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Los servicios públicos de salud en Venezuela están en terapia intensiva

Actualizado: 29 nov 2022


Foto: Pixabay

El pasado miércoles 7 de noviembre en la madrugada, Élida Sánchez, vivía una mezcla de dolor, culpa y rabia. Se encontraba en una habitación del piso 7 del Hospital Domingo Luciani, uno de los más grandes del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales en el Estado Miranda. Su tío, José Filadelfo Sánchez, acababa de fallecer.


Ingresó el lunes 31 de octubre para una operación de próstata, algo que parecía rutinario para el personal médico. El señor Sánchez residía en Maracay, donde, a pesar de la urgencia del caso, no le daban fecha para la intervención. Fue entonces cuando Élida gestionó y consiguió cupo en el Domingo Luciani. “¿Fue la mejor?”


La interrogante la atormentaba. La mirada de otros familiares de su tío -a quien tanto quiso- le parecía acusatoria.


--A tío lo operaron el martes primero de noviembre en la tarde. Pasadas las nueve de la noche comenzó a sentir dolor porque la sonda se había trancado. La destrancaron. A las diez de la noche tío comenzó a quejarse por el dolor. Recorrí pisos pidiendo ayuda y solo conseguía excusas. En el piso cuatro encontré a un grupo de enfermeras tomando café y a pesar de mis súplicas ni se movían ni procedían a llamar al médico. Al parecer, no había guardia nocturna. A la una de la madrugada apareció el médico y tío decía ‘no puedo respirar’, ‘no puedo respirar’. Lo montaron en una camilla… a las 5:20 me notificaron que había muerto. Tenía 59 años y muchos sueños por cumplir. Según el acta de defunción, la causa de la muerte fue trombosis pulmonar.


En medio del dolor, Élida se hace muchas preguntas: ¿Hemos debido contratar una enfermera?, ¿Hemos debido hacer un esfuerzo y buscar una clínica privada?


Radiografía de la asistencia médica


Según cifras extraoficiales de la Federación de Médicos de Venezuela, se estima que “unos 40 mil médicos” han emigrado en los últimos años. Muchos de ellos han sido bien recibidos en Chile y Argentina. Los que quedan, en su mayoría, reparten el tiempo en consultas privadas y centros públicos de salud, los cuales han perdido la confianza de la población.


Así se refleja en la última Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi-UCAB), donde se afirma que: “Disminuye el uso de servicios públicos (70%) y se encarece la atención: 13% pagó por la consulta en ambulatorios y CDI y 16% en hospitales.” Agrega que “A 9 de cada 10 personas que buscaron atención en salud le recetaron algún medicamento y en 65% de los casos tuvo que comprarlos todos.”

La misma encuesta detectó un aumento en la población que se refugia en algún tipo de seguro: “Aumentó a 10% la población que declaró estar afiliado a algún seguro médico. Según la ENCOVI 2021 solamente poco más de 3% tenía alguna cobertura. - 47% reportó estar asegurado por el IVSS o algún instituto de previsión público, 20% tiene seguro contratado por institución pública y 15% por institución privada.”


Hospitales con falla de electricidad y suministro de agua


A pesar de la gravedad del caso, Élida no conseguía que su tío fuera operado en algún hospital de Maracay. Y es que la situación de los hospitales del interior de la República están en situación crítica por la falla de servicios de electricidad y de agua potable.


En la Encuesta Nacional de Hospitales, correspondiente a octubre 2022, se afirma que “las fallas en la región central del país son menores a los estados más alejados de la capital.” Y citan como ejemplo el estado Amazonas, donde “en lo que ha corrido del año 2022, ha reportado un promedio de casi 6 horas sin luz a la semana, lo que está muy por encima del promedio nacional que alcanza apenas una hora a la semana.”


Afirman que las fallas en el servicio eléctrico “afectan la operatividad del hospital de maneras muy evidentes como lo es la imposibilidad de usar los equipos médicos o la misma falta de iluminación. (…) el no poder usar los ascensores en un centro hospitalario, por ejemplo, puede poner en peligro la vida de pacientes que deban ser trasladados a otros pisos del hospital para su atención.” Agregan que para el cierre de octubre, fallecieron 218 pacientes a causa de fallas de energía eléctrica en los hospitales.


La encuesta también se refiere al impacto por el deficiente suministro de agua potable: “Limita de manera muy importante muchos procedimientos y tratamientos que requieren agua para poder realizarse.”

Javier, de 34 años, requiere diálisis tres veces a la semana. Es uno de los 80 pacientes asignados a un centro del IVSS en el Municipio Los Salias, Estado Miranda. Ha vivido más de una vez lo que significa -en su caso- una falla eléctrica: “Se atrasa el tratamiento y las enfermeras salen tarde. Algunas viven en Los Teques y les cuesta conseguir transporte porque en ocasiones hemos salido a las 9 de la noche”.


La situación de los hospitales -públicos y privados- es un síntoma más de la enfermedad que vive el país. El diagnóstico de la Encuesta Nacional de Hospitales es tajante: “La única manera de que nuestros hospitales tengan acceso a agua y luz de manera permanente es que la situación a nivel nacional de estos servicios, también mejore. De otra forma, seguiremos viendo, si acaso, algunas mejoras esporádicas que no van a generar ningún impacto real en la capacidad de atención de nuestros centros de salud.”


Todo lo anterior muestra una realidad: Que el Estado Venezolano no está cumpliendo, por lo menos, con una de las siete principales categorías de seguridad humana establecidas en el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo: “La seguridad de salud, reflejada en un acceso a servicios de salud de alta calidad, que contempla tanto tratamiento como atención médica profesional.”


A pesar de este panorama, con tantas aristas, hay una interrogante que no abandona a Élida Sánchez desde la madrugada del miércoles 7 de noviembre: ¿Hubo negligencia? La buena fe se presume.


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