Naudis José Cordero es enfermero de profesión. En Venezuela, antes de salir de su país debido a la crisis económica, social y política que le quitó la tranquilidad, tenía dos trabajos: como enfermero jefe y como docente universitario.
“Me vine a Colombia luego de ver que, con el salario de mis tres trabajos, no podía comprar ni huevos”, cuenta el hombre, de 43 años y recuerda con nostalgia que lo que más feliz lo hacía de vivir en su país era compartir con sus seis hermanos, su mamá Conrada Cordero y su círculo de amigos.
Doña Conrada falleció hace ya un año y, como homenaje a la memoria de su mamá, Naudis sigue trabajando con alegría y con amor por los abuelos que cuida en su hogar. “Mi mamá era una mujer luchadora que crio a siete hijos solita. Nos dio la educación, a pesar de ser analfabeta. Unos incursionamos en el área universitaria. Yo soy el penúltimo y siempre trabajé para darle a mi mamá la vida bonita que se merecía”.
Así como cuidó y acompañó a su mamá, aún desde la distancia, Naudis se esmera porque cada uno de los 11 abuelos que hoy están en el hogar, tengan todo lo que necesitan para estar bien. “Aquí lo más importante es que estemos felices y compartamos. Si a usted le toca la hora de merienda en el hogar, merendamos todos”, asegura y, por eso, el evento de los 95 años de María los tiene bien ocupados.
Una migración planeada
Naudis planeó su salida de Venezuela con el mismo juicio con el que está organizando el cumpleaños de María. Armó un plan, definió la fecha y tenía hasta un invitado: iba a viajar con su pareja, pero, como siempre pueden aparecer imprevistos, terminó viajando solo. Llegó a Cali donde tenía familiares y empezó una aventura que se ha enfocado en su profesión, en su saber y en su necesidad de siempre: ayudar a los demás.
“Mi pareja se adelantó en el viaje, llegó a Medellín y luego las cosas se acabaron. Yo entonces escogí Cali y llegué por Cúcuta caminando. Sellé mi pasaporte y me dirigí a Cali. Los primeros días fueron difíciles. Yo traía unos ahorros que guardé para ver en qué me ubicaba, pero tenía que trabajar. Mis primos me acomodaron vendiendo cholados en la novena, ahí estuve unos días, los fines de semana y, entre semana, me fui a vender tinto y empanadas que yo mismo preparaba”, recuerda con orgullo porque, ese trabajo aguantando sol, le pareció bien difícil, ya que él venia de trabajar en clínicas y en la Universidad.
Así como probó el cholado antes de venderlo y le encantó, Naudis, empezó a probar suerte con clasificados de empleo. “Me llamaron de un aviso donde había mandado la hoja de vida y empecé a trabajar como enfermero interno en hogar geriátrico. Allí estuve un año. Me contrataron así, sin papeles, eso también es muy difícil porque es un riesgo para todos.
Luego de un año, con mis ahorros, en el 2019 y luego de ir a hasta Ecuador, para volver a sellar el pasaporte y organizar lo de mi permiso aquí en Colombia, me decidí a abrir mi propio hogar”, relata.
El camino de emprender con un hogar geriátrico no fue fácil, pero hoy Naudis se siente muy satisfecho con el espacio que construyó.
“Primero decidí salir de mi otro trabajo porque, era muy bueno pero no podía disponer de mi tempo. Entonces, cuando dije que me iba, las familias de algunos abuelos me animaron a abrir mi propio hogar. Un familiar de un abuelo me ayudó a buscar la primera casa y, así, se fue armando el plan”.
Famoso en el barrio
Naudis José cuida de cada detalle en el Hogar Sor Callista Roy, como si fuera la casa materna en Yaracuy (Venezuela) en la que creció con sus siete hermanos. No en vano su hermana Nancy, desde hace un tiempo lo acompaña en este trabajo que les permite, además, emplear otras cuatro personas. “Son unos colombianos y unos venezolanos, porque aquí las oportunidades son para todos por igual y eso también me hace muy feliz, dar empleo”, asegura.
“La gente en Cali es conmigo muy receptiva, me apoyan y valoran mi trabajo. Quiero crecer con este proyecto y tener una sede campestre, para que todos estemos mejor”, comparte Naudis, recordando sus primeros días en Cali, en donde atraía clientes para que compraran cholaos y asegura que gracias a su profesionalismo, compromiso y empuje logró hacerse un espacio en el corazón de las familias y en el de los abuelos que cuida.
Por eso, el cumpleaños número 95 de la señora María lo tiene muy ocupado por estos días, pero también las historias de cada uno de ellos y, por supuesto, las clases de baile con la señora Mercedes quien, a punta de sabor y energía, le muestra a Naudis que él no es un extranjero, él es la familia que todos ellos estaban buscando.
Con información de Angélica María Alzate Benítez / migravenezuela.com
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