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Entre la basura y la esperanza 20 familias sobreviven en el vertedero de Paraguaná

El principal problema de la zona es la alta tasa de embarazos en menores de edad. Foto: Cotejo.info
El principal problema de la zona es la alta tasa de embarazos en menores de edad. Foto: Cotejo.info

El botadero de basura de la Península de Paraguaná, al norte de Venezuela, se ha convertido en refugio para unas 20 familias que llegaron desde Coro y otros estados del país. En medio del olor a desechos y la ausencia de servicios básicos, estas personas han encontrado en el reciclaje una manera de sobrevivir y, paradójicamente, un espacio de tranquilidad. Allí han nacido niños, crecido familias y levantado ranchos de lata donde antes solo había basura y oscuridad.


Punto Fijo, principal ciudad de Paraguaná, está conectada con Coro a través de la carretera Coro–Punto Fijo. Al entrar por Tiguadare, zona donde se ubica el vertedero que recibe los desechos de los municipios Carirubana, Falcón y Los Taques, las montañas de basura se mezclan con viviendas improvisadas a menos de 500 metros de la vía.


Aunque Tiguadare también es una comunidad pesquera, poco se conoce de su historia. El cronista de Punto Fijo, Guillermo de León Calles, admite que no existe un registro formal del origen del sector, pese a su crecimiento junto a las refinerías Amuay y Cardón.


“Lo que es basura para otros, para nosotros es un tesoro”


Pablo José Medina llegó a Tiguadare hace 18 años desde el barrio La Florida en Coro. Su cuñado, que ya vivía del reciclaje, le aseguró que podía ganar lo suficiente sin depender de un patrón. Con unas cuantas latas, palos y trozos de madera levantó su rancho. Hoy, en ese mismo lugar, ha criado a cinco hijos, incluida una adolescente de 15 años que ya es madre.


Al principio reciclaba cartón, vidrio, cobre, acero y aluminio, pero con el tiempo se especializó en cartón. Actualmente, le pagan 50 dólares por tonelada y puede recolectar hasta dos toneladas semanales.


“No es un trabajo fácil, pero uno se acostumbra. De la basura sale el sustento, y a veces hasta cosas de valor: prendas de oro, cocinas, ropa o harina pan sellada. Lo que otros botan, aquí se vuelve vida”, comenta Medina.


El interior de la vivienda de la familia Medina es pura improvisación y reciclaje. Foto: Cotejo.info
El interior de la vivienda de la familia Medina es pura improvisación y reciclaje. Foto: Cotejo.info

En Tiguadare, cada familia se instala donde puede. No existen lotes definidos ni servicios formales. Deben improvisar bajantes eléctricos conectados a postes cercanos y extender mangueras hasta la entrada del vertedero para llenar agua una vez al mes, según el cronograma de Hidrofalcón.


Según las líderes comunitarias, esta zona se conforma de varios sectores, Tiguadare, que fueron 70 casas construidas por el gobierno de Hugo Chávez para cambiar los ranchos, más 10 anexos que han construido en los patios de las viviendas para la familia que va creciendo; Nueva Victoria tiene 40 ranchos donde viven 67 familias; Los Ranchos que son 10 a orilla de la playa; y La Vaquera que es la zona fundadora donde hay seis casas y habitan siete familias para un total de 400. Libia Romero, habitante de la zona y líder comunitaria, detalló que en la zona hay muchas necesidades y el problema principal es la alta tasa de embarazos en menores de edad. 


Una guara que le tocó empezar de nuevo dos veces


María Rodríguez, de 35 años, llegó desde Barquisimeto (Lara) y vive en Nueva Victoria junto a su esposo y tres hijos. Fue beneficiaria de una de las casas entregadas durante el gobierno de Hugo Chávez, pero debió venderla tras recibir amenazas de muerte de un vecino.


