Pablo Milanés, fundador y uno de los exponentes más destacados del movimiento de la Nueva Trova Cubana, en los años iniciales de la revolución castrista, falleció esta madrugada en Madrid, a los 79 años de edad. Estaba ingresado en un hospital desde el 12 de noviembre pasado por infecciones recurrentes, derivadas de un cáncer que padecía, que le afectó el sistema inmunológico. Entre otras dolencias, también padecía de un trastorno renal por el que recibió un trasplante de riñón en 2014. Su estado de salud era frágil.
El artista, que en los últimos años residió en España, a pesar de su militancia a favor del proceso revolucionario en su país, desde hace años se había desmarcado y convertido en un severo crítico del gobierno cubano, por considerar que se había transformado en una dictadura estalinista que atentaba contra los derechos humanos de su pueblo.
En los últimos meses el autor intérprete de temas clásicos de su repertorio y de la música latinoamericana, como “Yolanda”, “Para vivir”, “Yo pisaré las calles nuevamete”, “El breve espacio que no estás”, “La vida no vale nada”, “De qué callada manera” y “Pobre del cantor” había tenido que cancelar varias actuaciones de su gira “Días de Luz”.
El pasado 21 de junio ofreció su último concierto en La Habana, donde actuó para miles de personas en un estadio deportivo.
Una de las primeras reacciones en Twitter ante su muerte fue la del presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, quien lo calificó como “una voz inseparable de la banda sonora de nuestra generación”.
Nacido en 1943 en Bayamo, al este de Cuba, se trasladó desde niño con sus padres a La Habana, donde estudió música en el conservatorio y adquirió influencias de la música tradicional y el género cubano “filin”, una fusión de bolero con acordes jazzísticos.
Comenzó a despuntar como cantante en la década de los años 60 del siglo pasado, marcada por el comienzo del sistema comunista impuesto en la isla por Fidel Castro tras el triunfo de la revolución en 1959. Pese a declararse revolucionario, a mediados de esa década, cuando contaba 23 años de edad, fue recluido en una Unidad Militar de Ayuda a la Producción (Umap), que a pesar de su nombre no eran más que campos de trabajos forzados a los que el régimen enviaba a artistas, intelectuales, religiosos y homosexuales, por supuestamente “desviarse de los valores de la revolución”. A Milanés lo enviaron allí por expresar ideas discrepantes con el oficialismo, según contó más adelante en entrevistas, en las cuales recriminaba al gobierno no haberle pedido disculpas por este episodio.
Así nació la Nueva Trova
En 1968 dio su primer concierto con Silvio Rodríguez. Ambos cantautores fundaron, junto a con Noel Nicola, la Nueva Trova Cubana en 1969. Este movimiento musical, que llegó a ser emblema de sus creadores en todo el mundo. Era una combinación de ritmos populares de la isla con contenidos políticos afines a las ideas de los movimientos de izquierdas de la época, que alternaban también con contenidos líricos en clave íntima y romántica.
En 1985 grabó uno de los discos más célebres de su carrera, “Querido Pablo”, en el que participaron músicos de la estatura y proyección de Silvio Rodríguez, Joan Manuel Serrat, Víctor Manuel, Ana Belén, Mercedes Sosa, Luis Eduardo Aute, Amaya, Miguel Ríos y Chico Buarque.
La música de Milanés abarcó diversos géneros y estilos, desde el son cubano y la canción protesta, hasta composiciones para películas de cine.
Una de sus canciones de protesta más célebres fue “Yo pisaré las calles nuevamente”, una denuncia al sangriento golpe de estado perpetrado por Augusto Pinochet en Chile en 1973. El músico no regresó a la nación austral hasta que en 1998 el dictador dejó su puesto como jefe del Ejército, al perder un plebiscito que abrió las puertas a la democracia.
Considerado uno de los artistas más importantes de América Latina, llevó a cabo numerosas giras y presentaciones en todo el mundo. En más de 50 años de trayectoria, colaboró con importantes artistas, desde la venezolana Soledad Bravo y Joaquín Sabina, hasta Los Van Van, Ricardo Arjona, Gal Costa, Fito Páez, Andy Montañez, Gilberto Santa Rosa y Maná, entre muchos otros.
En sus últimos años de vida, además de su actividad artística, se convirtió en una de las voces críticas del gobierno de Cuba, al que señaló como fuente de represión y hambre y se mostró favorable a un cambio político en su país.