Los Grau Guinand en Cataluña
- Carolina Jaimes Branger
- hace 3 horas
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El querido Maestro Alberto Grau nació en 1937 en Vic, provincia de Barcelona, España. Por fortuna para los venezolanos, cuando sus padres decidieron emigrar, lo hicieron a nuestro país. En Venezuela pudo darle rienda a su pasión por la música, y se convirtió en un destacado director de coro, compositor y pedagogo, reconocido por su contribución a la música coral en todo el mundo, pero en particular en América Latina.
Fundó la Schola Cantorum en 1967. El Maestro Alfredo Rugeles fue su primer subdirector. Lo sustituyó María Guinand en 1976 hasta que, en 1997, el Maestro Grau le entregó la batuta de directora. Me honra llamar “mi amiga” a la Maestra Guinand, con quien Grau contrajo matrimonio en 1982. Ella antes había sido su alumna de piano desde los 8 años y de su primera cátedra de dirección coral desde 1971.
A lo largo de sus carreras, muy fructíferas y exitosas, el Maestro Grau y la Maestra Guinand han promovido tanto la música clásica como la música popular y folclórica, y han tenido una importante influencia en la educación musical en Venezuela. Grau ha compuesto numerosas obras corales que abarcan diversos estilos y géneros, incorporando ritmos y melodías folclóricas, que enriquecen el panorama musical regional. Él y María han sido apasionados defensores de la educación musical y han participado en la creación de programas educativos y talleres que fomentan la formación de coros y el desarrollo de habilidades musicales en jóvenes. Su enfoque en la educación ha influido en la manera en que se enseña la música coral en el país “desde la fundación de la Schola Cantorum de Venezuela, dedicada a la integración de niños y jóvenes en la sociedad a través de la educación en el canto, con una metodología que entrelaza música, poesía, movimiento y escenografía: la euritmia de R. Steiner. El corpus compositivo de Grau está dedicado a dar respuesta a las necesidades de estos cuerpos”, como bien lo escribió y describió Aina Vega, doctora en Filosofía de la Música y periodista cultural en el programa del concierto del que hablaré más adelante.
Por supuesto, ellos han representado a Venezuela en festivales y encuentros internacionales de música coral, lo cual ha contribuido a dar visibilidad a la música venezolana en el contexto global y ha permitido el intercambio cultural con otros países. Ya lo he dicho antes, y lo voy a repetir: cuando se presentaron en Boston a cantar La Pasión según San Marcos de Osvaldo Golijov, mi hermano Rafael me llamó llorando de la emoción al salir del concierto. “¡Qué orgullo que en Venezuela se hagan estas cosas!”, me dijo.
Alberto Grau tiene su corazón dividido entre Cataluña y Venezuela. Siempre ha estado en contacto con su tierra natal. En 2010 escribió una Cantània o Cantata, como también se le llama, una composición que incluye música y texto (de autores catalanes), donde participan niños de cuarto y quinto grado de los colegios públicos y privados de Barcelona y otras regiones. No es un acto de fin de curso: es el resultado de las clases de música de todo el año. Tuve la oportunidad de ir con María y Alberto a una de las Cantànias de este año y salí absolutamente fascinada de cómo logran unos niveles de excelencia con niños que en su mayoría no tienen experiencia musical. Fue en la Sala Pau Casals del Auditori, dirigido por la Maestra Elisenda Carrasco, a quien tuve el honor de conocer, como también tuve el honor de conocer al Maestro Pep Prats, quien ha desarrollado también una intensa labor en el campo de la educación musical, como haber sido el director del mismo programa Cantània, y a su esposa, la coralista Anna Soler.
Pero lo más emocionante de esta visita de los Grau Guinand a Barcelona fue el homenaje que el pasado 1 de junio le rindieron a Alberto en el Palau de la Música Catalana, uno de los templos sagrados de las artes en Barcelona. Ya, hace unos años, en el Centro Catalán de Caracas lo habían hecho “Hijo ilustre de Cataluña en Venezuela”. Esta vez fue en la propia tierra que lo vio nacer.
En el concierto, que llevó como título “La ronda que nunca se acaba”, (composición de Grau con versos del poeta venezolano Jesús Rosas Marcano), la Maestra María Guinand dirigió al Cor Infantil de l’Orfeó Català, el Cor Juvenil Palau Vincles y los coros del SCIC en un repertorio casi todo del Maestro Grau, como la “Opereta Ecológica en Cuatro Actos” (Canto del viento, Canto del mar, Canto del río y Canto del árbol); de las cinco piezas de El San Pedro cantaron “Si San Pedro se muriera” y “Ponte el gorro, Peruchito”; “Pat pa´cá”; De “Cinco canciones catalanas” interpretaron el Joan del Riu, Sant Joan y Sant Martí, y del ciclo de obras de Jesús Rosas Marcano, además de la canción que le dio el nombre al concierto y que al final coreamos los presentes gritando “¡Ronda!”, interpretaron “Brujas y Hadas”. La guinda del postre fue la interpretación de la versión de la popular canción mexicana “La cucaracha”, donde María Guinand no titubeó en ponerse un cintillo con antenas de cucaracha y al final, lanzarse al suelo cuando la matan con insecticida.
Alberto y María han trabajado estrechamente. Es conmovedor ver el amor que se tienen y cómo ese amor permite enfatizar la importancia de la técnica vocal, la expresión musical y la conexión emocional en la interpretación coral.
Fui una privilegiada de haber asistido a ese concierto maravilloso, aplaudir de pie a mis amigos y sentirme orgullosísima como venezolana.