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Eva Perón caminó entre la política y la moda


La industria de la moda necesitaba personajes que aseguraran la difusión de sus creaciones y Evita tenía todas las cualidades. Foto: Pinterest

Eva Perón, una de las personalidades más fascinantes de Argentina, es también un ícono en la historia de la moda. Desarrolló su inconfundible estilo en cada una de las etapas de su corta pero intensa vida artística y política. Explorar el vínculo entre ella y la alta costura es entender una parte fundamental de su mito.


Así lo destaca el libro de reciente aparición Evita frente al espejo, en el cual el historiador de arte argentino Marcelo Marino reúne un conjunto de ensayos de diversos autores. El objetivo es examinar, a la luz de nuevas investigaciones, la relación de la ex primera dama con la moda de su época. Para ello, entre otros aspectos, repasa los vínculos con su amigo personal, Paco Jaumandreu, diseñador de moda y actor, quien trabajó como vestuarista en varias películas del cine porteño.


Otro episodio al que el recopilador del libro le concede singular importancia, es el relativo a la muy publicitada gira por Europa de la esposa del Presidente Juan Domingo Perón en 1947.

Ella estuvo en el centro del surgimiento y de la expansión de la Alta Costura luego de la Segunda Guerra Mundial. Fue clienta especial de Christian Dior, Jacques Fath y el diseñador de calzados Salvatore Ferragamo. Esta vinculación con el lujo, las ropas, las joyas y los accesorios ha sido vista por sus detractores como una contradicción frente a su discurso y acción social. Pero la Primera Dama y su entorno lo que hicieron fue un notable uso político y comunicacional de la moda. El libro ilumina distintos aspectos, estelares y complementarios, de esta mujer, consciente del valor y la importancia de generar una imagen pública en dos direcciones: enrostrar “a todo trapo” una posibilidad de ascenso social a las clases altas que la despreciaban, ostentando lujo, belleza y despilfarro; y por otra parte, como un mensaje a las mujeres trabajadoras, mostrándose discreta y ajustada en sus trajes sastre.


Marcelo Marino lo expresa muy claramente: “Cada vez que Eva viste un vestido de gala de Dior o de Rochas, uno de cocktail de Balmain o sandalias de Ferragamo, está armando su apariencia para atravesar un estrato social. Ahí hay una conciencia muy intensa de clase que le da poder. Nunca se la ve en pose, ni relajada completamente cuando posa. No cede en la actitud corporal. Cuando viste de gala está haciendo una afrenta en los espacios donde ella exhibía este cuerpo, como el Teatro Colón. Tenía que enrostrarle a la oligarquía esta contradicción de clase que exhibía”.


Es difícil nombrar a otra mujer en esos años con un grado similar de exposición pública. “Estas fueron algunas de las razones por las que Eva concitó el interés de los diseñadores a su paso por Europa, sumado a la fenomenal cobertura de la prensa antes y durante toda la gira”, puntualiza el autor en las palabras introductorias del texto. “La industria de la moda necesitaba personajes que aseguraran la difusión de sus creaciones”, remata.


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