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Alleh y Yorghaki enamoraron Caracas en 50 inolvidables minutos

El dúo de valencianos regresó a Caracas para su segundo sold out, en el que emocionaron a su público. Foto: @contrapuntovzla
El dúo de valencianos regresó a Caracas para su segundo sold out, en el que emocionaron a su público. Foto: @contrapuntovzla

El jueves 14 de agosto fue la segunda fecha del concierto de Alleh y Yorghaki.

Las entradas de los artistas completamente vendida. Se presentaron, en la Concha Acústica de Bello Monte. Una proeza para el dúo.


Pero en las filas, entre el ruido de las marcas que saturaban la entrada con regalos y experiencias, la conversación no era sobre el éxito obtenido. Era sobre el tiempo.


La presentación del día anterior duró menos de una hora. La duda, entonces, estaba en todos lados: ¿sería esta noche diferente?


Caracas ardía en expectativas. Y es que la capital no solo había ido a escucharlos, sino a tratar de obtener el tiempo que sentía merecer.


La experiencia


En las inmediaciones, y desde muy temprano, los patrocinantes libraban su propia batalla. Un asalto sensorial de cortejo corporativo: regalos, comida, tatuajes temporales, bebidas, fotografías, pulseras.


Todo era una experiencia; un ecosistema de consumo diseñado para la generación que lo documenta todo, y que, con su estética definida y sus atuendos cuidadosamente seleccionados, despertaban la vibra de un festival californiano.


Entre los asistentes, se seguía hablando de un repertorio escaso. De un Alleh que, como si de un Justin Timberlake en un último tour se tratara, cedía el protagonismo a sus fanáticos y “no cantaba tanto”.


Pero eso no rompía la burbuja de emoción de aquella “primera vez” para todos.  

Entrando la noche, el cielo cumplió su amenaza. Una gran nube gris se ciñó sobre el recinto, se volvió negra y comenzó a llover. Los que pudieron compraron impermeables a 10 o 20 dólares. Los demás usaban paraguas y cartones para cubrirse o simplemente dejaban que el agua los empapara.


La multitud, sin embargo, aguantó. Una muestra de la devoción que Alleh y Yorghaki habían cultivado. El área general estaba totalmente llena, mientras que las zonas preferenciales terminaban de ocuparse a un ritmo más lento, pero seguro.


Mientras tanto, la gente cantaba temas de Danny Ocean, Elena Rose, Bad Bunny y Rawayana que sonaban por los altavoces. A las 7:30 pm en punto, el artista valenciano Gus, de 21 años, apareció en tarima como telonero.


Un Gus alternativo


Estaba solo, armado con su guitarra y una voz clara y potente que no necesitó ninguna compañía o instrumentación.

Cuatro luces blancas lo blindaban, creando una intimidad casi inverosímil en medio del gentío. Su show parecía un unplugged secreto. De esos que hacía MTV en sus buenos años. Toda una confesión musical.


Cantaba con los ojos cerrados, sintiendo cada estrofa. Cada palabra. Agradeció, conversó y recordó su amistad de infancia con el dúo estelar.


Cantó seis temas, pero uno de los momentos más especiales ocurrió cuando en "Una luz", su quinta canción, logró que miles de celulares se encendieran, creando un mapa de estrellas que florecían en la oscuridad como un jardín de luciérnagas artificiales.

Su media hora en escena fue una especie de calmante para la ansiedad colectiva. Cumplió su trabajo: preparó el terreno con honestidad y se ganó el respeto de una audiencia que no había ido a verlo a él.


Alleh y Yorghaki no decepcionaron


La espera terminó a las 8:30 pm.

Un visualizer proyectó los rostros de los muchachos hablando de carrera y sus sueños. De su vértigo. Y entonces, la música.


Gus regresó para unirse a ellos en "La ciudad", el himno que le da nombre al álbum. La puesta en escena era minimalista. No había banda, solo la pista y la instrumentación precisa de un Yorghaki que fungía como arquitecto del sonido mientras cedía el frente a su amigo, el cantante.


Alleh, por su parte, arrancó cediendo estrofas, jugando con esa expectativa que lo precedía. Dejaba que el público, una legión de gargantas afinadas en su mayoría, llevara el peso de las letras. Pero fue un espejismo.


Con "Qué será", Alleh bajó del escenario, se sumergió entre la gente y se adueñó del micrófono. Y el rumor se disipó. El artista no estaba guardando energía; estaba absorbiéndola. Cantó con el alma, sintió cada palabra y la preocupación se transformó en un grito ensordecedor.


El concierto se desarrolló como una historia dividida en cuatro capítulos estructurados por momentos clave.


Subieron al escenario un ticket gigante con la palabra sold out para agradecer el apoyo. Por un momento pararon el concierto, como su hubiesen detenido el tiempo, e invitaron a una pareja de novios de 18 años para dedicarles "Tranqui, te puedes enamorar". Además, le cedieron el micrófono a un niño que sostenía un cartel pidiendo cantar "El Ingeniero" y se lo cumplieron.

Fueron pausas calculadas, momentos de conexión que suplían la falta de un repertorio más extenso.


No era un concierto, era una especie de comunión


Al cabo de un rato, Alleh volvió a bajar a reencontrarse con el público, cantando "La culpa" cara a cara con sus seguidores.

Posteriormente, con "Capaz", el verdadero merenguetón, la noche explotó. Serpentinas y brillantina llovieron sobre la multitud, un clímax de euforia que contrastaba con el juego de fuegos artificiales que dieron inicio al concierto.

Sin embargo, el dúo había guardado su tema más potente, con más de 400 millones de reproducciones en Spotify, para el cierre. Así pues, el espectáculo terminó con "Una noche".

Fueron 12 canciones y 50 minutos exactos.


Fue breve, sí. Un destello que dejó a todos con hambre de más. Pero en ese lapso, Alleh y Yorghaki contaron una historia completa. La de dos amigos que regresaron a casa para demostrar que su música, una fusión de pop, folclore y calle, es la banda sonora de una generación.


El público bailó, gritó y cantó cada tema. La dupla demostró que, a pesar de su breve catálogo, saben cómo manejar a una multitud.


Se fueron dejando una estela de éxito, con cifras de Billboard y Spotify como testigos, y la promesa de seguir conquistando su tierra, ciudad por ciudad.

Caracas fue solo el primer capítulo, ahora le toca a Barquisimeto el 21 de agosto y Lechería el 26, respectivamente. Con informaión de elnacional.com

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