartir. Richard contó que salieron del tribunal y se fueron a cenar y al día siguiente partieron para Corea del Sur, que había sido un sueño de las niñas ir allá y explorarlo. Estuvieron varios días recorriendo Corea para luego ir a Camboya. Allí conocieron a su nuevo hermano, que tiene solo 8 meses. Richard sintió tranquilidad al notar que, luego de todo ese tiempo, las niñas estaban felices con él, nada había cambiado y su estado de salud ha mejorado a pesar de los primeros pronósticos negativos.
“Aquí las pongo a hacer lo que quieran: artes marciales, entrenamiento personal, clases de cocina. Aquí todo cuesta muy poquito, cuesta la mitad, o menos que en Venezuela. Es obvio que utilizo los fondos para que ellas tengan un día listo y las veo alegres, y me dicen, Papa, te amo. Me abrazan sin preguntar. Esto es mejor de lo que yo imaginaba. Estoy muy feliz que todo salió tan bien al final. Pero este año, y antes de este, no podía dormir, no podía pensar, no podía atender a mis clientes…”
Su pareja actual es Janet. Está con ellos en Camboya y les apoya en todo, haciendo vida en familia con las niñas, y su hijo de 8 meses. Hizo el viaje desde Colombia con Richard y Christin para Turquía y hasta Camboya.
“La casa está full”, dice.
Sobre el futuro, Richard quiere que las niñas estén en una sociedad sana, que las niñas tomen la iniciativa para alcanzar sus metas. Hablan tres y cuatro idiomas, incluyendo el alemán. Las quiere incluir en negocios, montar un proyecto de negocios, monetizar sus videos, aunque sin poner mucha presión en eso aún. Y viajar a otras culturas, que conozcan gente y el mundo.
Richard Bertossa todavía tiene retos importantes por delante que buscará enfrentar y superar con su fuerza de voluntad, su concentración y la ayuda de Dios.






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