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El Genio Maligno en Venezuela


El Genio Maligno nos hace creer que vamos a una elección con verdaderos candidatos. Imagen: Aristal, Pixabay

En mis estudios de filosofía uno de los grandes pensadores que atrapó mi interés fue René Descartes, el famoso padre de la modernidad. Este pensador francés marcó el inicio de una

nueva manera de interpretar y entender el mundo que se conoce con el nombre de

racionalismo. Si en una frase sintetizamos lo qué es el racionalismo, diríamos: hacer uso de

nuestra facultad racional para alcanzar la verdad e interpretar la realidad. El famoso: pienso,

luego existo. La propuesta de Descartes lo hizo dominador de la civilización desde el siglo

XVII al siglo XX, y por supuesto, su filosofía marcó el camino de las sucesivas discusiones

filosóficas. Entre sus principales preocupaciones se encontraba establecer una ciencia

universal y verdadera, llegar al fundamento del conocimiento indubitable. Y en su proyecto de alcanzar un saber incuestionable, tomó como centro y punto de partida al individuo. Sin

embargo, las preocupaciones de este pensador no se limitaron al campo de la filosofía, las

ciencia no le eran ajenas, basta recordar el sistema de coordenadas cartesianas, su propuesta sobre la circulación de la sangre, sus avances en la nomenclatura matemática, su resolución de problemas geométricos, que lo hacen una figura importante en el estudio de las matemáticas.


Las ideas de este pensador hoy en día siguen en vigencia, no para aplicarlas tal como él lo hizo sino para darnos vías para interpretar problemas contemporáneos. La filosofía cartesiana ha servido para defender al individuo ante la imposición del colectivismo, la igualdad en la capacidad racional de la mujer, entender la relación que se da entre nuestro cuerpo y nuestra mente. Creo que hoy los argumentos cartesianos nos pueden ayudar a dar una mirada a los discursos políticos que con frecuencia escuchamos.


En su obra las Meditaciones Metafísicas, Descartes inició el camino para el fundamento de su

ciencia, estableciendo argumentos que le permitieran alcanzar sólo verdades, dejando de un

lado lo dudoso, lo oscuro, lo incomprensible. El primer paso que da nuestro autor es reconocer que la información que recibimos del mundo material, exterior a nuestra mente es confusa, lo que escuchamos, vemos, oímos, tocamos y hasta lo que olemos no es tal como creemos. Las ideas que nos formamos como derivadas de esta información sensorial, por ejemplo de lo que vemos o escuchamos, no son tal como las apreciamos, son confusas y hasta falsas. Para validar esta afirmación basta con escuchar a nuestros políticos, nada de lo que pregonan va con su estilo de vida. Nos dicen que tendremos el mejor sistema de educación pública, pero sus hijos van a colegios privados o a estudiar en el extranjero. En este punto Descartes nos invitaría a considerar que lo impuesto sólo por la afectación de nuestros sentidos nunca será totalmente conocido, será sospechoso de duda. Por ello siempre debemos cuestionar lo que escuchamos y vemos, teniendo en mente la política Latinoamérica, y especialmente la venezolana. Más cuando estamos viviendo un mundo donde parece predominar las Fakes News, engaños con pretensión de engaños, no por confusión ni error sino por intención.


Descartes consciente de estas pretensiones de engaño, de los intentos de hacernos entender las cosas como no son, crea una figura que será la causa de nuestro engaño, de nuestros errores y equivocaciones, que usa toda su maldad para confundirnos. A esta figura la llama el Genio Maligno, un ser todopoderoso que a diferencia de Dios no es un ser bondadoso sino engañador. Este Genio Maligno tiene como objetivo confundirnos en aquello que nos parecía seguro, en aquello que no seríamos capaces de dudar. Este ser nos crea ilusiones que no van acordes con lo real, con lo verdadero. Lo define su autor como un engañador muy poderoso y muy astuto que emplea toda su habilidad en engañarme siempre. Pareciera que el espíritu del Genio Maligno está en las mentes de muchos políticos, quienes tienen como objetivo mantener en el engaño a los ciudadanos. El fin cartesiano es eliminar este Genio engañador y buscar sólo lo verdadero.


Dice Descartes que esta figura nos hace pensar que somos unos reyes cuando realmente

estamos desnudos, que vestimos muy bien cuando ni calzado tenemos. Basta revisar el mar de la felicidad que venden los gobernantes cubanos y ver a sus ciudadanos cuando manifiestan, en ropa y cholas ya muy acabadas. Realidad que no es muy diferente cuando tomamos el metro de Caracas o cualquier transporte público en el país.


Describe Descartes a este Genio Maligno tan poderoso que nos hace equivocarnos en cosas tan simples como 2+2 ya no sería 4, como que María Corina Machado no sacó más de dos

millones de votos, o que diez millones de venezolanos defendieron el Esequibo, que estamos

bloqueados y por eso no hay medicamentos en los hospitales cuando en el estado Carabobo se realizó un desfile de carros Ferrari y Porsche patrocinados por el gobernador, que en el 2023 Venezuela logró la soberanía en producción alimentaria, basta con ir a un supermercado y revisar el país de origen de esos productos, cuando viendo las etiquetas notamos que ni corresponden a nuestras lenguas de origen. El Genio Maligno nos quiere hacer equivocar hasta en las operaciones matemáticas, hasta en eso que es irrefutable.


Pero este Genio Maligno va más allá y nos hace creer que vamos a una elección con verdaderos candidatos, que cualquier opositor se puede postular, pero en cuanto alguien toma el reto de postularse son invalidados, Nicaragua es un fiel ejemplo de ello. En Venezuela la candidata escogida por la oposición no puede participar en el proceso electoral, y su designada tampoco.


El Genio Maligno no deja de ser un seductor y pretende seguir engañándonos aun cuando

sabemos que siempre nos miente, por lo que debemos estar atentos, ser cuidadosos ante

nuevos posibles engaños.


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