La división de la oposición ¿a quién beneficia?
- Carolina Jaimes Branger
- hace 3 horas
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Un tuit del 30 de abril de Andrés Caleca expresa mi sentir en cuanto a lo que ha estado pasando últimamente en Venezuela, en contra de quienes han decidido participar en las venideras elecciones, en particular contra Juan Requesens y Henrique Capriles:
“Asquerosa, por decir lo menos, la campaña contra Juan Requenses. Y digo campaña, porque lo es: absolutamente coordinada, con los mismos personajes y contenidos. Dinamitar todo respeto, reconocimiento y comprensión entre distintas visiones (lo normal en unas fuerzas de talante democrático) al interior de la oposición real, es de una torpeza inconmensurable. De nuestra parte, más allá de coincidencias o desavenencias tácticas o, incluso, estratégicas, reconociendo que nos une la misión común de recuperar la democracia, defenderemos nuestra posición sin necesidad de destruir, deshumanizar, calumniar y aniquilar moralmente a ninguno de nuestros aliados potenciales. Respeto a todos, porque la razón que defendemos no necesita derrotar sino convencer. Por favor. ¡Basta ya!”.
Las distorsiones de la realidad se han esparcido como pólvora, alimentadas por la falta de confirmación, la imperiosa necesidad de dar “tubazos” en las redes sociales y dentro de un contexto emocional extremadamente polarizado. Cada uno de los actores políticos empezó a recibir de la otra parte calumnias tan exageradas, que hasta para un adversario que ha visto su actuación política todos estos años resultarían difíciles de creer. Pero, paradójicamente, reforzaron sus propios prejuicios y desconfianza. Cuando los diferentes grupos o partidos que se oponen a un régimen se atacan entre sí y se calumnian, no solo se debilita su capacidad para desafiar al poder establecido, sino que también se fragmenta la posibilidad de unir fuerzas en la lucha por la democracia y los derechos humanos. Pero el aspecto más negativo de esta división es que permite al gobierno consolidar su poder, que, de hecho, lo tiene. Lo ha venido demostrando con fuerza desde el 28J.
La calumnia y el desdén entre personas que fueron compañeros y amigos es muy triste a nivel personal, pero más allá, generan desconfianza entre las bases de apoyo de cada grupo porque confunde y desmotiva a sus seguidores. ¿Es acaso imposible que los líderes sean capaces de mantener un frente unido ante el adversario común? El gobierno de Maduro ha logrado su objetivo: dejar de ser el adversario. Esta falta de unidad lleva directo a un debilitamiento de las estrategias a largo plazo, tan necesarias para incidir en un cambio real.
Esta oposición fragmentada y en conflicto, da la impresión de que no hay una alternativa viable. Sé que hay apatía en el electorado, y que una buena parte va a optar por la abstención. Pero de ahí a la avalancha de insultos y descréditos personales hay un trecho larguísimo. Esta situación, sin que me queden dudas, merma la esperanza de muchos ciudadanos que anhelan un cambio positivo, pero que se sienten desilusionados al ver cómo sus líderes no logran trascender diferencias personales o ideológicas en favor de un objetivo mayor.
No es fácil... no. Es muy difícil la situación que vivimos. Pero divididos, llenos de odio, haciéndonos ecos de calumnias -sobre todo a quienes no se las merecen- no vamos para ninguna parte. Seguiremos bailando joropo, sin alpargatas, porque ya ni siquiera hay para eso.