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Conatel: el hacha del régimen


Imagen: Pixabay

Durante 2022, el Consejo Nacional de Telecomunicaciones

(Conatel) se convirtió en un hacha aún más afilada que en el

pasado, cuya función es decapitar a todo aquel medio de

comunicación que no sea del agrado de los jerarcas del régimen.


En los últimos meses se han ensañado con sevicia contra las

emisoras de radio en gran parte del país. En lo que va del año,

Conatel ha cerrado cerca de cien radiodifusoras en Venezuela. En

las semanas más recientes se afincó en el estado Zulia, donde

clausuró quince estaciones. En Táchira embistió contra ocho. Ni

siquiera el deprimido estado Sucre se salvó de la razia; en

Cumaná fueron clausuras dos emisoras. El Gobierno avanza en el

dominio del espectro radial sin contemplaciones de ningún

género.


Los argumentos para clausurar y confiscar los equipos de las

emisoras radiales se mueven entre el cinismo y el desprecio por la

inteligencia de los venezolanos. Las razones que invocan aluden

al supuesto incumplimiento de las normas de Conatel o a la

caducidad de las concesiones. Dan esas explicaciones a pesar de

que la mayoría de esas emisoras han funcionado durante años e

incluso décadas. El incumplimiento del que hablan no opera para

sancionar a Venezolana de Televisión (VTV) o a las centenas de

estaciones en manos del Gobierno, convertidas en paredones de

fusilamiento de los dirigentes opositores y de los disidentes del

chavismo.


Las valientes denuncias del Colegio Nacional de

Periodistas, el Sindicato Nacional de la Prensa, oenegés como

Espacio Público y otras organizaciones de la sociedad civil, no

han sido suficientes para aplacar la furia del régimen, que además

cuenta con el silencio y complicidad de la Asamblea Nacional

dirigida por Jorge Rodríguez, la Fiscalía General y la Defensoría

del Pueblo. El Gobierno y el Estado se coaligaron para darles un

mazazo a la libertad de expresión y al derecho a la información.

Lo único veraz y oportuno, de acuerdo con Conatel, son los bulos

que transmite el Gobierno durante las 24 horas del día los 365

días del año. Cuanta tontería se les ocurre a los jerarcas del PSUV

o del Gobierno es presentada en todos los medios audiovisuales

financiados con recursos públicos. Una de las últimas necedades

fue decir, sin ruborizarse, que en realidad los culpables de la

tragedia de Las Tejerías eran los españoles que conquistaron y

colonizaron el territorio venezolano. ¡Qué manera tan burda de

intentar ocultar su infinita ineficacia!


La campaña para acabar con las radios independientes forma

parte de la cruzada emprendida por el régimen hace más de dos

décadas contra los medios privados: la televisión, la prensa escrita

y los portales informativos. Algunas de las víctimas más

connotadas han sido RCTV, El Nacional y numerosos portales

acosados por los servicios secretos.


La arremetida contra las radios no persigue solo contar con

más medios para difundir majaderías como la que acabo de

mencionar, sino seguir aumentando la red de medios informativos

que les permitan silenciar las voces de protesta por el estado en el

que se encuentran los servicios públicos y la infraestructura

nacional, o por el incremento de los precios de los alimentos, o

por cualquiera de las numerosas razones que tienen los

venezolanos para quejarse por la ruina provocada por el

chavismo-madurismo. Además, el régimen pretende silenciar a

los opositores políticos y dirigentes sindicales que luchan por

mejorar las condiciones de vida de los trabajadores. A estos

líderes trata de acallarlos e invisibilizarlos. Que nadie los oiga ni

los vea. Que no existan, para que los problemas no se revelen ni

los errores u omisiones se señalen. Para que la corrupción no se

denuncie.


El silencio y la mordaza apuntan a fomentar el clima que la

futura campaña presidencial necesita para aspirar la reelección de

Nicolás Maduro en la presidencia de la República. El Gobierno

trata de promover un ambiente donde las únicas informaciones e

interpretaciones de los hechos provengan de la fuente oficial. Se

quiere que la verdad sagrada, incuestionable e inmutable sea la

que transmita la línea oficial del régimen. Con una indiscutible

hegemonía en el campo comunicacional, Maduro aparecerá como

el líder imprescindible e insustituible que la nación necesita.


No es casual, entonces, que el gobernante venezolano fue

uno de los primeros mandatarios, junto a Vladimir Putin y Kim

Jon-un, en felicitar la entronización en el poder de XI Jinping, el

nuevo emperador chino.


Todos los de su clase quieren un trono vitalicio. Veremos si

Maduro con el hacha de Conatel puede lograrlo.


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