top of page

Acción de Gracias: más que tradición, un hábito de humanidad

Un abrazo, un gesto de apoyo, un detalle a quien amamos profundamente, también son formas de decir "gracias". Foto: Polifoto, Pixabay
Un abrazo, un gesto de apoyo, un detalle a quien amamos profundamente, también son formas de decir "gracias". Foto: Polifoto, Pixabay

Agradecer parece un acto simple, casi natural, pero en tiempos donde todo ocurre a una

velocidad vertiginosa, se nos olvida detenernos a sentir lo que decimos. La inmediatez, el

exceso de información y la dependencia tecnológica han convertido la gratitud en una

frase más dentro del ruido cotidiano, cuando en realidad es un ejercicio profundo de

reconocimiento, aprendizaje y humanidad.


El último jueves de noviembre de cada año se celebra en Estados Unidos el Día de Acción de Gracias. Una fecha que invita, más que a repetir la palabra gracias, a hacer una pausa consciente para mirar atrás, valorar lo vivido y entender que incluso las lecciones nacidas de lo difícil también merecen ser honradas.


No intento con estas líneas establecer normas sobre cómo agradecer. Lo que sí busco es

reivindicar lo que considero las bases de una sociedad más humana: aquella que

entiende que la gratitud no se mide por la repetición de una palabra, sino por la

autenticidad de nuestras acciones. Un abrazo, un gesto de apoyo, un detalle a quien

amamos profundamente, también son formas de decir “gracias” sin pronunciar una sola

sílaba.


Lo que nos hace verdaderamente humanos es la conciencia de lo que tenemos y de cómo

usamos lo recibido para generar bien común. Agradecer no es sinónimo de felicidad

permanente, sino de aceptación consciente y compromiso activo. Es entender que la

fortaleza no está en patalear ante las cicatrices del aprendizaje, sino en saber gestionar lo

que nos duele desde la integridad y la salud emocional.


Personalmente, doy gracias por los regalos y también por las lecciones que me dejó este

2025. Por cada momento que sirvió para remodelarme en una mejor versión de mí mismo.

Agradezco a Dios, sí, pero también a cada experiencia —agradable o desafiante— que

reforzó mis convicciones y me recordó que los sueños individuales deben ir acompañados

de un propósito colectivo.


Doy gracias, con especial énfasis, a mi madre: mi guía, mi líder vital, mi mayor premio al

llegar al mundo. Ella encarna, para mí, la forma más pura del agradecimiento convertido

en amor, ejemplo y entrega incondicional.


Agradecer es reconstruirnos. Es dejar de sobrevivir para empezar a vivir con propósito. Es

reconocer que la vida —en todas sus formas— es el regalo supremo, y que mientras lo

humano nos identifica, lo distinto nos une. Juntos, desde nuestra autenticidad, somos y

podemos ser agentes de cambio positivos en un mundo que necesita más afecto, más

profundidad, más conciencia.


Porque la gratitud no debe celebrarse solo un día al año, sino ejercerse a diario, como un

hábito que transforma no solo nuestras vidas, sino la forma en que habitamos el mundo y

nos comprometemos con él.


Comentarios


21

¡Gracias por suscribirte!

Suscríbete a nuestro boletín gratuito de noticias

Únete a nuestras redes y comparte la información

  • X
  • White Facebook Icon
  • LinkedIn

© 2022 Informe21

bottom of page