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¿Un “autogolpe” sería posible?

Actualizado: 23 ago 2022

6 July 2012

Si la estrategia del comandante es mantenerse en el poder, a como diera lugar, podría sostener en paralelo dos tácticas básicas: Una, la vía electoral, y otra, intentar suspender “legalmente” la democracia en Venezuela.

El mandamás siempre ha manejado estos escenarios. Cuando su estrategia era tomar el poder por primera vez, lo pretendió primero lograrlo con una asonada militar. Luego, tomó el camino de las elecciones y alcanzó su objetivo. En el actual escenario electoral, el candidato oficialista procurará ganar por votos. Sin embargo, y tratando de explicar las razones por la cantidad de ataques que le hacen al candidato de la Unidad, podemos presumir que el supremo debe estar consciente que puede perder, lo cual sería un impedimento a una improcedente enmienda constitucional para que su vicepresidente sucesor -si llegara a declararse la ausencia permanente del presidente- quedara el resto del período, gobernando junto al PSUV.

El jefe de la revolución comprende que es clave para mantenerse en el poder la apariencia democrática y su legalidad. Si no fuera así, e probara un zarpazo autoritario, hasta la Unasur lo condenaría, junto al Mercosur, la OEA y Naciones Unidas. Por ello, escogería una opción autoritaria y despótica pero disfrazada de legalidad. Esta opción “autogolpista” sería decretar un estado de excepción y hacer uso de los artículos 337, 338 y 339 de la Constitución Nacional y de la Ley Orgánica de Estados de Excepción, los cuales contemplan “estado de alarma”, “estado de emergencia económica”, “estado de conmoción interior” y “estado de conmoción exterior”.

No obstante, se requeriría que el Ejecutivo, el Poder Legislativo y el Poder Judicial “interpreten” que existe un estado de conflicto interno, o circunstancias extraordinarias que afecten gravemente la vida económica y que ponga en peligro la seguridad de la Nación, de sus ciudadanos e instituciones, y la Unidad nunca caería en esa trampa que le facilitara al oficialismo este escenario.

Esta alternativa explicaría por qué la campaña del presidente se centra en hablar –sin ninguna razón ni pruebas- sobre la existencia de un supuesto desconocimiento, de la oposición democrática que convergen en la Mesa de Unidad, de los resultados electorales del 7 de octubre, y advirtiendo que podrían proponer un golpe contra el gobierno, apoyados “por el imperio”. El discurso oficial evidentemente trata de crear una matriz de opinión en la cual Henrique Capriles sería el jefe de los golpistas, y junto a la Mesa de la Unidad (MUD), desconocerían el supuesto triunfo del candidato comandante e intentarían tomar el poder por la fuerza.

Esto es ilógico e imposible. Un golpe sin militares no es verosímil. El propio comandante en Jefe ha explicado hasta el cansancio que las fuerzas armadas son socialista y chavistas. Si esto es así, ¿Cómo se sublevarían el candidato de la Unidad y la MUD sin militares? Por esto se derrumba este mensaje del oficialismo porque es manifiestamente contradictorio.

Da la impresión más bien que para lo que se prepara el candidato rojo es para desconocer él, un triunfo de la oposición con Capriles. Pero, el líder máximo del PSUV debe recordar lo que dijera una vez un presidente venezolano: “Los militares son leales hasta que dejan de serlo”. Ya lo ha explicado el ministro de la Defensa, cuando aclaró que los militares eran “chavistas” porque el comandante en Jefe era Chávez. Obviamente lo que señalaba es que le deben lealtad al comandante en jefe de la Fuerza Armada. Si lo leen entrelíneas, lo que queda claro es que si los venezolanos votan mayoritariamente por Capriles y gana las elecciones, este nuevo presidente será el comandante en jefe. No nos extrañaría que a partir de ese momento los militares sean “caprilistas”, porque la Fuerzas Armada si algo ha demostrado es su comportamiento institucional desde 1958. Ningún golpe militar ha tenido éxito desde entonces. Y todos los comandantes en Jefe y presidentes de la República lo han sido siguiendo las normas constitucionales. Si yo fuera el comandante no me arriesgaría en un autogolpe, porque tengo el pálpito que no solo las fuerzas armadas institucionalmente no lo seguirían en esa aventura, sino que además el PSUV tampoco. Aun perdiendo, el partido socialista ganaría más reconociendo el triunfo opositor que acompañando un lance del comandante, si lo intentara. Diosdado Cabello, Nicolás Maduro, Elías Jaua, Jorge Rodríguez, Aristóbulo Isturiz entre otros líderes del PSUV saben que su pase al futuro es por la vía democrática y que el partido que conducen es y será la primera organización política del país por largo tiempo.

NOTA: He recibido un grueso de comentarios favorables a este planteamiento via email, Twitter y por telefonía, pero algunos comentarios en mi email señalan que Chávez es un demócrata y que lo ha demostrado con sus actuaciones. A ellos les digo que soy de los que piensan que en la vida del comandante lo que ha quedado claro es que condujo un golpe de estado fallido, el cual celebra cada año. Un verdadero demócrata hubiera reconocido que eso fue un error y que las elecciones son la única vía para acceder al poder en Venezuela. Asimismo, Chávez permanentemente y por todos los medios trata de dar un golpe "institucional" a la Constitución Nacional que votó la mayoría de los ciudadanos. No tengo en su conducta autoritaria y de agresión constante ninguna evidencia que me permita asegurar que ahora si cree en la democracia.









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