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El péndulo político hoy se mueve hacia la derecha

Es evidente que las democracias liberales que hoy tienen su día, tendrán que afrontar sus circunstancias. Imagen IA Copilot
Es evidente que las democracias liberales que hoy tienen su día, tendrán que afrontar sus circunstancias. Imagen IA Copilot

En la política internacional y también en la interna es bien conocido el hecho de que en los últimos lustros el péndulo de la orientación política se mueve un tiempo hacia la derecha, para luego iniciar su tránsito hacia la izquierda, hasta que se vuelve a repetir el ciclo. Tal cosa está ocurriendo actualmente en nuestro continente, pero también se percibe en otras latitudes. En Europa, por ejemplo, el giro hacia la derecha  está ocurriendo justamente ahora, cuando ha logrado el gobierno en algunos países (Hungría, Italia, Polonia, Países Bajos) o está a poco de alcanzarlo (Francia, Alemania, etc.)


En nuestro continente el fenómeno es de similar magnitud (Argentina, Paraguay, Bolivia. Chile, Panamá, Honduras, El Salvador, etcétera).


Entendemos que la tendencia señalada poco tiene que ver con orientaciones ideológicas, sino más bien con el repetido desencanto de las poblaciones con la gestión de sus gobiernos, que las más de las veces terminan sin dar cumplimiento a las promesas electorales hechas en campaña, lo cual provoca el desencanto de los votantes que aprovechan la posibilidad de alternancia que ofrecen las democracias para castigar a quien les falló y dar una oportunidad a quien ofrece un rumbo diferente, pero que, a la hora de la verdad, tampoco podrá cumplir con las expectativas y así se iniciará un nuevo ciclo.


En Argentina, por ejemplo, la seudoizquierda de la etapa de los gobiernos peronistas (Néstor y Cristina Kirchner) desembocó en el decisivo cambio de la preferencia de los votantes. Al presentarse la oportunidad, se inclinaron por el liberal Mauricio Macri, quien, pese a su buena voluntad, no solo no tuvo éxito sino que abrió las puertas al peor gobierno que haya tenido Argentina en décadas: el de Alberto Fernández. Por la misma razón, este desembocó en la elección del ultraliberal Javier Milei, que por los momentos ha podido relegitimar su éxito de 2023 en las recientísimas elecciones legislativas de medio término, en las cuales consiguió mejorar sustancialmente la presencia de su partido (La Libertad Avanza), que le abre  una mayor perspectiva de gobernabilidad.


En Chile, el fenómeno se ha repetido varias veces entre las presidencias liberales (Aylwyn, Frei, Lagos), las de izquierda (Bachelet, Boric), la de derecha (Sebastian Piñera) y la de ultraderecha que se instalará próximamente si Kast gana la segunda vuelta la semana entrante, tal como se pronostica.


En Bolivia el cuadro es similar. Desde el extremismo populista de izquierda (Evo Morales, Luis Arce) hasta desembocar en el centrista Rodrigo Paz, quien resultó vencedor en una segunda vuelta en la que su oponente era Tuto Quiroga, cuyo matiz ideológico de centro derecha, sumado a Paz (80% del total de votos), dieron al traste con veinte años del desastre de Evo Morales, igual como acaba de ocurrir en Honduras, donde los candidatos que aún disputan el triunfo son liberales y el chavismo de la presidenta Xiomara Castro y su esposo, Mel Zelaya, apenas cosecharon 20% de los sufragios.


Panamá, Paraguay, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Ecuador y Guyana, igual que algunas repúblicas del Caribe (Trinidad, St. Vincent, Grenada) han ido dejando su “lealtad” chavista en favor de opciones bastante diferentes.


Cierto es que también ha habido excepciones, como es el caso de Uruguay, donde el Partido Nacional de Lacalle Pou (centro) perdió la elección ante el izquierdista -moderado- Yamandú Orsi.


Tambien hay ejemplos de mayor relevancia geopolítica, como es el caso del inefable Lula que sucedió al ultraderechista Bolsonaro y la señora Claudia Sheinbaum, que ha continuado el fracasado populismo de su antecesor, Andrés Lopez Obrador.


Así pues, con esta realidad de nuestro continente, no es difícil imaginar una OEA  más comprometida con la democracia, una Celac en decidida mengua y un ALBA en sus estertores finales, mientras su grupo mentor (Foro de Sao Paulo) necesitará renovada iniciativa y financiamiento si aun desea montarse en el siguiente ciclo pendular.


Pero, por todo lo dicho aquí, también es evidente que las democracias liberales que hoy tienen su día, tendrán que afrontar sus circunstancias y -de ser posible- tener éxito a fin de demorar el momento en que el péndulo cambie su rumbo.


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