Un golpe de realidad
- Juan E. Fernández, Juanette
- 4 abr 2023
- 3 Min. de lectura

Esta semana iba a escribir un artículo sobre Leonardo Favio, ese maravilloso cantante,
compositor, actor, músico y cineasta argentino. Pero la realidad de esta ciudad que
lastimosamente se parece cada vez más a mi maltrecha Caracas, me hizo dar una vuelta de
timón.
La mañana del lunes 3 de abril de 2023 un suceso movilizó a los conductores de colectivos del conurbano bonaerense: El conductor de colectivo (autobús) Daniel Barrientos, quien trabajaba en la línea 620 del Barrio Virrey del Pino, fue asesinado por dos delincuentes que abordaron la unidad para robar a los pasajeros. Según testigos, uno de los ladrones, sin mediar palabra, le disparó en el pecho al hombre de 65 años, quien estaba por jubilarse.
Últimamente para la sociedad argentina, este tipo de hecho se han vuelto cotidianos. Daniel es el tercer conductor de colectivos asesinado en los últimos 5 años. Es por eso que los
compañeros del chofer decidieron cortar la Autopista General Paz y Ruta 3, como medida de
protestar para pedir al gobierno que les brinde seguridad.
¿Qué hizo el gobierno? Bueno, acá comienza el drama: Al ser Argentina un país federal,
comienzan a tirarse las culpas los funcionarios de la provincia de Buenos Aires, y los de la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Y mientras los funcionarios se señalan unos a otros, el
ciudadano común queda a merced de los maleantes.
Además del terrible asesinato de Daniel, la noticia del día fue los golpes recibidos por el ministro Sergio Berni, quien se ha vendido como una especie de Rambo y acostumbra
llegar en helicóptero a los focos de conflicto y arma un show donde desempeña el rol de mediador. Aunque este lunes 3 de abril ese rol protagónico llegó a su fin.
¿Cómo es posible que un ministro de seguridad sea golpeado por manifestantes? Tanto las
lecturas como las opiniones son muchas, pero la que cobra más fuerza es el hastío de la gente.
Según algunos testigos, el incidente con el ministró ocurrió cuando Berni les pidió a los
manifestantes que liberaran la ruta, prometiéndoles cámaras de seguridad, y más presencia
policial. Pero esto, en lugar de calmar las aguas, fue como un detonador. La razón: Hace algún tiempo el ministro había prometido brindar las mismas soluciones a estas mismas personas.
Por lo que, al sentirse burlados, apelaron a la violencia.
Naturalmente, la violencia es injustificada, no se le puede pegar ni a un ministro ni a nadie,
pero tampoco deberían asesinar a nadie… En fin, el puñetazo que le dieron a Berni, no sólo lo
recibió el ministro, sino también la clase política de Argentina, que recibió un “un golpe de
realidad”.
Tras el incidente, el presidente Alberto Fernández decidió suspender un acto en el conurbano, y el gobernador de la provincia Axel Kicillof, trató de convencer al Sindicato de Colectivos para que suspendiera un paro, al que se sumó la mayoría de las líneas del oeste de la provincia, pero las gestiones de Kicillof no tuvieron éxito.
El mensaje es claro: La gente en Argentina está cansada de todo, ya no le creen a ninguno,
sean del partido que sean. Mucho me temo, que la frase “que se vayan todos” tan escuchada
cuando el corralito de 2001, se volverá a poner de moda.
Ojalá los políticos entiendan de una vez por toda, que son funcionarios públicos, es decir, están al servicio de la gente. Solo espero que la inseguridad bajé, y no pase como en mi maltrecha Caracas.
En momentos como estos siento que los que migramos, solo nos cambiamos de
camarote, pero continuamos en el Titanic.
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