La científica venezolana Yarivith González ganó el Premio Internacional 2024 de la Fundación Princesa de Girona. El anuncio lo hizo la fundación a través de su página web donde también destacó a otros cinco ganadores: Antonio Espinosa de los Monteros, Victoria Luengo, Daniel Millor Vela, Moisés Expósito-Alonso y Susana Arreche. Los galardonados serán reconocidos este miércoles 10 de julio.
La ceremonia de entrega estará presidida por los reyes, acompañados por la princesa de Asturias y de Girona y la Infanta Sofía.
Para Yarivith González la ciencia es alquimia y arte. "La ciencia nos puede llevar a crear cosas inimaginables para transformar la sociedad", afirmó citada por la página de la fundación.
La química venezolana es especialista en desarrollos sostenibles y evaluación del impacto ambiental. Se le entregará el reconocimiento en la categoría Investigación por su destacada labor en la investigación química. En su trabajo destaca el reciclaje de metales en baterías de iones de litio. También hizo una buena labor en materia de educación ambiental y por llevar la ciencia a los colegios en América Latina.
Este 2024, el Premio Princesa de Girona Internacional pone por primera vez el foco en el talento joven latinoamericano con vocación de hermanamiento. Así, cinco de los seis premiados se reunieron en el Caixaforum Macaya, Barcelona. González no pudo acudir al encuentro porque se encuentra residenciada en Suecia.
Con información de elnacional.com
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Al menos 14 personas originarias de Guatemala resultaron lesionadas en el incidente que se registró en la carretera México - Nogales. Dos de ellas tuvieron que ser hospitalizadas de emergencia por la severidad de sus heridas.
Un viaje en el que "a nadie le importa si vives o mueres"
La explotación, la violencia extrema y las violaciones a los derechos humanos que padecen las personas refugiadas y migrantes no cesan ni en el mar ni en las rutas terrestres que recorren a lo largo y ancho del continente africano, para llegar a las costas del mar Mediterráneo. Estos son los hallazgos de un nuevo informe publicado por la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y el Centro para la Migración Mixta (MMC), titulado "En este viaje a nadie le importa si vives o mueres" (segundo volumen).
Dado que se estima que son más las personas que cruzan el desierto del Sáhara que el mar Mediterráneo -de hecho, posiblemente el número de personas refugiadas y migrantes que han perdido la vida en el desierto duplica el de muertes en el mar-, el informe resalta los peligros a los que se enfrentan refugiados y migrantes en las rutas terrestres, que se conocen y se han documentado en menor medida.
En base a los datos recabados durante tres años, el informe advierte de que ha aumentado el número de personas que han intentado estos peligrosos viajes y, por tanto, han incrementado también los riesgos de protección a los que todas ellas se enfrentan.
Esto se debe, en parte, al deterioro de la situación en algunos países de origen y de acogida; por ejemplo, el estallido de nuevos conflictos en el Sahel y en Sudán, el devastador impacto del cambio climático y de los desastres en situaciones de emergencia nuevas y prolongadas en África oriental y el Cuerno de África, así como incidentes de racismo y xenofobia contra personas refugiadas y migrantes.
El informe también señala que, cada vez con mayor frecuencia, las personas refugiadas y migrantes atraviesan zonas del continente africano en las que operan grupos insurgentes, milicias y otros agentes criminales. En dichas zonas son comunes la trata de personas, los secuestros extorsivos, el trabajo forzado y la explotación sexual. Por otra parte, mientras tratan de alejarse de zonas de conflicto o de controles fronterizos (sean o no del Estado), estos grupos que operan han modificado algunas de las rutas que se utilizan para el tráfico de personas y que ahora transitan por áreas de difícil acceso, de forma que las personas que se desplazan se exponen a muchos más riesgos.
El incontable número de riesgos y abusos de los que han informado las personas refugiadas y migrantes incluye tortura, violencia física, detenciones arbitrarias, muerte, secuestro extorsivo, explotación y violencia sexual, esclavitud, trata de personas, trabajo forzado, extracción de órganos para tráfico, robos, devolución y expulsiones colectivas.
Ante esta situación, ACNUR, OIM, otros socios y varios gobiernos han ampliado el alcance de la asistencia y de los servicios vitales de protección, así como los mecanismos de identificación y canalización en las rutas, pero la labor humanitaria no basta.
Las organizaciones instan a que se den respuestas de protección concretas que tengan en cuenta lo que ocurre en las rutas, no solo para salvar vidas y reducir el sufrimiento, sino también para abordar las principales causas del desplazamiento, así como los factores que provocan los movimientos irregulares mediante acciones positivas para consolidar la paz, respetar los derechos humanos, impulsar la gobernanza, acabar con las desigualdades, hacer frente al cambio climático, y promover la cohesión social y la creación de vías regulares para personas refugiadas y migrantes. Todo esto debe ser transversal en los países de origen, asilo, tránsito y destino.
Con información de N de P
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