Lila Morillo, la de los memorables desmanes
- Aquilino José Mata
- hace 50 minutos
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Si hay algo que no reviste discusión alguna, es que Lila Morillo es sinónimo de popularidad, escándalos e historias bien urdidas para su autopromoción. A punto de llegar a sus 85 años de edad (los cumplirá el 14 de agosto), permanece hoy de bajísimo perfil, que ha mantenido desde que decidió irse a vivir a Miami. Allí reside con sus hijas, Liliana y Lilibeth, fruto de su matrimonio con el cantante José Luis Rodríguez, de quien se divorció para no volverse a casar.
Lila Rosa Bozo Morillo, que así es su nombre de pila, nació en Maracaibo en 1940 y comenzó su carrera en 1960, de la mano de Mario Suárez. En 1963 debuta como actriz en la película Twist y crimen, de Arturo Plascencia, para después protagonizar en 1964 Isla de Sal, de Clemente de la Cerda, junto a Simón Díaz, Orangel Delfín y Doris Wells. De allí en adelante alternaría el canto con la actuación en telenovelas.
Fue la primera artista nacional en utilizar escotes atrevidos y trajes sugerentemente ajustados, que la convirtieron en la sex symbol criolla de los años 60. Con El Puma formó una de las parejas más populares del mundo artístico nacional, hasta su divorcio en 1986.
De ella podría decirse que, mucho más que una cantante de éxito probado y comprobado, es un personaje. Cada aparición suya en televisión era promocionada como todo un acontecimiento. Experta en publicitarse a sí misma para ser constantemente objeto de interés mediático, una de sus habilidades más notorias, la marabina engranó su vida pública y personal de tal manera, que una se confunde con la otra; o mejor dicho, están íntimamente ligadas.
Sus memorables desmanes -sentimentales y de otra índole- se fueron conociendo a través de sus canciones, suerte de pequeñas historias de los acontecimientos que la alegraban o atormentaban. Surgen así éxitos como Fuego lento, El rosario de mi madre y Tres meses de vida (es la campeona de los quirófanos, ha pasado por ellos incontables y publicitadas veces). En la época en que escandalizó a medio país por su romance con José Luis Rodríguez, para entonces bolerista de la Billo’s Caracas Boys, se supo que la madre de éste no la apreciaba mucho que digamos. Y la cantante no perdió la oportunidad de narrarlo a través de una de sus canciones más famosas, Perdone usted, en la que le espetaba a su futura suegra que ella -Lila- quería a su hijo como “ni ella misma lo había querido”.
Muchos años después, ya al borde de la ruptura matrimonial con el Puma, vía Sábado Sensacional -su plataforma de autopromoción favorita-, estrenó La jaula de oro, una balada en la que se quejaba de que todos los bienes materiales que le proporcionaba su entonces esposo -ya convertido en una arrasadora luminaria internacional- no le servían para nada, pues lo que le faltaba (y aquí podrían escucharse fácilmente unos acordes de suspenso tipo radionovela) era amor. Aún y con su bajo perfil, hoy sigue adorada por unos y detestada por otros, pero siempre con la habilidad de cautivar y provocar la curiosidad de ambos grupos cada vez que se lo propone.