Volvió a su ciudad natal, pero años después regresó a Paraguaná cuando el agresor fue asesinado. “Construimos este rancho y nos conectamos a la luz. Cuando llega el agua, la tomamos de las mangueras de los vecinos. Estoy cerca de mi mamá y puedo trabajar reciclando”, cuenta.


Cada mañana, deja a sus hijos en la escuela de El Cardón, a 30 minutos caminando, y luego va al vertedero.


“He conseguido cocinas, radios y comida sellada. Lo que no sirve para nosotros, alimenta a los cochinos o a los perros”, dice mientras muestra un brazo metálico que fabricó para abrir bolsas sin lastimarse.


María divide su tiempo entre sus hijos e ir en busca de cosas recicladas que pueda vender o le pueda servir para su hogar. Foto: cotejo.info
María divide su tiempo entre sus hijos e ir en busca de cosas recicladas que pueda vender o le pueda servir para su hogar. Foto: cotejo.info

Los hijos de María han adoptado cinco perros y un gato con una pata menos. “No quiero que mis hijos trabajen en esto. Quiero que estudien y tengan más oportunidades que yo”, afirma.


Buscando un refugio para sus hijos 


Yanira Gutiérrez tiene 37 años y hace un mes llegó a la comunidad desde la urbanización Los Médanos en Coro, también huye de la violencia. No tenía casa en aquella comunidad, así que decidió mudarse con sus hijos de 8 y 12 años.


Hizo un rancho junto al de su hermana y empezó a trabajar en el reciclaje manual. Para ella ha sido un cambio radical, pero busca paz, poder tener alimento para sus hijos y un lugar de donde nadie pueda echarla.


Aunque es diabética, una condición que requiere medicamentos diarios y descansos a la exposición del sol, ella no teme trabajar para darle un bienestar a sus hijos. Contó que ya comenzaron clases en la nueva escuela, ubicada en la comunidad vecina, aunque no cuenta con todos los materiales para el nuevo año escolar.


“Tengo una erupción en la piel por el contacto con la basura, los mosquitos y eso; pero gracias a Dios los niños están bien y no les ha pegado el cambio. Quiero aprovechar la oportunidad para pedir ayuda, que nos donen ropa, zapatos o cualquier cosa que ya no usen en sus casas, a nosotros nos sirve cualquier cosa porque estamos empezando de cero”, dijo.


El vertedero de basura está administrado por el Instituto Municipal de Aseo Urbano, ente adscrito a la Alcaldía de Carirubana, pero los habitantes de la zona ingresan a las fosas para sacar el material de provecho que pueden vender a las recicladoras.


En mayo de 2022, el presidente de Imaseo para ese entonces, Miguel González, destacó en una nota de prensa emitida por su despacho que habían minimizado “las mafias de la basura” en el relleno sanitario de Tiguadare, gracias a la presencia del equipo multidisciplinario integrado por el Instituto Municipal de Aseo Urbano de Carirubana, la Oficina Municipal de Ambiente y los organismos de seguridad de la jurisdicción, que trabajaron para la recuperación y funcionalidad del vertedero.


También anunció la instalación de una zona de control ambiental transitoria que logró avances en reuniones con las personas que hacen vida en estos espacios a fin de establecer alianzas productivas en pro de la organización y la seguridad interna de Tiguadare.


Confirmó que la zona tenía rutas para el contrabando y otras acciones que están fuera de la ley por lo que se implementaron operativos multilaterales con los organismos de seguridad y efectivamente los vecinos refieren que Tiguadare es una zona tranquila.


Anunció para el momento que se implementaría un sistema de recolección y clasificación de desechos tutelada por Imaseo que y que sería remunerada para los grupos que se aboquen a esta tarea. “Estamos avanzando en el control final de los desechos, sobre todo con aquellos que iban hasta Tiguadare a botar basura sin ningún tipo de revisión. La gente debe entender que la disposición final debe ser cancelada para poder mantener ese vertedero”.


Con información de cotejo.info



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