La dictadura de Maduro no tiene gestión positiva que mostrar, sus números en
materia de desempeño económico, financiero, monetario y, sobre todo social, son
extremadamente negativos. Y ni que hablar de las violaciones de los derechos
humanos. Pero tienen mucha plata para pagar lo que sea necesario para sacar
adelante cualquier trama que se propongan. !Les sobra dinero! Si de algo disponen es
de muchos dólares para financiar operaciones encubiertas y otras que salen a la luz
bajo el manto de los operadores o lobistas que cobran grandes sumas por los servicios
prestados.
Un ejemplo es el caso del bufete de abogados al que contrató el año de 2020 el
régimen de Nicolás Maduro por 12,5 millones de dólares, con el encargo de evadir las
sanciones aplicadas por los gobiernos de Estados Unidos. En el acuerdo se
comprometían a “asesorar al cliente en el cumplimiento de las diversas sanciones
económicas de EE.UU. que aplica la Oficina de Control de Activos Extranjeros y otras
agencias del Gobierno” y “mitigar los riesgos legales y de otra naturaleza asociadas con
la aplicación policial de esas sanciones”. El contrato estaba fechado el 10 de diciembre
de 2019.
Bien se sabe que desde la administración de Bill Clinton con su famosa lista, pasando
por los mandatos de George Bush, Barack Obama, Donald Trump y ahora Joe Biden, la
dictadura chavomadurista ha estado en la mira de las instituciones que luchan contra
la corrupción, el narcotráfico y el terrorismo internacional. Tal negociación fue
tajantemente rechazada por un grupo senadores adscritos a la bancada republicana en
el que destacó la voz del senador Rick Scott, condenando las actividades del bufete
Foley & Lardner, contratado por el Procurador General del régimen madurista,
Reinaldo Muñoz Pedroza. El senador Scott se expresaba en términos muy duros para
repudiar “ese chocante acuerdo, dado que Maduro está perpetrando un genocidio
contra su propio pueblo. Es un matón, un dictador que asesina a niños. Ninguna
entidad de EE.UU. debería hacer negocios con el gobierno de Maduro, y mucho menos
para representarle y defenderle aquí”.
Otros lobistas que trabajan para Maduro son los agentes de Corea del Norte, con cuya
tiranía el régimen madurista se ha comprometido a abordar temas de interés común y
a promover la profundización de las relaciones político-bilaterales de los dos Estados.
La viceministra para Asia, Medio Oriente y Oceanía del Ministerio de Exteriores
venezolano, Capaya Rodríguez González, ha mantenido una reunión de trabajo con el
embajador de Corea del Norte en Caracas, Ri Sung Gil, todo ello con el objetivo de
abordar temas de interés común. La verdad es que los norcoreanos tienen el ojo
puesto en el valiosísimo recurso mineral llamado torio que es un elemento radiactivo
que se utiliza como combustible nuclear y no es un mineral comúnmente encontrado
en la naturaleza.
Los rusos son otros de los que se encargan de presionar para que a Maduro se le de un
trato preferencial. Para eso se valen de las posiciones que ocupan en la ONU. Para los
rusos Maduro es una pieza clave en el entramado de la geopolítica que está llamado a
cumplir misiones importantes en occidente, espacio en el que su papel es jugar para
desequilibrar la estabilidad de ese continente, siempre jugando a favor de ese eje que
integran los rusos con China e Irán.
Otros lobistas, nada despreciables, son los socios de Maduro en el Foro de Sao Paulo:
Andrés Manuel López Obrador, Lula Da Silva y Gustavo Petro. El mandatario mexicano
le debe favores al eje chavista que nunca lo desamparó en materia de financiación.
AMLO tiene memoria de lealtad y gratitud y por eso no titubeo a la hora de ofrecer su
territorio como sede del dialogo de la impostura que con llamativa intermitencia se
mantiene a la expectativa. Es, además, evidente la presencia de enclaves de factura
mexicana coludidos con el narcotráfico que operan en los espacios de Venezuela,
especialmente en la zona fronteriza con Colombia, en el estado Zulia.
Por su parte Lula Da Silva pretende erigirse como el nuevo líder de esa agrupación del
FSP que, desde que desaparecido Fidel Castro y posteriormente Chávez, ha estado
supeditada a un liderazgo compartido, esquema al que busca darle un giro a su favor el
reelecto presidente de Brasil, para lo cual aspira contar con la aquiescencia de un
Maduro “salvo y sano”.
En esa escena no puede faltar Gustavo Petro, para quien Maduro representa un naipe
de primera mano en esa mesa de póker en la que apuesta buena parte de su gobierno.
Basta con recordar que Venezuela es la guarida de los residuos de la FARC y centro de
operaciones de los comandos del ELN y, además, Maduro juega el rol de mediador
para las “negociaciones de paz”. Por lo antes dicho es por lo que, tanto López Obrador,
como Lula y Petro, hacen lobby para que a Maduro le quiten de encima “ese cartelito
del más buscado por narcotráfico”.
Otros lobistas que están echando el resto son los operadores de las compañías
petroleras que están tras sus negocios. Para esos gerentes lo que cuenta son las
finanzas de sus empresas. Lo mismo ocurre con los abogados que están a cargo de los
juicios por indemnizaciones que aspiran cobrar por las arbitrariedades cometidas por
Chávez y Maduro, cuando desconocieron acuerdos asumidos por la república. Para
esos lobistas lo que importa es facturar los pagos y más nada. Lo mismo piensan los
bonistas, esos que jugaron en la mesa del casino financiero en que se convirtió PDVSA
y el Banco Central de Venezuela. Es vergonzoso saber del triste papel que cumplen
supuestos “dirigentes” que viajan y hacen lobby para exponer argumentos a favor de
esos grupos que procuran llenarse los bolsillos con dinero a costa de la desgracia
financiera del país.
Por último está la llamada oposición funcional, la que va para allá y por acullá
normalizando la dictadura de Maduro. Esa que dice que es posible dialogar, pero
dándole todo a Maduro a cambio de nada. Esa que argumenta a favor de levantarle las
sanciones a Maduro y a sus compinches, pero no presiona para liberar a los presos
políticos. La que inclusive dice que “Maduro puede ganar limpiamente unas
elecciones”. Esos lobistas son los más despreciables porque se sientan con el porte de
voceros de la oposición, cuando la verdad es que son tránsfugas que alquilan sus
principios.
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