Medio centenar de venezolanos duermen en el aeropuerto de Madrid
- Enrique Rondón Nieto
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En los largos pasillos del aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas, donde suelen mezclarse prisas, turistas, despedidas y regresos, hoy (30-11-2025) domina una quietud inusual. Para decenas de pasajeros venezolanos y colombianos, el tiempo se ha congelado. Son los afectados por la cascada de cancelaciones entre Madrid y Caracas, un encadenamiento de alertas de seguridad, decisiones diplomáticas y respuestas polÃticas que los ha dejado, literalmente, en tierra de nadie.
Entre ellos está "Rómulo", nombre ficticio de un venezolano de 71 años que regresaba a casa tras visitar a su familia en Portugal. Desde hace dÃas deambula por la Terminal 1 arrastrando su maleta y buscando una silla libre donde descansar. "Solo querÃa volver a mi casa. No pensé que terminarÃa durmiendo en un aeropuerto", lamenta. No puede pagar un alojamiento ni volver a Lisboa.
En distintas esquinas de la T1, otros pasajeros apilan mantas, cargadores, botellas de agua y bolsas de comida. Algunos llevan cinco noches en el aeropuerto, sentados incluso sobre los carritos portaequipajes. "Pasan las horas y nadie nos da una solución", protesta una mujer mientras se acomoda junto a su equipaje.
Según trabajadores consultados por EL MUNDO, alrededor de medio centenar de viajeros seguÃan varados hasta la mañana del domingo, pese a los esfuerzos por reubicarlos en los pocos vuelos disponibles de Avianca y Air Europa hacia MedellÃn y Bogotá. Solo una minorÃa ha logrado embarcar. Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (Aena) confirmó que la Cruz Roja habilitará plazas habitacionales hasta el lunes, un respiro para quienes ya no soportan otra noche sobre el suelo frÃo.
Vuelos cancelados
La compañÃa venezolana Estelar, encargada de la mayorÃa de las conexiones de esta semana, ha cancelado sus vuelos del lunes, miércoles y viernes. Los afectados denuncian una gestión "opaca" y "desordenada". Luis Zamora, de 37 años, muestra la carpeta donde guarda su billete: debÃa volar el viernes y permanece desde entonces en Barajas. Reclama atención médica.
El origen del bloqueo se remonta al 24 de noviembre, cuando la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos (FAA) emitió una alerta instando a extremar la precaución al sobrevolar Venezuela por riesgos de seguridad en su espacio aéreo. Iberia suspendió inmediatamente sus rutas a Caracas. El régimen de Nicolás Maduro reaccionó acusando a las aerolÃneas europeas de "sumarse a acciones de terrorismo de Estado promovidas por Estados Unidos" y tachó la decisión de unilateral.
El miércoles por la noche, Caracas revocó los derechos de tráfico aéreo a Iberia, TAP, Avianca, Latam Colombia, Turkish Airlines y Gol. Curiosamente, la medida no afectó a Air Europa ni a Plus Ultra, que ya habÃan cancelado sus vuelos siguiendo una recomendación de la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA). Para el Gobierno venezolano, esa suspensión previa constituyó un acto "voluntario" que debÃa sancionarse. En paralelo, Maduro anunció un "plan especial" para repatriar a los ciudadanos atrapados en el exterior.
La vicepresidenta Delcy RodrÃguez afirmó en Telegram que se facilitará el regreso de los venezolanos varados y se garantizarán las salidas de quienes deban viajar. No ofreció fechas ni rutas. RodrÃguez acusó de nuevo a Washington de un "bloqueo ilegÃtimo" del espacio aéreo venezolano y vinculó la crisis a presiones polÃticas internas, asegurando que Caracas ha activado "mecanismos multilaterales" para revertir la situación.
La tensión escaló este sábado, cuando el presidente estadounidense, Donald Trump, anunció el cierre total del espacio aéreo venezolano para aviones civiles y privados, alegando motivos de seguridad. La medida coincide con un despliegue militar estadounidense en el Caribe que, según fuentes internacionales, no se veÃa en décadas.
Trump no descartó una intervención militar. Caracas acusó a Washington de "complacer la solicitud" de la opositora MarÃa Corina Machado, Nobel de la Paz 2025 y actualmente en la clandestinidad.
En Barajas, el ruido constante de los altavoces, los anuncios de embarque y la luz blanca que nunca se apaga acompañan a quienes aún esperan una salida. Muchos han perdido conexiones, trabajos, citas médicas o compromisos familiares. Otros temen que la situación se prolongue indefinidamente. Entre mantas improvisadas y mochilas apoyadas en el suelo, todos comparten la misma pregunta: cuándo podrán volver a casa.
Con información de elmundo.es


