Paula con velas. España y Portugal sin luz
- Máximo Rondón Aguirre
- 28 abr
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 29 abr

Paula no imaginaba que el día de su cumpleaños sería el mismo en que España volvería a darse cuenta de su propia fragilidad. A primeras horas del mediodía de hoy 28 de abril, se fue la luz. Pero este no era un apagón cualquiera. Pasaban las horas y la oficina seguía a oscuras. Empezaban a llegar mensajes desde distintos puntos de la península reportando la caída del servicio eléctrico. La situación escapaba de la normalidad.
Sin poder usar los ordenadores y con una conexión a Internet y líneas telefónicas muy inestables, comenzamos a bromear, pero también a ser conscientes de todo lo que implica una caída de este tipo: cajeros electrónicos, puertas de garaje, semáforos, supermercados… Pensamos en los aeropuertos y en los hospitales, que en muchos casos podían abastecerse de momento con generadores. Por un momento, no fue posible saber qué ocurría con nuestros seres queridos. Sabíamos que esta situación no era normal y empezamos a suponer que, detrás de todo, habría como mínimo un ataque cibernético.
En los breves momentos en que volvía la conexión a Internet, pudimos confirmar garcías mensajes de WhatsApp de amigos y familiares nos enviaban desde distintos puntos de España y desde el resto de Europa, y por lo que veíamos en los portales de noticias que el apagón era generalizado y que incluía a Portugal pequeñas zonas, muy concretas de Francia.
Llegó mi hora de salir de la oficina, y al pasearme por las calles algunas escenas me recordaron los días previos al confinamiento por la COVID-19: la gente comentando la situación, enfrentando la incertidumbre. Sí, Occidente es muy frágil. Lo supimos en la época de la pandemia y vuelve a quedar en evidencia ahora, cuando las amenazas de guerra flotan en el ambiente. En otros países ya se tomaban en serio el kit de supervivencia desde hacía mucho tiempo. Quizá en España sea el momento de hacerlo también. Yo, sin duda. Sin electricidad ni Internet, resultaban fundamentales una radio a baterías y una linterna.
Es un día soleado, así que aprovecho para dar un paseo. De vez en cuando me siento en algún banco y voy escribiendo este artículo con mi teléfono móvil. En realidad, no quiero subir a casa: no funciona el ascensor y son seis pisos hasta mi ático. Tampoco puedo cocinar, ya que dependo de la electricidad. Todas son buenas excusas para quedarme en la calle, disfrutando de un día primaveral. Pienso en Paula. Seguramente, imaginó que el día de su cumpleaños encendería el número de velas acorde a su edad. Pero nunca imaginó que se convertiría en uno en el que España se vería obligada a reconocer, una vez más, su propia debilidad. La misma en la que se puede ver reflejado todo Occidente. Más allá de las causas, dependemos enteramente de la electricidad, y algo o alguien, puede dejarnos fácilmente sin ella.
Al cierre, ya en casa, habían pasado casi seis horas de apagón y volví a tener electricidad a las 17:37 h, hora peninsular española. Cerca de las 18:00 horas compareció el Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, asegurando que “las próximas horas serían críticas”. Hizo un llamado al uso responsable de las líneas telefónicas, pidió limitar al máximo los desplazamientos y advirtió que no se descartaba ninguna hipótesis sobre el origen de los apagones. Para las 19:00 horas se esperaba una nueva reunión del Consejo de Seguridad Nacional. En algunos lugares de España, el suministro aún no se ha restablecido, informa Televisión Española a las 18:50. El comportamiento ciudadano, aseguran desde la cadena pública, está siendo ejemplar.
Комментарии