top of page

Hasta el humor necesita hacer una pausa

Pronto el mundo contará de nuevo con las genialidades del Andreu Buenafuente, pero por lo pronto a descansar.
Pronto el mundo contará de nuevo con las genialidades del Andreu Buenafuente, pero por lo pronto a descansar.

Hay épocas que no se anuncian como tragedia. No suenan alarmas ni cae un meteorito. Simplemente un día te das cuenta de que todo está un poco peor que ayer… y bastante peor que hace unos años. Ahí entiendes que estás viviendo tiempos convulsos. Tiempos duros. Tiempos que desgastan.


Extremos políticos que ya no discuten ideas, sino que son enemigos. Pantallas que no se

apagan nunca y nos mantienen atrapados en una indignación permanente. Una desesperanza silenciosa que no grita, pero se instala. Se sienta a tu lado. Se queda.


En este clima extraño, incluso los comediantes empezamos a fallar. Y cuando fallan quienes históricamente usamos la realidad para hacerla un poco más digerible, algo está

seriamente mal. Muchos optan por dejar de ver noticias. Otros dejamos de actuar porque

simplemente estamos rotos. Incluso algunos tuvieron que parar todo: programas, giras,

proyectos, rutinas. No por falta de ideas, sino por exceso de peso.


Cuidar la salud mental hoy no es una moda. Es una necesidad urgente.


Mi querido amigo Andreu Buenafuente es uno de esos casos que duelen porque son cercanos. Porque lo conoces. Porque sabes todo lo que dio. Andreu fue —y es— una

máquina de trabajar, de crear, de pensar formatos, de hacer reír con inteligencia y oficio.

Un tipo que nunca paró. Que siempre estuvo. Que sostuvo escenarios, programas,

podcasts, equipos, audiencias.


Hasta que un día el cuerpo dijo basta. Y cuando el cuerpo habla, no hay prestigio que lo

contradiga.


Andreu quien animaría las campanadas de año nuevo junto a su esposa Silvia Abril, se tuvo que bajar. Pero no sólo se declinó de las campanadas, también dejó de hacer su programa “Futuro Imperfecto” y su podcast “Nadie sabe Nada” ¿La razón? Este mundo áspero, feroz, y algunas de las personas que lo habitan, lo rompieron un poco. No del todo. Pero lo suficiente como para obligarlo a parar y juntar los pedazos.


Y eso también es valentía. Sé que pronto el mundo contará de nuevo con las genialidades del Andreu, pero por lo pronto a descansar.


Mafalda


La noche de Navidad me llegó una tira de Mafalda. Ella y sus amigos cantan “Noche de paz, noche de amor”. En un momento, Mafalda se detiene y dice: “Antes de continuar me gustaría saber si se entiende la letra”. Para mí esa genialidad de Quino fue un golpe seco. De esos que no hacen ruido, pero te hacen tambalear, les confieso que lloré, pues claramente no estamos entendiendo nada.


ree

Después de una pandemia en la que repetimos —con una fe casi infantil— que íbamos a salir mejores, ocurrió lo contrario. Salió lo peor. El egoísmo sin pudor. El odio con micrófono. La mentira disfrazada de sentido común.


Para quienes no quieren verlo, el mundo vuelve a asomarse peligrosamente a fantasmas

conocidos. Las ultraderechas ya no marchan con botas: ahora usan traje, hablan de libertad, de igualdad y de progreso… siempre con letra pequeña. Siempre y cuando seas “el correcto”. Si eres migrante, no entras. Si piensas distinto, molestas. Si no encajas, sobras.


Lo más triste —y lo más absurdo— es ver a migrantes votando por quienes después los van a perseguir. Personas que huyeron del hambre, de la inseguridad y de la censura, apoyando a quienes los consideran un problema. Países a los que llegaron porque no había alternativa y que hoy llaman hogar. Al menos por ahora.


Todo esto cansa. Agota. Enferma. Y por eso muchos humoristas elegimos el silencio, la pausa, el repliegue. No porque no tengamos nada que decir, sino porque decirlo todo el

tiempo también rompe por dentro.


Pero incluso en este panorama casi apocalíptico, algo se resiste a desaparecer. Una chispa mínima. Una terquedad humana. La risa que vuelve, aunque sea en voz baja. rLa idea de que frenar no es rendirse. Que cuidarse no es desaparecer. Que juntar los pedazos también es una forma de resistencia.


Brindo por Andreu. Por su pausa. Por su regreso cuando esté listo. Brindo por quienes

seguimos, a veces cansados, a veces dudando, pero todavía aquí. Brindo porque, de una

vez por todas, entendamos la letra de la canción que cantamos.


Y sí, brindo con esperanza por 2026.


Después del 2025 que tuvimos, no le será tan difícil hacerlo mejor.


21

¡Gracias por suscribirte!

Suscríbete a nuestro boletín gratuito de noticias

Únete a nuestras redes y comparte la información

  • X
  • White Facebook Icon
  • LinkedIn

© 2022 Informe21

bottom of page