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La imagen de poder del comandante

Actualizado: 23 ago 2022

24 May 2012

En los conciliábulos de Palacio de mando y poderío, al presidente venezolano se le está derrumbado el mito de la invencibilidad que sostenía, y ha mermado considerablemente su carisma del poder, a pesar de que el comandante Chávez ha logrado mantener su imagen de poder entre las grandes mayorías. Millones consideran que sanará, y si este milagro ocurriera, lo consolidaría como el hombre que venció la muerte. Sería percibido como imbatible. Recuerdo que Henry Kissinger –otrora poderoso secretario de estado de los Estados Unidos, una vez escribió que "la apariencia de poder es tan importante como su realidad", y Maquiavelo explicaba que un gobernante no debe dar síntomas de debilidad por cuanto puede perder el gobierno en la próxima coyuntura que se le presente.

Esto explica por qué los autócratas en sus momentos más débiles se endurecen y arremeten en contra de sus gobernados incluyendo sus seguidores más fieles. Fidel Castro nos sirve de ejemplo: En los momentos difíciles para su gobierno, como la acusación que le iban a hacer en Naciones Unidas, de declarar a Cuba estado narcotraficante, el dictador fusiló al general Ochoa, viceministro de Defensa, y al general La Guardia, ministro del Interior de Cuba. Los opresores necesitan demostrar su fuerza porque del temor que se les tenga emana su poder. Este elemento es el que está perdiendo Chávez como consecuencia de la enfermedad que padece. Quienes aspiran en su entorno, se preguntan, si sobrevivirá, y cuánto tiempo le queda en la jefatura. Ya la duda de que se sustente en la presidencia ha surgido. Chávez puede dejar de ser el jefe de Estado, y esto, en términos de apoyos, componendas, asociaciones, acuerdos, pactos y soportes, tiene consecuencias. Sus partidarios del poder judicial venezolano, de los sectores militar, político y económico tienen que pensar y calcular la posibilidad de que otro factor tome el poder y sus efectos.

Chávez ya no es el futuro seguro, aunque si el presente, y pudiera demostrar –eventualmente antes del 7 de octubre- quién sigue mandando en Venezuela… y por qué se le debe temer... Por ahora.









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