Venezuela requiere un nuevo liderazgo político al frente del país, que sustituya al régimen y
a "oposición"; ambos los peores de su especie en toda nuestra historia. Una nueva conducción que rescate la esperanza, el valor, las ganas de luchar, que haga comprender que existe un país más allá de esta sobrevivencia impuesta, absurda e infinitamente injusta.
El Salvador, un país centroamericano, pequeño y de escasos recursos, posee hoy un salario
mínimo de 350$, además experimenta un franco crecimiento económico motivado a que su
presidente, Nayib Bukele, decidió atacar los problemas sentidos de esa nación; la inseguridad, la desinversión. Tras su aguerrido ataque a las “Maras”, algo así como los colectivos armados en Venezuela, y a todo modelo delincuencial organizado, esa nación hoy disfruta de su era dorada, pasando de ser uno de los países más inseguros del mundo a uno de los más seguros de la región, al que hoy le llueven las inversiones y el turismo.
¿Qué queremos inferir con este ejemplo? Nada que no se sepa, que es más importante la
gerencia que la abundancia de recursos. Un país con escasos recursos puede, de hecho es así, ostentar una mejor calidad de vida que un país con inagotables recursos como Venezuela donde sus habitantes sobreviven indignamente y solo una abrupta élite económica se da la gran vida queriendo aparentar una prosperidad inexistente que día a día cuesta más simular, mantener.
Fíjense, Nayib Bukele en 7 meses hizo que se construyera en El Salvador la cárcel más grande de América, donde los presidiarios no podrán coordinar sus fechorías desde adentro (como ocurre en Venezuela), además los internados estarán obligados a trabajar para no ser una carga para el Estado y así enviar dinero a sus familias, se solucionaron varios problemas a la vez. Mientras tanto, en Venezuela, el régimen construye el estadio más grande de Latinoamérica para aparentar un bienestar falso, tan falso que no se atiende a las exigencias, justas y necesarias de mejoras socioeconómicas a los maestros, pilares de la nación. La excusa es “no hay recursos” ¡Imagínense! En el país que por sus dimensiones geográficas, densidad demográfica y cantidades de recursos, es el más rico del planeta.
Por si fuera poco, en Venezuela las cárceles son antros de perdición, donde confluyen todas las patologías sociales. Quienes entran en ese sistema al salir lo hacen en peores condiciones, es como una universidad del mal, sin mencionar es el centro de actividades hamponiles del país, tal como era en El Salvador antes de la llegada de Bukele y de su equipo al gobierno.
Cualquier otro país puede aceptar la odiosa excusa gubernamental “no hay recursos” pero en
Venezuela esa excusa no es valedera, somos una nación inagotablemente rica en recursos y
bellezas naturales, es más difícil mantenerla pobre como ahora que hacerla prospera, por eso es más que evidente la existencia de un lúgubre proyecto que buscaba oscurecer (lo logró) al país desde hace más de dos décadas… la nación más envidiada de la región pasó a ser el modelo del cómo no hacer las cosas, es la antipolítica, la antieconomía, la antilibertad.
Imagínese lo que sería el país del antichavismo, es decir, el que en lugar de contar con un
régimen que limita, raciona y castra derechos y libertades, tuviéramos un gobierno que nos
garantice todo eso, que lejos de importar desarrolle nuestra ciencia, nuestra tecnología, nuestro aparato productivo. Que, en lugar de hacer alianzas con naciones oscuras, totalitarias, hiciera convenios con las naciones con los mejores sistemas de salud o de educación como Países bajos y Finlandia, por ejemplo. La primera batalla que hay que librar es con nosotros mismos y entender que rescatar a Venezuela es posible.
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