
Hace pocos días conversaba con un amigo médico, y como cualquier conversación de
venezolanos en estos tiempos, tocamos el tema político y el de las relaciones interpersonales.
Hoy no me referiré al tema político, pero si al de las relaciones aunque como ustedes podrán
concluir no está muy alejado de lo político. Pero más allá de hacer una propuesta o críticas de
las relaciones entre los individuos, quiero plantear algunas observaciones, preguntas e
inquietudes que me surgen gracias al rumbo que está tomando el tema en nuestra época. Mi
amigo me comentaba que los hombres de su tiempo se acostumbraron a recibir lo que él llama los rodillazos, expresión que no conocía. Me explicaba que un hombre cuando salía a tomar unas copas y deseaba conocer alguna mujer que estaba sentada en la barra, es muy probable que al acercarse fuera rechazado por la mayoría, y que recibiera su respectivo rodillazo resultado del correspondiente giro que en el asiento da la dama. Estos constantes rodillazos y rechazos han sido parte de la formación del actuar y carácter masculino, situación que ya resumía Kierkegaard en el siglo XIX, donde ya se apreciaba el empoderamiento de las
mujeres, diciendo que el hombre ofrece pero la mujer escoge. Hoy en día el acercamiento
entre hombres y mujeres pareciese tomar nuevas vías, las cuales ameritan una consideración.
Sin ser muy precisa creo que en términos generales las relaciones interpersonales están tomado dos caminos. Por un lado, constantemente escuchamos que la aproximación sin
autorización de un hombre hacía una mujer es una forma de acoso. Por otro lado, vemos cómo los jóvenes establecen sus relaciones de una manera clara y directa, comunicando frontalmente sus deseos de sólo pasar un rato, una noche o una semana. Echemos una mirada a ambas situaciones, sin intención de emitir juicios de valor, sólo para pensar nuestra actualidad.
La primera vía vinculada con el acercamiento, en muchos años se ha dado de diferentes
maneras, pero mayoritariamente se caracterizaba por ser verbal, la labia, y la gestual, que
conocemos como el coqueteo. Hoy en día se cuestiona que un hombre se acerque y diga algún comentario a una mujer sin que ella haya dado motivos para ello, en caso que supiéramos cómo se despiertan los motivos, porque las mujeres podemos despertar pasiones hasta con una mirada, así como el aleteo de una mariposa puede comenzar una tormenta en el caribe. Esto despierta mi curiosidad porque en las interacciones siempre alguien debe tomar la iniciativa de entablar la conversación, alguien da el primer paso. En algún tiempo este paso estuvo dado por el hombre, pero como consecuencia de una posible denuncia de acoso éstos comienzan a retirar sus palabras. Lo que me hace preguntar: ¿Tendremos las mujeres que tomar la iniciativa para tener una charla con un hombre? ¿Si la mujer da el primer paso y al hombre no le gusta tendrá derecho a denunciarla? ¿A partir de ahora el primer paso entre un hombre y una mujer debe estar dado a través de alguna app de citas? ¿Si hay posibilidad de engaño en una cita personal, no hay más riesgo en una cita programada? ¿Qué pasará con las mujeres tímidas? ¿Están las mujeres psicológicamente preparadas para recibir los rodillazos de mi amigo? ¿Aceptaremos sólo encuentros preparados, como son los matrimonios arreglados? Además, después de tantos años de lucha que llevaron las feministas para tener educación, participación y lograr autonomía, ahora las mujeres somos incapaces de tener mecanismos para parar o enfrentar una conversación desagradable. Con el agravante que en los inicios de una relación íntima debemos recurrir al Estado, sustituyendo lo que hacía la figura paterna. Esto me hace pensar en mujeres como la americana Carrie Nation, quien estaba en contra de la venta de alcohol por diversos motivos, uno de ellos por la violencia doméstica que generaba. Carrie veía la indiferencia por parte del gobierno respecto a la venta de alcohol, por lo que con hacha en mano, sola o acompañada, entraba a las tabernas y destruía todo lo que estaba a su alcance,
esto le costó varias idas a la prisión.
La segunda manera de relacionarse que mencioné podemos clasificarla como frontal y directa, y es que ahora muchos hombres estarían obligados a comunicar claramente sus deseos de simplemente pasar una noche sin requerir de compromisos previos ni mucho menos posteriores. En esta nueva forma de relacionarnos vemos cómo se está dejando de lado ese juego previo y de suspenso que se da en la mayoría de las especies que es el cortejo. Esta vía anula la seducción y la emoción que se hacía presente al recibir una llamada, una visita inesperada, la expectativa del lugar del encuentro, la escogencia de la vestimenta para la cita, o simplemente disfrutar de una cena con una buena conversación o huir de la misma cena porque descubrimos que el otro no nos agrada, todo lo cual nos informa a nosotras mismas como nos afecta el varón en cuestión. Entonces si renunciamos al juego previo, cabe preguntarnos si el interés en el otro está limitado simplemente por una atracción meramente física, por ende, el objetivo de una cita es sólo el disfrute corporal, y también en el sentido contrario, el otro sólo quiere mi cuerpo. Tantos años de lucha de la mujer para no ser vista como un simple objeto sexual parece ya no tener sentido. Queda preguntarnos si está caducando el enamoramiento, y como consecuencia la desaparición del amor.
Considero que estas nuevas formas de relacionarnos están dejando a un lado lo genuino del
descubrimiento que se daba en los encuentros, esa sensación de emoción y curiosidad que nos genera la presencia del otro. El desciframiento de una sonrisa o de una mirada ya no tiene sentido, la frontalidad la invalidó. Sin dejar de mencionar, que una de las cualidades con las que el venezolano describe su idiosincrasia es su facilidad para el acercamiento físico y verbal.
Un panorama difícil para los que aun aspiran establecer relaciones duraderas, para los que
hacen literatura, y viendo las canciones de moda las letras que inspiran.
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