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Boto tierrita y no juego más

Jorge Rodríguez, médico psiquiatra y dirigene político, se distinge por su lenguaje arrabalero. Foto: @Asamblea_Ven
Jorge Rodríguez, médico psiquiatra y dirigene político, se distinge por su lenguaje arrabalero. Foto: @Asamblea_Ven

El título de esta columna evoca aquella expresión que utilizábamos cuando éramos chamos. La misma exteriorizaba la malacrianza y o frustración de aquel que se veía superado en el juego y ante la falta de argumentos optaba por retirarse y aislarse.


No es muy diferente a la actitud de los pintorescos bolivarianos que cada vez que la cosa se les pone fea botan tierrita y se van. Es lo que algunos llaman “huir para adelante”.


En el caso de los próceres revolucionarios que en forma ilegítima siguen ocupando los espacios republicanos, la actitud es la misma, pero para darle mayor escándalo se matiza con palabras soeces, las mismas que desde pequeños en nuestros hogares nos fue enseñado no pronunciar, entre otras la que empieza por que en estas épocas de modernidad e inteligencia artificial ha pasado a formar parte del lenguaje no solo del malandraje sino también del léxico de quienes creen que el discurso se hace más popular cuando en él se intercalan palabrotas.


No recordamos que alguno de los grandes protagonistas de nuestra historia republicana democrática haya echado mano a estos comodines como complemento de sus pensamientos. Sí recordamos con total nitidez la inauguración de la etapa de la degradación cuando el Titán de Sabaneta tuvo que aceptar su derrota en el referéndum de diciembre de 2007, a través del cual pretendía modificar la Constitución a su medida. En su despechado discurso aconsejó a la oposición que aprovechara su “victoria de M“ puesto que él seguiría con su plan, como en efecto ocurrió (Ver: https://youtu.be/YC8UPoYN8Vc?si=rYGpJBpYkllZw4aw).


Esta misma semana, el individuo que funge de presidente de la Asamblea Nacional siguió por la misma senda al proponer que el Congreso exhortara al Poder Ejecutivo la salida de esa M que, en su opinión, es  la Oficina del Alto Comisionado de Derechos Humanos de Naciones Unidas. El detonante del exabrupto fue el informe elaborado por la delegación caraqueña de dicha oficina internacional que, según él, había cometido el pecado de informar al Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas que en Venezuela se violaban impunemente los derechos humanos de la población. El  legislador/psiquiatra profesional, incapaz aquí de contener su clase y su furia, se sintió movido a descargar su improperio no desde un estadio deportivo lleno de espectadores, sino desde la mera tarima de la Asamblea Nacional cuya jerarquía ha caído tan bajo que, en lugar de llamar al orden al orador, procedió de inmediato “por unanimidad” (o sea, también con votos  de la oposición “alacrana”) a solicitar al Ejecutivo (que es quien tiene la atribución constitucional art. 236, ord. 4) que declare "persona no grata” al titular del Consejo, Volker Türk. Al escribir estas líneas ignoramos si ello se ha materializado por Maduro.


Todo el escándalo proviene del hecho de que el Consejo de Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas, compuesto por 47 miembros, decidió desde hace varios años -con  reticente conformidad de Venezuela- instalar una oficina en Caracas para monitorear la situación de los derechos humanos, económicos, sociales, LBGTQ+, etc., con el fin de elaborar un informe anual dadas las múltiples denuncias por violación de los mismos por las autoridades.


Como es de suponer, la colaboración acordada no solo nunca se materializó sino que los roces y amagos de expulsión de la oficina se volvieron recurrentes.


De conformidad con la normativa, el Sr. Türk debe cumplir con la presentación de un informe al Consejo acerca de la marcha de su gestión.


Türk expuso las verdades que ya sabemos, con lo cual se hizo acreedor del calificativo de M proveniente de boca de quien dice presidir el órgano en el que se representa a todos los venezolanos, la Asamblea Nacional.


Expuestas como fueron las violaciones constatadas por la Oficina del Consejo hizo uso de la palabra en representación del Estado venezolano un pobre segundón que, ocultando su propia vergüenza, refutó lo dicho y pasó a describir los “logros” del debido proceso, las garantías constitucionales, las comodidad del Helicoide y demás logros que no parecen consistentes con la salida de un tercio de la población venezolana hacia el exilio. Así pues, Venezuela se va del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, se fue de la OEA, se retiró de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, está suspendida del Mercosur, dejó el acuerdo de Cartagena, no tiene relación con los organismos financieros internacionales (BID, FMI) y pare usted de contar.


Los espacios en los que Maduro y sus cómplices se sienten cómodos son la alianza con Irán y con Rusia; la llave con Cuba, Nicaragua y Bolivia; el Foro de Sao Paulo y la complicidad con los irregulares colombianos. Amenaza con retirarse de la Corte Internacional de Justicia, donde se litiga el caso del Esequibo y de la Corte Penal Internacional, donde parece inminente una medida de comparecencia o de arresto en su contra, etc.


Es lamentable que dos resentidos (Jorge y Delcy Rodríguez) aún quieran seguir pasando factura a Venezuela por el abominable asesinato de su padre en julio de 1976, que en efecto constituyó uno de los puntos más criticables del período democrático. Al mismo tiempo, los roces cada vez más peligrosos con Guyana, Argentina, Estados Unidos, Unión Europea, etc., contribuyen al aislamiento que ya es notable.


Mientras tanto, cuando el “Pollo” cante sus secretos es posible que los salpicones lleven a nuevos calificativos no muy consustanciales con la lengua de Cervantes.



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